viernes, 30 de septiembre de 2011

Trinchera de un solo sentido

Nuestros últimos dos días en La Fatarella los hemos dedicado a excavar un tramo de trinchera bien conservado. Se trata de una trinchera de comunicación, no de resistencia, al contrario de lo que hemos excavado hasta ahora. Al ser una vía de paso, aparece muy poco material arqueológico: frente a las docenas de casquillos disparados, granadas y cartuchos sin usar que hemos descubierto en otras partes, aquí sólo han aparecido un par de proyectiles de Mosin y elementos relacionados con la vida diaria. Entre estos últimos podemos mencionar tres o cuatro latas de atún, un tintero, un par de hebillas, un tubo de pasta de dientes (¡todavía con pasta!) y un frasco de Clavitam, "reconstituyente rico en vitaminas A, B y D" según rezaba la propaganda de la época. La dieta en el frente, escasa en frutas y verduras frescas, requería de complementos vitamínicos para evitar enfermedades.

Los ramales de comunicación se utilizaban para entrar en las posiciones de combate y salir de ellas. La de Raïmats resultó ser de un solo sentido.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Fortines del Ebro: entonces y ahora

El Fortín nº3 a finales de 1938

Al acabar la Batalla del Ebro, un grupo de militares italianos realizó una documentación detallada de las posiciones republicanas de La Fatarella. Las fotografías y planos han permitido a la Asociación Lo Riu localizar los fortines. Gracias a este trabajo hemos podido excavar durante la última semana una de las estructuras. Las imágenes ofrecen una valiosa información sobre los búnkeres en el momento de su uso, así como los daños que recibieron durante la batalla. En la fotografía superior se advierten con claridad los impactos de armas pesadas y ligeras que sufrió el Fortín nº3. La excavación arqueológica ha ofrecido más detalles.

El Fortín nº3 antes de la excavación

El Fortín nº3 al acabar la excavación

Al limpiar el interior del fortín descubrimos dos impactos de artillería y numerosas huellas de metralla en todas las paredes. Los disparos consiguieron colarse a través de las troneras. Además, en los maderos que forraban las aspilleras para evitar que rebotasen las balas y la metralla encontramos incrustadas tres balas de 7 mm de fabricación nacional. Estar en el interior del Fortín nº3 el 14 de noviembre de 1938 debió de ser una experiencia espantosa.

Los búnkeres de La Fatarella sufrieron tanto durante la guerra como después. Al acabar la contienda, volaron las cubiertas de todas las estructuras de hormigón para evitar que se pudieran reutilizar. Posteriormente, los dueños de las tierras los sepultaron bajo terrazas de cultivo para poder seguir utilizando sus campos de almendros y olivos.

Setenta y tres años después, el trabajo de Lo Riu y nuestras excavaciones hacen que los fortines de La Fatarella vuelvan a ser visibles y visitables. Un símbolo, quizá, de que comenzamos a reconciliarnos con nuestro pasado.

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Agradecemos a Joan Sambró que nos proporcionara las imágenes históricas de los fortines de La Fatarella.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Granadas a punta pala

El fondo de la trinchera sigue siendo rico en hallazgos. En uno de los vértices del zigzag hemos encontrado hoy tres granadas: dos Lafitte y una ofensiva polaca B-1. La polaca tiene todavía la anilla puesta. Las Lafitte puede que fueran lanzadas pero no estallaron.

Localización de las granadas tal y como aparecieron en la trinchera: 1 y 3, Lafitte; 2, polaca.

martes, 27 de septiembre de 2011

Dentro del fortín

Carlos Marín registrando los materiales procedentes del interior
de una de las galerías de acceso al Fortín 3.

Nuestras excavaciones en La Fatarella se centran en dos sectores de una misma posición: una trinchera en zigzag excavada en tierra y un cinturón defensivo situado a una cota más baja y compuesto por fortines de hormigón unidos por galerías y trincheras abiertas.

En concreto estamos excavando el que denominamos Fortín 3, siguiendo un plano levantado por las tropas italianas al acabar la Batalla del Ebro. Este fortín tiene dos troneras e igual número de puertas de acceso, que dan a galerías cubiertas. Las paredes del búnker muestran dos impactos de artillería, seguramente proyectiles disparados por carros de combate, y numerosas huellas de metralla. En una de las troneras recuperamos varias balas de 7 mm incrustadas en las maderas que se colocaban para absorber los impactos y evitar rebotes de disparos o metralla.

Xurxo Ayán excava el acceso oeste al Fortín 3.

El interior del fortín ofreció apenas materiales. Con las galerías de acceso tuvimos más suerte. En una de ellas (la oeste) encontramos docenas de casquillos y cartuchos de Máuser alemán de 7.92 mm y de Maúser español de 7 mm, latas, una botella grande de medicina, un fragmento de una granada de fragmentación polaca wz 31 y una granada ofensiva completa (probablemente una polaca B-1).

Vista de la galería oeste desde la entrada del fortín.

Parte de los materiales in situ dentro de la galería oeste del Fortín 3

La disposición de los materiales y la abundancia de munición usada por los franquistas hace pensar que se trata de basuras arrojadas después de la batalla por el ejército ganador. Una de las sorpresas fue encontrarnos con restos de la arpillera de un saco terrero. El hormigón del búnker recubrió el saco, lo que permitió su conservación.

Negativo de un saco terrero con restos de arpillera en el Fortín 3.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Cartuchos sin usar

En el suelo de una de las trincheras que estamos excavando hemos encontrado varios paquetes de cartuchos de Mosin Nagant todavía sin abrir, dentro de su envoltorio de papel de estraza perfectamente conservado. Nos dan una idea del fin repentino de esta posición. Nadie se los llevó tras la guerra, quizá porque quedaron parcialmente cubiertos de tierra y han permanecido en el sitio donde cayeron hasta que nosotros los excavamos.

En la misma trinchera encontramos un cargador vacío de una ametralladora italiana Breda. Abajo podéis ver una foto del cargador con la munición, que nos reenvía Rodrigo Gómez.

Moral por un tubo

Este tubo de dentrífico o pomada apareció en superficie al lado de la trinchera que excavamos. Se puede observar perfectamente a un miliciano levantando el fusil con entusiasmo, en una clásica pose propagandística. Quizá el tubo contenía algún tipo de ungüento para mantenerse firmes en la lucha contra el fascismo.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Calcetines

Este es el interior de una de las botas que llevaba Charlie, el soldado que exhumamos la semana pasada en las trincheras de La Fatarella. En su interior se observan todavía, con total claridad, las marcas dejadas por un grueso calcetín de lana. Una forma de combatir el frío de noviembre en 1938.

sábado, 24 de septiembre de 2011

El último soldado del Ebro (2)


Excavamos con sumo cuidado los restos del soldado anónimo de Reïmats. Una vez que quedan a la vista todos los restos, procedemos a dibujarlo a escala, procurando reflejar hasta los más ínfimos detalles: la posición de cada esquirla de metralla, de cada una de las posesiones del cadáver, la disposición de sus huesos. Esto, unido al análisis forense, nos permitirá descubrir aspectos de la vida y la muerte de esta persona.

El documentar durante horas los restos de un ser humano es una forma de familiarizarse con él- con cada rincón de la geografía de su cuerpo y los objetos que llevaba en vida. Esos objetos son parte de él, tanto como sus huesos y como su sangre.

El esqueleto de Reïmats ya no es un mero despojo ni un soldado desconocido. Es una persona y está de nuevo entre nosotros.

No queda nadie en La Fatarella

"En La Fatarella no queda nadie. Ni un alma. Primero, se fueron los que formaban parte del bloque de derechas, para salvar el pellejo. Luego, se tuvieron que marchar los de izquierdas, para que nos les mataran los radicales de la FAI. Luego, los de la FAI, para que nos les mataran los de Líster. Después, los amigos de Líster, para que no les mataran los franquistas. Por último, los franquistas, para que no les cogiera el Ejército del Ebro. Ya no puede quedar nadie en La Fatarella, donde los hombres de la 35 División del Ejército del Ebro iniciaron su aventura".

Jorge M. Reverte: La Batalla del Ebro, Crítica, Barcelona, 2006, p. 658.

viernes, 23 de septiembre de 2011

El último soldado del Ebro

Estamos excavando una trinchera que fue testigo de duros combates a mediados de noviembre de 1938.

Son los últimos días de la Batalla del Ebro. Un grupo de hombres valientes permanece en las fortificaciones de La Fatarella, las cuales constituyen la última barrera republicana en la margen derecha del Ebro. Su misión es vital: si no logran retener el tiempo suficiente a las tropas de Yagüe, decenas de miles de soldados leales serán aniquilados. Ningún defensor sobrevivirá al ataque franquista, pero la bolsa del Ejército Popular se salva.

Las fortificaciones en las que trabajamos en el lugar de Reïmats han sido muy alteradas por los trabajos agrícolas. De la trinchera superior del cerro donde excavamos apenas se conservan los vértices de los zigzags, porque un canal de irrigación la ha destruido en su mayor parte. Nos concentramos en el escasísimo espacio que nos queda y no albergamos muchas esperanzas.

Pero nada más comenzar a limpiar el corte del canal, nos llevamos una enorme sorpresa.

En uno de los vértices del zigzag, salvado milagrosamente de la pala excavadora, encontramos in situ e intacto el cadáver de un defensor republicano. La exhumación va revelando poco a poco detalles de este soldado y de su muerte.

Sabemos que cayó bajo la metralla: un fragmento seccionó en dos su fémur derecho y se incrustó profundamente en el hueso; nueve trozos de metralla están alojados en el interior de su caja torácica, igualmente en el lado derecho. La explosión debió arrancarle la mano del mismo lado: el cúbito aparece roto a la altura de la muñeca y no hemos encontrado restos de los dedos. El pie izquierdo se encuentra retorcido en una posición imposible bajo la pierna derecha.

El soldado se derrumbó de espaldas, sobre su mochila, en la misma posición donde había estado disparando frenéticamente. El suelo apareció cubierto de casquillos de Mosin Nagant. Es fácil imaginarse a las tropas de Yagüe avanzar inexorablemente ladera arriba, mientras el suelo de las trincheras republicanas se colmata de vainas expulsadas por los fusiles de los defensores. En otro de los zigzags que excavamos aparece medio centenar de casquillos, mezclados con cartuchos de Mosin y de Máuser español.

El soldado que exhumamos se derrumbó con todo su equipo y nadie se molestó en recogerlo: trinchas de lona (cuya huella ha quedado marcada en el óxido de los pasadores y hebillas), cinturón, chaqueta, botas, macuto, bolsa de costado, tres cargadores sin usar de Mosin, dos granadas de fragmentación polacas, escudilla para el rancho, una taza metálica, una botellita de vidrio verde tapada con un corcho (de licor o de medicina) que se hizo añicos al desplomarse el cuerpo. Otros objetos corroídos que aún no hemos podido identificar.

El soldado de Reïmats es una persona que sacrificó su vida para que miles de sus compañeros pudieran salvarla. Excavar su cuerpo es recordar su muerte y honrar su memoria.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Excavando búnkers en el Ebro

Comenzamos una nueva andadura arqueológica.

Esta vez se trata de uno de los míticos campos de batalla del Ebro, concretamente un cerro fuertemente fortificado en las afueras de La Fatarella (Tarragona).

Aquí luchó el XV Cuerpo de Ejército, comandado por el Teniente Coronel Manuel Tagüeña, que tenía entonces 25 años. La misión del XV Cuerpo en otoño de 1938 era frenar el avance franquista y permitir la retirada ordenada del ejército republicano, cosa que lograron a costa de grandes sacrificios. Entre el 15 y el 16 de noviembre de 1938 las últimas tropas de la República cruzan el Ebro.

A poco más de dos kilómetros de La Fatarella se ubica parte del cinturón defensivo construido por el XV Cuerpo. Se trata de una obra impresionante en la que alternan trincheras, refugios y fortines de hormigón armado. De hecho, parece que todo el cemento que se ahorraron en las fortificaciones de Guadalajara lo emplearon aquí.

El problema de los búnkers de La Fatarella es que estan sumamente colmatados por las labores agrícolas. Hemos tenido que recurrir a una pala excavadora para retirar toneladas de tierra y piedra. Pero el trabajo empieza a dar resultado: bajo la tierra surge un potente nido de hormigón con sendas trincheras de acceso, excavadas en la roca madre.

En la imagen podéis ver el proceso de descubrimiento del búnker. Sigue la excavación de cerca Joan, el dueño de una de las fincas donde estamos trabajando. Joan está dispuesto a dejarse perforar de arriba abajo su terreno para que saquemos a la luz las trincheras de la guerra ¡Todo un ejemplo de amor por el patrimonio! Aprovechamos desde ya para darle las gracias por su generosidad y entusiasmo.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Despedida de Abánades

Nos vamos de Abánades después de otra experiencia inolvidable, tanto desde un punto de vista científico como humano. Queremos agradecer una vez más el apoyo de toda la gente que ha hecho esta campaña posible.

Nuestra deuda con Jorge Fernández Bricio, Ismael Gallego, Jose María Gutiérrez y Javier López se incrementa cada año. A todas las atenciones y apoyo logístico habituales (que incluyen fotografías profesionales, copias de documentos inéditos y gestiones) se unen este año dos colchones, un jamón ibérico, sorbetes de limón (receta especial), docenas de zumos de piña y dos toneladas de cookies. Agradecemos otra vez la hospitalidad de los vecinos de Abánades, sus deliciosos tomates y ciruelas y sus historias de la guerra y la posguerra. Julián Dueñas ha sido un colaborador imprescidible a la hora de comprender el complicado mundo de las operaciones militares en el sector de Abánades: su disposición a facilitarnos todo tipo de datos de archivo sobre los sitios que investigamos es encomiable. La Asociación Frente de Madrid sigue siendo un recurso clave para animar las trincheras y para identificar objetos que aparecen en ellas. Gracias también a Natalia Junquera, de El País, por desplazarse hasta el Alto del Molino para informar sobre la jornada de puertas abiertas y a la Cadena Ser por cubrir la excavación en varios programas.

Este año queremos dar las gracias muy especialmente a Mari y Domin, que nos han alimentado cada noche y nos han hecho sentir como en casa. Sin la información de Domin sobre los sitios de la guerra, este proyecto sería inviable y sin su tractor-pala todavía estaríamos reenterrando los sondeos de Alto del Molino ¡Os echaremos de menos!

Dejamos Abánades (temporalmente) con esta serie de fotos del día de puertas abiertas, obra de Jorge Fernández.

Correaje

Uno de los cadáveres de soldados franquistas que hemos exhumado en la paridera de la Enebrá Socarrá fue enterrado con todo su equipo. En esta fotografía podéis ver parte de sus correajes, nada más salir de la fosa.

Mañana abandonamos Abánades por este año y ponemos rumbo a nuestro nuevo destino: La Fatarella (Tarragona), uno de los escenarios de la Batalla del Ebro.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Murieron con las botas puestas

Estos son los pies de uno de los más de 200 soldados que cayeron en la batalla de la Enebrá, en abril de 1938. Los cadáveres quedaron abandonados en tierra de nadie durante cerca de un año. Nadie pudo ir a recogerlos y darles sepultura mientras duró la guerra. Al acabar esta, un vecino de Abánades los enterró en el corralón de la paridera. Esto explica que los huesos que hallamos se encuentren en su mayor parte desarticulados. No así los dos pies de la imagen, uno de los cuales fue a parar a la fosa dentro de su zapato.

El mismo que se calzó su dueño el último día que pasó con vida.

Las insignias de los caídos

Los hallazgos de hoy en la paridera de la Enebrá Socarrá nos permiten conocer algo más sobre la identidad de algunos de los soldados franquistas caídos en el asedio: una insignia de infantería para cuello o gorra, unos gemelos (¿?) y, quizá lo más interesante, una chapa de identificación de un miembro de la Falange vallisoletana. El número que figura en la chapa debería llevarnos al nombre de la persona que murió en la paridera.

Fin de Campaña en el Frente Norte

Con una mezcla de tristeza y cansancio, hemos finalizado el trabajo de campo de la Campaña del Frente Norte, centrada en el cueto de Castiltejón (Puebla de Lillo, León). Nos traemos en la mochila recuerdos y experiencias, toneladas de información de diverso tipo, materiales, amigos y una idea, regresar.

Se termina el trabajo de pico y pala, pero empieza el de laboratorio y ordenador. Ahora toca sintetizar toda la información obtenida para ir colocando las piezas perdidas del puzzle de ésta Historia. Los partes de guerra dan paso a las latas de leche condensada, las balas y los botones.

Solo nos queda agradecer profundamente a todas aquellas personas que, de una forma u otra han colaborado con nosotros. Y como no, a todo el equipo de arqueólogos y estudiantes que han hecho posible este proyecto, aportando trabajo e ilusión a partes iguales. Sin ellos, el frente no hubiese existido.

Trincheras en el Frente Norte

Estampas 2011. Trincheras from AV2 on Vimeo.




Estampas- Trincheras
El Proyecto de Excavación en el Frente Norte continúa, a pesar de que haya finalizado el trabajo de campo. Si algo ha caracterizado ésta intervención, ha sido la colaboración desinteresada de muchas personas que han aportado su granito de arena para enriquecer el resultado final.

Hoy os acercamos una de esas colaboraciones. El grupo audiovisual AV2 ha realizado una de sus conocidas "Estampas" recogiendo una síntesis de nuestro trabajo de campo en toda su extensión, desde la mera excavación hasta la recogida de testimonios. Además, gracias a su trabajo contamos con la digitalización de la entrevista realizada a Laudelino y Tina de Cofiñal, las imágenes de diversos enclaves como el Fortín de Alboleya o las posiciones republicanas bajo el Pico la Granda, entre otros. Poco a poco, iremos desglosando los resultados de ésta magnífica colaboración. Desde aquí, queremos agradecer profundamente la colaboración y el trabajo de estos amigos, así como el de Sandra, que aportó imágenes al proyecto y de cuyo trabajo estaremos también muy pendientes.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Hay cadáveres


Hay un largo poema del argentino Néstor Perlongher que comienza así:

Bajo las matas
En los pajonales
Sobre los puentes
En los canales
Hay Cadáveres

En la trilla de un tren que nunca se detiene
En la estela de un barco que naufraga
En una olilla, que se desvanece
En los muelles los apeaderos los trampolines los malecones
Hay Cadáveres

En las redes de los pescadores
En el tropiezo de los cangrejales
En la del pelo que se toma
Con un prendedorcito descolgado
Hay Cadáveres

En lo preciso de esta ausencia
En lo que raya esa palabra
En su divina presencia
Comandante, en su raya
Hay Cadáveres

En las mangas acaloradas de la mujer del pasaporte que se arroja
por la ventana del barquillo con un bebito a cuestas
En el barquillero que se obliga a hacer garrapiñada
En el garrapiñero que se empana
En la pana, en la paja, ahí
Hay Cadáveres

Las exhumaciones de la última década en España transmiten una impresión semejante a la de este poema: por todas partes hay cadáveres. En las cunetas de las carreteras, frente a las tapias de los cementerios, junto a los campos cultivados, a las afueras de los pueblos. Hay cadáveres.

En Abánades los vecinos recuerdan los montes esparcidos de muertos tras la guerra. Los recogían y los sepultaban bajo montones de piedras o en las trincheras. Ayer, durante las excavaciones en el corralón de la Enebrá Socarrá aparecieron restos humanos: un amasijo de huesos, entre latas y fragmentos de metralla. Es lo que queda de los regulares del 266 batallón marroquí.

En las parideras, en las cerradas. También hay cadáveres.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Cosas que explotan

Aparición de una espoleta in situ durante la excavación de la Enebrá Socarrá

Cosas que explotan y lanzan fragmentos de acero candente. Que arrancan miembros y colapsan pulmones. Que aparecen de repente al excavar la tierra y todavía, setenta y cinco años después, dan miedo.

La espoleta se coloca en la parte superior de los disparos de artillería para hacer detonar su carga explosiva, la cual a su vez rompe el envoltorio metálico del proyectil y lanza los fragmentos a gran velocidad en todas direcciones.

En la paridera de la Enebrá encontramos decenas de fragmentos de metralla de todos los tamaños y de todas las formas: hierros punzantes, cortantes y retorcidos. En la parte delantera de la paridera, en el denominado 'corralón' apareció la espoleta de la imagen, todavía activa. Pertenece a un proyectil de 45 mm disparado por un tanque ruso T-26. En diversos puntos de la paridera nos han aparecido varios fragmentos de metralla correspondientes a este tipo de proyectil. Los regulares asediados tuvieron que hacer frente, pues, no sólo a disparos de ametralladora y fusil, granadas, morteros y artillería pesada, sino también al embate de los tanques soviéticos.

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Agradecemos a Rodrigo Gómez la identificación de la espoleta.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Hasta el último hombre

Cuentan los vecinos de Abánades que durante la ofensiva republicana de marzo y abril de 1938 un grupo de soldados franquistas se vieron acorralados por los republicanos en el lugar de la Enebrá Socarrá. Buscaron refugio en una paridera y su cerrada -el recinto de piedra anejo a la paridera donde pacen los corderos. Después de resistir un tiempo, apoyados según dicen por avituallamiento aéreo, acabaron siendo aniquilados por el enemigo.

Hoy comenzamos a investigar este lugar. Y los resultados arqueológicos parecen confirmar la historia. En lo que llevamos decapado del interior de la paridera han aparecido más de 150 objetos, entre los que se cuentan casquillos, cargadores, balas, cartuchos y numerosos fragmentos de metralla. Hemos identificado elementos pertenecientes al menos a cuatro proyectiles distintos de mortero de 81 mm y partes de dos granadas de fragmentación, las cuales indican combate a corta distancia. Los casquillos percutidos nos informan de que los soldados se defendían con Máusers alemanes de 7,92 mm. Las balas que recibían eran de Mosin Nagant ruso y Máuser español de 7 mm. Han aparecido además tres casquillos percutidos pertenecientes a dos pistolas distintas. Los hallazgos nos permiten hacernos una idea del horror que se debió vivir en este lugar.

En la fotografía se puede ver la paridera después del decapado superficial. Cada bolsa de plástico indica un objeto, que será posteriormente registrado con la estación total.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Día de puertas abiertas en Abánades

El pasado domingo celebramos la jornada de puertas abiertas en Abánades correspondiente a la campaña de 2011. Una vez más contamos con la inestimable colaboración de la asociación Frente de Madrid, que volvió a lograr que las trincheras de la muerte cobraran vida. Los compañeros de Frente de Madrid son, además, un complemento imprescindible a nuestra labor arqueológica, porque nos ayudan a identificar piezas que no conocemos y comprender el uso de objetos extraños o aparentemente familiares.

En general, las jornadas son para nosotros una oportunidad no sólo para enseñar nuestro trabajo, sino para aprender de los demás: de la gente de Abánades y los alrededores que nos cuenta sus experiencias o memorias de la guerra y la posguerra, de los investigadores que trabajan en campos cercanos al nuestro y de los especialistas militares que nos explican el esotérico mecanismo de un disparo de artillería. A todos ellos y a cuantos nos visitan en las excavaciones queremos mostrar desde aquí nuestro más sincero agradecimiento ¡Os esperamos el próximo año!

Conferencia en Lillo


Como colofón a la campaña de excavación en el cueto de Castiltejón vamos a realizar una conferencia en el Aula de la Naturaleza del Valle del Porma (Puebla de Lillo). En ella expondremos el proyecto, el desarrollo de la guerra en la zona y las primeras impresiones de esta primera campaña de excavación. Con esta conferencia pretendemos entablar diálogo con la comunidad local estableciendo un foro, así como mostrar el potencial económico y social que tienen este patrimonio contemporáneo como polo de desarrollo.

martes, 13 de septiembre de 2011

Casco no retornable



Aquí tenéis un casco checo utilizado por un soldado republicano que acaba de cedernos Juan Carlos Trevissón García, entusiasta aficcionado a la Arqueología de Puebla de Lillo. Este objeto fue encontrado al pie del cueto de Castiltejón, en una zona plagada de puestos de tirador que completa el sistema defensivo de este paso natural hacia San Isidro. La tierra tiene memoria y los objetos también. Todavía presenta dos orificios de sendos balazos que debieron de acabar brutalmente con la vida de un soldado anónimo. Pocos objetos muestran la crudeza y el horror de la guerra como éste. Otro colaborador del proyecto, el estudiante de Arqueología Pablo Robles, de Cofiñal, nos ha enseñado una posición republicana sobre Cofiñal, perfectamente preservada. Probablemente se trate de un campamento base que nos recuerda a la bolsa de Bastogne en la batalla de las Ardenas. Un robledal ha conservado intactas las estructuras y los materiales. Es posible que fuese abandonado súbitamente con el avance nacional hacia el puerto de Tarna. Sólo así se explica el paisaje fantasmagórico: latas de conserva recién abiertas, botellas de Jerez in si tu, cacerolas de rancho, cerraduras de bahúles, calzado y restos de ropa... sólo faltan los milicianos. El jueves trabajaremos en esta nueva posición.

Paisaje, Trauma y Memoria


Esta zona del Frente Norte es un paraíso natural. Esta potencialidad paisajística se refleja en la oferta turística de la región, con sus centros de interpretación de la fauna salvaje y sus aulas de naturaleza. El propio entorno del cueto de Castiltejón es un hito dentro de este espacio. Si embargo, gracias a la Aarqueología del Paisaje sabemos que este tipo de espacios son una construcción cultural, el resultado de una apropiación simbólica que genera auténticos espacios de memoria. La colaboración de miembros de la comunidad local y de la gente que nos vino a visitar en las jornadas de ayer permite poner nombre y recuperar espacios olvidados, que estamos registrando en nuestros trabajos de prospección. Como las fosas comunes de soldados de la guerra emplazadas en el fondo de valle, al pie de Castiltejón. O el torreón de Lillo, espacio de reclusión y de tortura. O el denominado Campo de los Buitres, sobre Cofiñal, en donde en los años 40 la gente iba a extraer los empastes de oro de los cadáveres de los soldados republicanos acribillados por la aviación. Lugares de memoria relacionados con historias de terror, violaciones, fusilamientos y humillaciones. Los Picos de Europa también son un espacio traumático que ni la niebla puede borrar.

Fotografía: soldados en la Cornisa Cantábrica.

Abierto por obras



El pasado Domingo día 11 de Septiembre celebramos en Castiltejón una jornada de puertas abiertas en la excavación. A ella asistieron más de cien personas de los lugares más dispares, desde gente de Aturias y León hasta gente de Madrid o Sicilia. Esta jornada fue un éxito, con presencia de la prensa (abajo os dejamos el enlace a la noticia del Diario de León), y un interesante debate que se generó entre los asistentes sobre la arqueología pública, la Guerra Civil y la recuperación del patrimonio contemporáneo. Por todo elló agradecer a todos los que se dicidieron a pasar por la intervención, así como a las asociaciones invitadas a estas jornadas, especialmente a Arama y a Pozo Grajero por su asistencia.
Para este Viernes tenemos previsto realizar una Conferencia en Puebla de Lillo, pero ya os iremos informando.

http://www.diariodeleon.es/noticias/provincia/el-cueto-de-castiltejon-pretende-convertirse-en-un-reclamo-turistico-de-zona_631696.html

domingo, 11 de septiembre de 2011

Catalanes en la Alcarria

Este año hemos decidido celebrar la Diada en Guadalajara encontrando este botón con el escudo de Cataluña. Apareció en el interior de la paridera, a dos palmos de la chapa de identificación de un soldado de la 138 Brigada Mixta. Resulta que dicha brigada se constituyó en Cataluña y estaba compuesta, naturalmente, por reclutas de dicha procedencia. Uno de ellos llevó este botón hasta el Alto del Molino.

Me cuenta Julián Dueñas que entre los anónimos combatientes de la 138 había una persona ilustre: Joaquim Soms. Se trata de un afamado compositor de sardanas entre cuyas composiciones figura "Catalanes en la Alcarria", que se acabó convirtiendo en himno entre los soldados de Cataluña que lucharon en el frente de Guadalajara.

Sirva pues esta entrada de homenaje a Don Joaquim, que a sus 97 años es un testimonio vivo del conflicto y de la represión franquista.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Laudelino de Lillo



Entrevista a Laudelino Sánchez, 88 años. Puebla de Lillo, 7 de septiembre de 2011-09-10

Cuando estalló la guerra, hubo tres o cuatro días que no se sabía nada. Nosotros teníamos la concesión de correos en Lillo, teníamos la exclusiva de correos. Los de la junta mandaron a mi hermano Teodoro, que tenía diecisiete años, en bicicleta, a informarse a Boñar. Allí ya le dieron un litro de aceite de ricino. En septiembre fue el primer ataque. Empezaron los fusilamientos, como los de dos hermanos que cantaban muy bien, los tuvieron cantando toda la tarde y los liquidaron por la noche. Uno llevaba los pantalones de la guardia civil. Los chicos vimos cómo los fusilaban y los enterraban.

En la cima de la torre había un lanzabombas de madera.

Aquí días antes del Movimiento paraba mucho en casa a comer el teniente Emilio, de Asalto, que después huyó de León, marchó para Portugal pero la policía portuguesa lo entregó y lo mataron el mismo día con otros catorce. En León mataron a la cúpula del Frente Popular, al presidente del Frente Popular, Félix Sampedro.

Aquí la maniobra final de la guerra fue cuando los envolvieron [a los republicanos] subiendo por las cumbres, los rodearon por Barbadillo, que fue uno de este pueblo, de Lillo, quien les mostró el paso. Aquí como frente no hubo mucho. Yo me acuerdo de lo de la Peña del Águila, allí los moros caían como chinos. En Peña del Águila hubo mucho lío. Y en el pico Cueto, en donde fue la mayor batalla, allí no estuvieron los navarros. Y en Peña Agujas también hubo lucha. Yo tenía catorce años. Hasta el ataque de mayo del 37 sólo hubo tiros aislados. Cuando llegó la artillería el 15 de mayo, de cada cien bombazos que mandaban explotaban 20. Los de la mehala de Gómara entraron en el pueblo cuando cayó el frente, en octubre del 37, yo estaba delante de mi casa. El jefe de la mehala descendía de Redipollos, estaba medio sordo. En Tarna un moro violó a una mujer, y lo fusilaron delante de todos para dar ejemplo.

Los republicanos tenían tres batallones en cada puerto, el que mandaba era Silvino Morán. Pero no tuvieron nada que hacer, aquello fue traición todo. Y otras cosas. Cuando empezó la ofensiva nacional sobre el puerto de Tarna, el resposable republicana llama a Mieres y la telefonista le dice que espere que tiene prioridad la llamada de los civiles, que son los pagan.

El tabor de regulares estaba en Boñar. Una Compañía de Asalto de Gijón estaba en el pico Cueto. A la gente de Cofiñal los evacuaron el día de San Marcos, el 25 de marzo. En la carretera tenían una batería de artillería del 12 o 14. En Cerecedo, una casilla de camineros estaba repleta de moros. Fueron quienes mataron al dueño de un bar.

Los cuerpos de los muertos de la batalla de mayo del 37 se guardaban en la cochera de mi padre, yo recuerdo haber contado unos cuarenta un día que entré allí. La centuria de Falange estaba al mando de un militar, Álvarez Cristo.

Estábamos escuchando la radio en el salón, eran las 10 de la noche cuando entraron; venían de Boñar; escuchamos los primeros cañonazos, era el 14 de mayo de 1937.

Muñoz Grandes dirigía una división y media de Navarra y tercios de requetés.

También me acuerdo muy bien cuando un avión italiano hizo un aterrizaje forzoso cerca del cuartel de la guardia civil. Lo habían alcanzado en el radiador. El piloto era un sargento canario. Era un caza de los italianos del aeródromo de la Virgen del Camino en León.

Eso de que Tarna lo quemaron los rojos era una mentira. En la casa del Cónsul se veía el impacto de una bomba que abría en V, era evidente que lo bombardearon los nacionales.

Antes de la guerra en Lillo no había comunistas, había republicanos de Azaña y de la Unión Republicana de Gordón Ordás. Socialista sólo había un vecino con carnet. Los falangistas venían de Boñar. Aquí mataron a todos los soldados republicanos que se entregaron al caer el frente. Pasearon a unos cuantos. También los falangistas asesinaron al maestro de Valdecastillo. Mataron mucha gente. Como el falalngista aquel que trabajaba en los almacenes Los Prados de León, que le metió el tiro de gracia a uno, eso me lo contó el que que excavó la tumba, que todavía le partieron las piernas al cadáver para que entrara en la fosa, y le robaron las botas.

El general Aranda estuvo aquí, en Lillo, yo lo ví. El teniente coronel Ceano dirigía una columna que pasó por aquí, camino de la Ferrerina por un camino antiguo de carro.

Mi hermano hizo la guerra con la República, se entregó en Villamanín, a un coronel que los llevó directamente a San Marcos a León, y se libró por eso. Aún así le cayeron siete años y doce más por haber participado en la fuga del fuerte de San Cristóbal en Pamplona.

Tras la guerra se hizo dinero con el negocio de la ferralla, que había unos gallegos en Boñar que mandaban vagones llenos a Bilbao.

Dos vecinos de Lillo, que eran primos, Pepe Cristo y Manolo, se pasaron una temporada en el cueto de Castiltejón, excavando para ver si encontraban el vellocino de oro que dejaron los moros; sería por los años 34 o 35, pero no encontraron nada.

Fotografía: torreón de Puebla de Lillo bombardeado durante la guerra.

Parapetados



Hoy hace una semana que el Cuerpo de Arqueólogos N.194 tomamos la posición de Castiltejón, excavando diversos elementos defesinvos en la ladera del cueto (Abrigos, Trinchera, Puesto de tirador). Aunque ha sido poco tiempo ha sido sufiente para ganar la primera batalla al olvido, asomándonos a una riqueza patrimonial (tanto material como inmaterial) que ha convertido un espacio marginal en un punto cultural de primer orden.

La prospección intensiva del cerro ha sacado a la luz un complejo entramado defensivo formado por trincheras, parapetos, abrigos, bunkers... que rodean el cerro formando una línea infranqueable, como alfinal demostró la historia.

También se ha ganado la primera batalla a la memoria. Nuestra presencia en la posición ha servido para recordar un pasado oscuro de la historia reciente, necesario para superar traumas colectivos, así como para recuperar la historia de tantas y tantas personas que sufrieron un conflicto desgarrador. Los supervivientes puede que no se acuerden de los que desayunaron, pero nunca se olvidarán de los que fueron esos años. Muchas veces la historia es algo frío, cifras, datos..., pero nunca hay que perder de vista que está protagonizada por personas normales como nosotros, no por "grandes personajes" o "grandes batallas".


La posición estará tomana una semana más por nosotros y prometemos luchar para seguir ganando batallas al olvido. Esperemos que cuando marchemos sea la memoria y la colaboración de ciudadana la que siga ocupando esta posición.


Mañana nos vemos en las trincheras.


Aquí os dejamos los enlaces de prensa de los últimos dos días:





jueves, 8 de septiembre de 2011

Castiltejón: cittá aperta


Como se ha comentado en este blog en numerosas ocasiones la Arqueología no sólo complementa la fría información aportada por los textos, las mentiras vertidas en los partes militares o la tradición oral sino que aporta visiones bastante más cercanas a la realidad histórica si es que eso existe. Esto es lo que está pasando en Castiltejón, una posición olvidada por la Historia con mayúsculas y la propia comunidad local, concebida como un espacio periférico, marginal en el contexto de la guerra del Frente Norte. Pero en el momento en que hincamos el paletín en la tierra, Cstiltejón revive como espacio bélico y referente simbólico en el paisaje tradicional de la zona. A este respecto, nuestro trabajo está dando sorpresas, de las que tendréis noticias mañana mismo. Hoy queremos invitaros a participar en la jornadas de puertas abiertas organizadas por la Universidad de León y el CSIC para este próximo domingo, al mismo tiempo que nuestros compañeros que están excavando en Abánades (Guadalajara). Estaremos atrincherados en el cueto de Castiltejón todo el día. En vez de balas, esta vez os recibiremos con una experiencia arqueológica sugerente.

Historia de una paridera

Botón de Fernando VII

Al excavar sitios de la Guerra Civil, inevitablemente nos encontramos trazas de épocas anteriores. La arqueología nos permite estudiar la microhistoria de los lugares, una microhistoria que, en casos como la paridera de Alto del Molino, quedó interrumpida para siempre por la guerra.

Por los datos con que contamos, el corral de ovejas se debió construir durante el reinado de Fernando VII (1813-1833). O por lo menos estaba en uso en ese momento, pues en el interior localizamos un botón de los llamados patrióticos, con la efigie del monarca.

Sin embargo, cuando se edificó la paridera, el lugar ya se utilizaba intensivamente -aunque no hubiera construcciones. En el sondeo que realizamos junto a la pared oriental comprobamos que el muro se levantaba sobre una espesa capa de ceniza y carbón: se trata de una de las muchas carboneras que había en esta zona. La excavación del basurero durante la guerra también cortó una paridera antigua. Si el corral se construyó encima, eso quiere decir que la paridera es, al menos, de fines del siglo XVIII. La práctica de fabricar carbón con quejigo ha permanecido inalterada hasta hace muy poco tiempo: todavía hoy se pueden ver calvas en el terreno, cubiertas de tierra cenicienta, dejadas por esta actividad tradicional.

La paridera continuó en uso a lo largo del siglo XIX, como prueban las dos monedas de cinco céntimos (perras gordas) de 1870, recuperadas también en el interior de la paridera. Estas monedas, no obstante, continuaron en uso hasta después de la Guerra Civil. En algún momento anterior a la guerra la construcción quedó abandonada y se fue arruinando. Lo sabemos porque los restos de 1938 aparecen directamente sobre el suelo de la mitad oriental de la paridera, pero no están cubiertos por derrumbe: el corral ya no tenía tejado en esta parte. Seguramente los soldados retiraron el escombro para ocupar el espacio interior. Sólo la parte occidental del edificio conservaba aún la cubierta (si es que no la recolocaron los soldados), la cual se acabó de caer al terminar la guerra. Las tejas sepultaron aquí los restos de la Guerra Civil.

La última fecha que tenemos para la paridera es 1945. Es el año que aparece estampado en una lata recuperada en el exterior de la paridera. Apareció en la superficie de una de las fosas de la Guerra Civil, que quizá algún vecino acabó de rellenar después del conflicto. Nadie restauró el edificio. El paisaje de la guerra quedó así fosilizado.

Hasta que llegamos nosotros.

Basurero

Arriba: parte superior del basurero, con una botella de coñac y tejas de la paridera. Abajo: cota inferior, con acumulación de latas.

Ayer acabamos la excavación del basurero. En total han aparecido casi 400 piezas, entre latas, casquillos, cartuchos, cajas de munición, monedas, botellas, medicinas, tinteros, botones y otros objetos. En el fondo de la fosa de basura localizamos una chapa metálica, aparentemente de una caja de munición, con sello de plomo en cirílico. En la primera línea se lee TGZ.

Hemos abierto tres nuevas fosas, pero no nos ha acompañado la suerte del primer día. En una aparecieron sólo cinco latas; una de ellas, además, salió cerca de la superficie y está datada en 1945. En una tercera fosa no encontramos nada: parece que los excavadores la abandonaron en seguida, al encontrarse con el afloramiento rocoso. La cuarta promete más, aunque por ahora estamos simplemente levantando la capa de piedras superficial. Nuestra interpretación provisional es que se trata de zanjas de letrina, una de las cuales se reutilizó como basurero.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

La Vaquilla (de Abánades)

Cuentan los vecinos de Abánades que, durante la guerra, las tropas nacionales consiguieron hacerse con una vaca, todo un botín en circunstancias bélicas y particularmente en una zona donde abundan las ovejas y las cabras pero el ganado vacuno brilla por su ausencia.

Cuando se preparaban para el sacrificio, la vaca, que debió olerse aquello, huyó al trote de las posiciones franquistas y en dirección a las líneas republicanas. Los soldados nacionales salieron corriendo detrás de ella, pero al ver que no conseguían darle alcance y al llegar a las afueras del pueblo, donde se exponían al fuego republicano, comenzaron a disparar para acabar con el animal. Mejor para los buitres que para los rojos, debieron pensar.

El caso es que la vaca logró zafarse (a esas alturas del conflicto debía de tener ya experiencia militar) y alcanzó sana y salva las filas republicanas. La proeza fue en balde porque los soldados del otro lado dieron cuenta de ella sin contemplaciones. No satisfechos con su triunfo, se dedicaron además a fastidiar a los perdedores, gritando "¡Qué ricos están estos filetes!", "¡Cómo nos estamos poniendo!". Según los testimonios, el destino del animal fue el Alto del Molino.

Pues bien, ayer mientras excavábamos la trinchera 1 de Alto del Molino, nos encontramos varios huesos de vaca troceados: un fémur, una vértebra y varias costillas. La impresión que da es que la habían descuartizado por allí ¿Será la famosa vaca fugitiva? Nosotros queremos creer que sí. Abajo podéis ver lo que los republicanos dejaron de ella.