miércoles, 10 de abril de 2013

Adiós a los alemanes

No cabe duda de que la Segunda Guerra Mundial generó un gigantesco registro arqueólogico: las fortificaciones de la Línea Sigfrido, la Muralla del Atlántico, los extensos campos de batalla del este de Europa... La arqueología de la Segunda Guerra Mundial se encuentra también sepultada bajo Berlín, Dresde, Londres y San Petersburgo. De vez en cuando, las obras públicas en estas ciudades sacan a la luz bombas, cadáveres y escombros. 

Tumba y ruinas de la iglesia alemana de St. Anna (República Checa)

Existen, sin embargo, otros vestigios arqueológicos mucho menos conocidos. Por ejemplo, los relacionados con el gran éxodo alemán de Checoslovaquia al acabar la Segunda Guerra Mundial. Entre 1945 y 1948, cientos de miles de alemanes fueron expulsados de sus hogares, fundamentalmente en el norte y oeste de la actual República Checa. Cerca de 3.000 pueblos quedaron abandonados. La mayor parte de ellos se habían fundado en la Edad Media y muchas familias vivían en la zona desde el siglo XIII o XIV.

Ruinas de una casa alemana en Wosant (Bazantov).

Es comprensible que los checos recurrieran a esta limpieza étnica incruenta, dados sus sufrimientos a manos de los alemanes durante la guerra. Los territorios de su país habitados por alemanes (los famosos Sudetes) fueron arrebatado a la república en 1938 e incorporados al Reich. La población judía fue exterminada. Los estudiantes masacrados y deportados a campos de concentración cuando trataron de protestar contra el poder nazi. Sin embargo, al visitar hoy los restos fantasmales de las iglesias, aldeas y cementerios perdidos en mitad de los bosques de Bohemia, no puede uno dejar de lamentar la desaparición de diversidad cultural que supuso la guerra. Siglos de convivencia (no siempre fácil) entre distintas tradiciones quedaron reducidos a ruinas.

Tumbas alemanas en Tachov e iglesia de St Johann (Svaty Jan)

Desde hace unos años, Lukas Funk, Michal Rak y Pavel Vareka, de la Universidad de Bohemia Occidental (Pilsen), estudian arqueológicamente los restos de los poblados alemanes. Entre las ruinas descubren testimonios materiales de un mundo que parece ahora inconcebiblemente remoto. En este contexto, el concepto de "historia contemporánea" se vuelve inadecuado. Los pueblos alemanes no tienen que ver con nuestra contemporaneidad: las ruinas nos hablan de otro mundo - el de la Edad Media o la Guerra de los Treinta Años. Pese a que son el resultado de las políticas del siglo XX, no pertecen al siglo XX. Y tampoco a la historia de la República Checa.

Aunque Lukas, Michal y Pavel se empeñan, con sus excavaciones, en que sí lo sean.

1 comentario:

falqui dijo...

Una de los aspectos más interesantes de los proyectos de arqueología del pasado contemporáneo es que nos ponen frente a un presente atravesado por diferentes líneas de temporalidad que siguen trabajando de forma activa. La historia no es lineal, del mismo modo que el tiempo no es uno.
Buen post, impresionantes restos, dramática historia.