La paridera de la Enebrá, escenario de la Batalla Olvidada.
Hoy hemos vuelto a la Enebrá, un espacio vinculado directamente a los combates de la Batalla Olvidada. Los fieles seguidores de este blog seguro que os acordáis de la paridera en la que soldados franquistas fueron masacrados en el inicio de la ofensiva republicana. Esta mañana hemos llevado a cabo una prospección extensiva de los alrededores de este sitio acompañados de aficcionados y detectoristas vinculados muchos de ellos a la asociación Frente de Madrid. Es de sobra conocida la tensa relación entre los detectores de metales y los arqueólogos. Las prácticas futivas en yacimientos arqueológicos (a menudo reflejadas en los medios de comunicación) se vinculan directamente con un uso ilícito de estas herramientas. De ahí la prevención de muchos colegas de la profesión ante aquellos aficcionados al mundo de la guerra civil española. En todo caso, el vacío legal existente hace que las materialidades del conflicto no gocen de una consideración patrimonial. Por lo tanto, de entrada, nadie está cometiendo ningún delito. Ante esta cuestión, nuestro equipo de trabajo cree firmemente en una Arqueología Pública que dé cabida a todos los agentes implicados en el proceso de patrimonialización de la guerra civil española. Conocernos ayudará a superar prejuicios y suspicacias; compartir experiencias puede contribuir a una concienciación patrimonial; trabajar juntos nos permite aprender, a todos. Contamos con buenos precedentes, como el proyecto de prospección en los frentes de Bizkaia en el que participan detectoristas y arqueólogos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, bajo los auspicios del Gobierno vasco.
Detectoristas y arqueólogos en la Enebrá.
Nuestro objetivo hoy fue georreferenciar con GPS los puntos señalados por los colegas detectoristas con vistas a elaborar un plano de detalle de los combates en el entorno de la paridera. Hemos registrado desde los contornos de los cráteres producidos por impactos de artillería, hasta los numerosos restos de metralla esparcidos por toda la zona.
Recogida y georreferenciación del material documentado con detector de metales.
Conjunto de casquillos de Lebel.
Regulador de tiempos de un metrallero.
Bala deformada de procedencia mejicana.
También hemos recuperado objetos y parte del equipamiento que acompañaba a los soldados: suelas de zapato, un reloj e incluso una insignia del cuerpo de ingenieros. La asociación de objetos nos permitirá documentar lugares de enterramiento de combatientes que lucharon en esta batalla.
Insignia del cuerpo de ingenieros.
Las relaciones de pareja siempre son complicadas, pero lo que las hace posible es la necesaria comprensión mutua. Los arqueólogos hemos aprendido mucho del saber atesorado por los detectoristas, sobre todo su conocimiento detallado de tipologías de armas y munición. Por su parte, nosotros hemos intentado inculcar la importancia de los contextos arqueológicos. Todos hemos puesto nuestro granito de arena. Es un primer paso.
Me alegra saber que ha habido esta colaboración.
ResponderEliminarMuchos de los que nos dedicamos y usamos el detector no es con fines lucrativos, ni con el objetivo de expoliar yacimientos arqueológicos. Es una afición, una forma de ocupar el tiempo libre, de salir con la familia, con los “colegas”, de estar en contacto con la montaña, con el campo… De intercambiar, de clasificar… De recuperar piezas que, de no ser así, se hubiesen perdido para siempre.
Cuanto material explosivo se ha retirado del monte al ser localizado por un detectorista… Y los expertos son han retirado… Cuantos bosques se han dejado quemar ya que los bomberos si intervenían estaban en peligro por el material que todavía queda por el suelo de la Guerra Civil.
Ni los unos somos tan malos, ni los otros tan buenos… En la sociedad hay de todo y para todo. Y nosotros (detectoristas) posiblemente necesitamos conocer técnicas “arqueológicas” para seguir con nuestra afición de forma más “profesional” y vosotros (arqueólogos) no nos miréis con tanto recelo. Juntos podemos realizar un trabajo transversal que nos puede beneficiar.
Francisco Monpesar