domingo, 22 de julio de 2018

Via Crucis

Escuadra Negra de Eirexalba (en Ermida 2017: 66).
El terror fascista dejó una huella indeleble en la memoria de la parroquia de Saa. Como en toda investigación sobre la represión, aquí libramos una lucha entre la tradición oral y los documentos disponibles. Tras reunirnos con los vecinos en el local social, tras recoger varios testimonios, tras realizar entrevistas, podemos trasladaros aquí el relato trasmitido de generación en generación sobre la muerte de O'Inverno.

Espacio en donde la tradición oral sitúa la fosa de O'Inverno.
"Vinieron unos hombres deconocidos, decían que de la parte de Sarria, falangistas. Llegaron a Covadelas y el Inverno estaba desayunando con los dueños de la casa: ¡Vámonos, que éste ya ha comido y bebido bastante! Y lo llevaron a Saa, moliéndolo a palos por el camino. Uno decía mira qué patas más gordas tiene este conejo, y le arreaban con los mosquetones en las canillas. Llevaba unos pantalones cortos, hacía mucho calor. Iba todo ensangrentado, cayéndose a cada paso, con las manos atadas. Los falangistas no lo llevaron por la carretera sino que torcieron por el pueblo (Pousa) a la vista de todos. En aquella piedra una vecina les pidió que no le pegasen, que le quería dar un vaso de agua: No señora, este ya bebió bastante ya beberá allí arriba. Cogieron el camino al alto de Santa Lucía, y al llegar a O Poste, a la altura del pinar de O'Xexo le dieron a elegir cómo morir, si de culo o de frente, y él eligió de culo, mirando hacia el norte, hacia donde estaba su aldea de Eirexalba. Lo aperrillaron allí mismo. El cadáver quedó de bruces sobre el camino. Se avisó al pedáneo y dos hombres fueron a la iglesia a coger las andas de la Virgen, y así lo trajeron. Al día siguiente llegó su viuda con dos niñas pequeñas, dos de las hijas de O'Inverno".
A la izquierda, Carlos, Drácula, cantero de A Estación. A la derecha, Carlos, minero de Toreno, voluntario de la ARMH. Ambos son nietos de represaliados.
El relato del martirio de este hombre se fue modelando en el imaginario colectivo tomando como referencia el suplicio de Cristo. En esta zona contamos con otros ejemplos, como el médico rural Manuel Díaz, O'Pequeniño d'O Incio, que fue atado de manos a la cola de una caballo blanco y arrastrado durante kilómetros hasta su asesinato a manos de los mismos pistoleros que actuaron en Saa, es decir, la Escuadra Negra de Eirexalba. Desde la francesada y las carlistadas no se había conocido una ruptura tal del orden moral entre el campesinado. El terror implantado por los falangistas utilizó como herramienta básica la visibilización de la represión: exposición de cadáveres en las cunetas y los atrios de los cementerios, maltrato de las víctimas a la vista de los vecinos, etc... Todavía en 1944, en un periódico local de Sarria, ante la implantación de la guerrilla antifranquista, se recordaba a la población civil: ¡Aviso a navegantes. Cuidado con la Escuadra Negra!
Foto de final del sondeo arqueológico.
El relato popular, tan descriptivo a la hora de abordar el suplicio de nuestro hombre, no llega a concretar su lugar de enterramiento. La tradición sitúa la fosa de O'Inverno justo a la entrada del atrio, a la izquierda de la escalinata, en un recoveco cuadrangular pegado al muro. Durante décadas se utilizó este espacio para lanzar los cohetes el día de la fiesta, precisamente en el mes de agosto. Incluso algunos entrevistados nos cuentan que aparecían ramos de flores en ese preciso lugar.
El sondeo practicado aquí dio resultados negativos. La iglesia y el atrio se ubican en un pequeño espolón rocoso, por lo que el muro se encuentra en la ruptura de pendiente. Al poco de excavar ya aparece la roca madre, a pena morta.
Nos quedaban otras dos posibles localizaciones.
Drácula restituyendo el enlosado, tras acabar los trabajos arqueológicos.

Referencias:
Ermida Meilán, X. R. (2017). "Para nós o matar é una honra. As Escuadras Negras de Falanxe". En X. R. Ermida Meilán, E. Fernández Fernández, X. C. Garrido Couceiro e D. Pereira González (coords.): Os nomes do terror. Galiza 1936: os verdugos que nunca existiron: 63-80. Santiago: Sermos Galiza.

1 comentario:

Unknown dijo...

Cuantas capas de desinformación quedan por destapar....

Impotencia y indignación.