El Ayuntamiento de Belchite ha tenido a bien organizar una exposición temporal con motivo de las fiestas patronales. El título de la muestra fotográfica no puede ser más explícito: Belchite entre la Memoria y el Olvido. 1930-1960. Un nutrido grupo de vecinos y vecinas se tomaban su tiempo ante cada foto para identificar a los retratados Como aquella foto en la calle mayor de Belchite viejo en la que un grupo de jóvenes de Auxilio Social posan sonrientes, rodeadas de niños, algunos de ellos con vestimenta militar. La Nueva España había vuelto y comenzaba la represión y la labor propagandística a favor de la redención y la reeducación de los rojos que todavía quedaban.
Sobre una mesa en la sala de exposiciones se mostraba un cuadro en el que se recogía con vivos colores el estado del Seminario Menor hacia 1866. Al pie de la obra, su autor, Aurelio El Picota. Con 86 años conserva una memoria prodigiosa y hace alarde de su arte: Hice una copia de la Fragua de Vulcano, exacta, porque sabe, en ese cuadro hay seis personas, y es muy dificil replicar la expresión de las caras. En el cuadro, Aurelio intenta reflejar el cierzo, con los árboles del jardín de los curas combados por el viento.
De lo que no se olvida Aurelio es de las expresiones de horror y de los vientos de la guerra en 1937. En su visita a nuestras excavaciones, Aurelio nos detalla aquellos días. Él fue el primer evacuado de Belchite por las tropas republicanas. Un Guardia de Asalto le cogió de la mano y ordenó que saliese la gente de los refugios. Ese Guardia de Asalto pudo ser uno de los que conquistó el fortín de la Dehesa de la Villa, o que expulsó a los rquetés de las trincheras y del Seminario Menor. Aurelio y su familia fueron llevados a retaguardia al Bajo Aragón, provincia de Teruel. Con la ofensiva franquista de marzo de 1938 huyeron hacia Catalunya, con la aviación de la Legión Cóndor ametrallando civiles en la carretera.
Cuando volvieron a Belchite, ya los estaban esperando. Falangistas organizaron un simulacro de ametrallamiento. Les despojaron de sus carros, de sus enseres, de todo, y hombres, mujeres y niños tuvieron que ponerse en hilera delante de un tanque alemán. Por un altavoz se escuchaba: Rojos de Belchite, no tenéis perdón, váis a morir. La Nueva España fusiló a 14 integrantes de la familia de Aurelio, una familia de trabajadores que regentaba una panadería, de nombre, La Imperial.
El testimonio de Aurelio también es fundamental para poder alcanzar una cronología relativa del área de letrinas que estamos excavando. Él era un niño que en el año 1935 presenció la llegada de cientos de seminaristas en peregrinación a este lugar para homenajear a la Virgen del Pilar que coronaba la fuente que todavía está. Un año después escuchó a las mujeres desesperadas pidiendo clemencia por sus seres queridos, fusilados en la tapia del cementerio. En 1939 veía pasar todos los días a los prisioneros recluidos en las ruinas del Seminario Menor. Eran brigadistas internacionales empleados en la reconstrucción de la traída de aguas y otras obras. Uno de ellos, polaco, era el encargado de las proyecciones del cine del pueblo.
Aurelio se acuerda cómo antes de la guerra la fuente estaba repleta de peces de colores. Con otros colores quiere abordar ahora un nuevo cuadro. Según nos cuenta, quiere reflejar su recuerdo del regreso a Belchite, cuando les quitaron los carros y casi los matan. Lo va a titular: Hemos vuelto: ¿qué pasará?
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