Nuestro compañero Sal Garfi, especialista en arqueología del paisaje y con amplia experiencia cartografiando espacios bélicos, ha prospectado durante los últimos días el Cerro Garabitas, la estratégica elevación que sirvió de observatorio a los sublevados para bombardear Madrid y defender sus posiciones en la Casa de Campo.
Con ayuda de un GPS y mucha paciencia, Sal está levantando un plano detallado de las trincheras de Garabitas. Aunque todavía falta bastante trabajo por hacer, la organización del espacio militar resulta ya bastante clara. Nos hallamos ante una fortificación aislada, muy característica del ejército sublevado, que permitía defender amplios sectores con economía de hombres y medios. El aspecto erizado se lo otorgan los numerosos pozos de tirador y ametralladora que están conectados por un ramal de comunicación con la trinchera perimetral.
No hace falta ser un genio militar para darse cuenta de que esta posición es inexpugnable. Ningún ataque frontal puede rendir Garabitas. Sin embargo, los republicanos lo intentaron en más de una ocasión a costa de enormes bajas.
En comparación, la trinchera republicana de Casa de Vacas es muy poco imponente. No es más que una zanja lineal con ramales de evacuación, puestos de tirador y abrigos. En las fotos aéreas de 1956 todavía se aprecia bien el trazado:
Los arqueólogos a veces han encontrado cuerpos destrozados dentro de las zanjas, víctimas al mismo tiempo de una escasa planificación y la brutal potencia de fuego enemiga.
Otro elemento que relaciona la trinchera de Casa de Vacas con la Primera Guerra Mundial es la presencia de algunos abrigos excavados en el parapeto, es decir, delante de la trinchera en vez de detrás, lo que resulta mucho más habitual en la Guerra Civil Española. En este caso, se trata de una buena idea: evita la entrada de balas y metralla porque el acceso da la espalda al enemigo.
En cualquier caso, los del Edgar André consiguieron mantener estas posiciones durante una semana al menos. El ejército colonial que tenían en frente, poco acostumbrado a la guerra de trincheras, sufrió probablemente por su inexperiencia en este terreno. Pero aprenderían pronto.
Con ayuda de un GPS y mucha paciencia, Sal está levantando un plano detallado de las trincheras de Garabitas. Aunque todavía falta bastante trabajo por hacer, la organización del espacio militar resulta ya bastante clara. Nos hallamos ante una fortificación aislada, muy característica del ejército sublevado, que permitía defender amplios sectores con economía de hombres y medios. El aspecto erizado se lo otorgan los numerosos pozos de tirador y ametralladora que están conectados por un ramal de comunicación con la trinchera perimetral.
No hace falta ser un genio militar para darse cuenta de que esta posición es inexpugnable. Ningún ataque frontal puede rendir Garabitas. Sin embargo, los republicanos lo intentaron en más de una ocasión a costa de enormes bajas.
En comparación, la trinchera republicana de Casa de Vacas es muy poco imponente. No es más que una zanja lineal con ramales de evacuación, puestos de tirador y abrigos. En las fotos aéreas de 1956 todavía se aprecia bien el trazado:
Hay varias cosas que llaman la atención de esta trinchera. En primer lugar, lo poco pronunciado del zigzag. Es más bien una ligera ondulación, que apenas interrumpe la trayectoria eminentemente recta de la zanja. Ante los ataques artilleros, este tipo de fortificación era muy poco efectiva. La metralla tuvo que hacer estragos fácilmente entre los defensores. Y a tenor de nuestros hallazgos, metralla no faltó en la Casa de Vacas.
Las trincheras lineales, sin embargo, son muy frecuentes en la Primera Guerra Mundial, especialmente en los primeros momentos del conflicto. Por ejemplo, esta fortificación inglesa:
Que son objetivo fácil para los cañones se ve claramente en algunas fotos de la época, donde compañías enteras han sido exterminadas por un disparo certero de la artillería. Se puede observar bien en este caso, en el que docenas de soldados alemanes han perecido dentro de su trinchera:
Otro elemento que relaciona la trinchera de Casa de Vacas con la Primera Guerra Mundial es la presencia de algunos abrigos excavados en el parapeto, es decir, delante de la trinchera en vez de detrás, lo que resulta mucho más habitual en la Guerra Civil Española. En este caso, se trata de una buena idea: evita la entrada de balas y metralla porque el acceso da la espalda al enemigo.
En cualquier caso, los del Edgar André consiguieron mantener estas posiciones durante una semana al menos. El ejército colonial que tenían en frente, poco acostumbrado a la guerra de trincheras, sufrió probablemente por su inexperiencia en este terreno. Pero aprenderían pronto.
Muy bueno, seguir trabajando en ello. Un saludo
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