sábado, 11 de abril de 2015

Pequeños objetos, grandes historias

Los objetos arqueológicos que cuentan las historias más interesantes no son, necesariamente, los más espectaculares. Esto es particularmente cierto en el caso de la Guerra Civil Española. Algunas cosas humildes esconden grandes historias - grandes porque están ligadas a hechos fundamentales de la historia del siglo XX o grandes por lo que tienen de misteriosas e intrigantes. Veamos tres ejemplos:
He aquí una pieza anodina donde las haya: un enganche metálico. Pero no es un enganche cualquiera, sino el de una máscara antigás alemana M-1930, con su pintura Feldgrau original. Apareció en un corral reutilizado como base temporal por un pelotón de soldados franquistas, concretamente parte de las tropas que pararon la gran ofensiva republicana en el Alto Tajuña, en abril de 1938. Las máscaras antigás formaban parte, por lo que se ve, de su equipamiento, pese a que no se llegaron a utilizar - ni aquí ni en ningún otro frente. Al menos para defenderse de ataques con gases tóxicos. No es el único elemento de máscara que localizamos en la zona. De hecho, encontramos con cierta frecuencia filtros, gafas y otras piezas. 

Contenedores de máscaras antigás alemanas: en la cinta de tela va el enganche metálico que encontramos.

Después de la Primera Guerra Mundial, el bombardeo químico se convirtió en una fantasía colectiva equivalente al de la bomba atómica después de la Segunda. Escritores de ciencia ficción, políticos y ciudadanos imaginaban grandes metrópolis arrasadas por gases tóxicos y los ejercicios de protección civil se centraban sobre todo en el manejo de máscaras. La catástrofe no llegó a materializarse, como no lo hizo el holocausto nuclear (por ahora). Pero millones de soldados cargaron con un equipo inútil en varias guerras ante la eventualidad de un ataque. No quiere decir eso que el combatiente de a pie tuviera necesariamente miedo de un ataque químico. Hace ya unos cuantos años compré una máscara M-1930 a un veterano de la Guerra Civil Española. Quitándole importancia al artefacto, me dijo: "cuando salíamos corriendo, esto es lo primero que tirábamos".

 
La siguiente pieza es humilde para nosotros, pero seguramente no para el soldado que la perdió durante los combates de la Enebrá Socarrá, también en el Alto Tajuña en abril de 1938. Es lo que queda de un reloj. El uso de relojes todavía no era habitual en la España de los años 30, al menos en el mundo rural del que provenían una gran parte de los combatientes. Tenemos que hacer un esfuerzo para ponernos en el lugar de esos soldados que no sabían leer o escribir (o apenas), para quienes el espacio se reducía a su pueblo o su comarca y para quienes el tiempo no se medía necesariamente por horas, minutos y segundos. 

Para ellos tuvo que ser un shock la guerra moderna, que es inseparable de la cronometría: recordemos el mítico "sincronicemos nuestros relojes" de las películas bélicas, el Día D, Hora H, o las espoletas de tiempos de algunos explosivos (que no dejan de ser relojes mortíferos). La cronometría de la guerra, además, es solo una parte de la obsesión por sincronizar el mundo que caracteriza el desarrollo del capitalismo en el siglo XIX: sin una cronometría exacta no hay ni globalización ni producción en serie. 

Los relojes personales se fueron popularizando durante el primer tercio del siglo XX y se convirtieron en una posesión preciada. Tan ligados están a la identidad de una persona que cuando hoy los recuperamos en las fosas comunes llaman nuestra atención tanto o más que los huesos humanos. Se cuenta de algunas personas que tuvieron que comprar el reloj de su familiar a la persona que lo había asesinado - como si compraran un miembro de su cuerpo. Y quizá, en cierta manera, estuvieran comprando una parte de su ser querido.

La última historia no es una gran historia en sentido estricto. Pero es sí es una historia intrigante. Se trata de una estrella metálica de seis puntas. Este tipo de estrella iba prendida en la galleta de pecho que llevaban los alféreces del ejército sublevado. No tendría nada de peculiar si no fuera por el lugar en el que apareció: el fortín de la paridera del Saso, a las afueras de Belchite. Sabemos que esta posición estaba comandada por el alférez Jesús Moreno Corella. Durante los días caóticos de la batalla de Belchite en agosto de 1937 las informaciones sobre el Saso son contradictorias. 



Alférez con parche de pecho en el que se puede observar la estrella de seis puntas.

El historiador militar Martínez Bande afirma que la paridera se rindió sin resistencia porque Jesús Moreno fue traicionado por un cabo que lo asesinó y entregó la fortificación al enemigo. En otros testimonios, sin embargo, parece colegirse que sí hubo algún tipo de enfrentamiento. En nuestras excavaciones localizamos numerosos testimonios de combate en forma de casquillos, balas, metralla, espoletas de artillería, granadas de mortero, espoletas de granada de mano, bolas de metrallero y otros elementos bélicos.

Arqueológicamente no podemos decir qué pasó exactamente con Jesús Moreno, pero algo pasó. La estrella aparece al lado de lo que debieron de ser unos pantalones (se conservan las hebillas y un botón) y una cantimplora. Todo está mezclado con casquillos percutidos y espoletas de granada. Es posible que al alférez Moreno lo mataran a la entrada del fortín, donde quizá estuviera dirigiendo la defensa contra el ataque republicano. Quizá lo mató uno de los suyos, como indica el testimonio, o quizá simplemente cayó en la refriega. Por desgracia, la arqueología no es una ciencia exacta. Pero es más que posible que la estrella de seis puntas perteneciera a Jesús Moreno. Y esa estrella es la que hoy hace posible volver a contar su historia. 

martes, 7 de abril de 2015

Las Edades de Franco, ese Hombre

Fachada de la catedral de Logroño (abril de 2015).

No sé si toca o no toca tratar este tema hoy, pero como estamos en 2015, habrá que tocarlo, aunque sea de pasada. ¡Viva la muerte y muera la inteligencia! Esta es la máxima manejada por los fanáticos asesinos en todo tiempo y lugar, por esos ejércitos de liberación y de salvación que tan bien conocemos. En España, la última Cruzada fue la herramienta empleada para desmantelar todo un Estado democrático, para desmochar la Universidad, para quemar libros, para asesinar maestros, todo ello con la bendición de la jerarquía de la Iglesia Católica. En estos tiempos en los que impera el revisionismo, tenemos la suerte de contar con la materialidad generada por la construcción de la memoria de los vencedores, unos restos que se mantienen incólumes a pesar de la legislación vigente, pero que sirven de prueba para probar la complicidad de la Iglesia española con el régimen del Caudillo. Un paseo por la entonces conocida como Castilla la Vieja nos permite  abordar esta Arqueología de la memoria. Para algo hemos estudiado en la carrera Arqueología, Epigrafía y Numismática (sigue habiendo catedráticos de esta materia). En plena Semana Santa, la catedral de Logroño luce esplendorosa esta inscripción:

ESPAÑA VENCEDORA DEL COMUNISMO EN LA CRUZADA QUE LEVANTO ESTE DÍA BUSCA LA LUZ DEL IMPERIO POR LA UNIDAD POR LA GRANDEZA POR LA LIBERTAD (sic) EN EL SIGNO DE FRANCO CAVDILLO ARRIBA ESPAÑA XVII-XVIII-XIX JULIO MCMXXXVI

Algún desalmado de Podemos seguro que ha sido el responsable de este ataque con pintura a este bien patrimonial. No sé cuantos obispos (obispas creo que ninguna) se han sucedido en esta sede desde 1936, pero parece que siguen estando de acuerdo con la Santa Cruzada. Por algo la Iglesia católica no ha condenado nunca su colaboración con los sublevados. Por eso la Legión sigue escoltando pasos de Semana Santa. Vayamos ahora a Salamanca, en donde Unamuno fue vilipendiado por Millán Astray. El rutilante Palacio Episcopal recuerda al visitante lo siguiente, gracias en su día a la Excelentísima Diputación Provincial:

AQVÍ VIVIÓ Y DIRIGIÓ NVESTRA CRVZADA NACIONAL EL CAVDILLO FRANCO.

Para llegar hasta aquí uno puede contemplar estatuas de Juan Pablo II, placas inauguradas por los Reyes de España en democracia, con citas del Quijote sobre la libertad, en la calle que lleva el nombre del integrista Pla y Deniel, el cardenal que en su pastoral Las dos ciudades acuñó precisamente el concepto de Santa Cruzada. Todo encaja.

Fachada del palacio episcopal de Salamanca (marzo de 2015).


Y ya que estamos con los fastos de la mística Santa Teresa de Jesús, también nos podemos dar una vuelta por Ávila intramurallas, por esa ciudad modelada por la gente de orden, por esos tradicionalistas católicos tan bien representados en Adolfo Suárez. Nuevamente nos topamos con una inscripción que complementa otras que decoran la catedral (caídos, yugo y flechas) y que demuestran la abulia (falta de voluntad) del obispo abulense:

EN ESTA CIUDAD CUNA DE SANTA TERESA DE JESÚS Y CAPITAL DE LA PROVINCIA QUE VIO NACER A LA GRAN REINA ISABEL LA CATÓLICA NO SE TOLERARÁN OFENSAS A LA MORAL DE CRISTO BAJO NINGÚN PRETEXTO. 
ÁVILA ES LEAL, NO TRAICIONARÁ A LOS CAÍDOS DURANTE LA CRUZADA GLORIOSA POR DIOS Y POR ESPAÑA. 
ÁVILA, MAYO DE 1941. 
¡ARRIBA ESPAÑA! ¡VIVA CRISTO REY!


Plaza del Rastro Ávila (agosto de 2011).

En este año teresiano llegarán manadas de turistas a Ávila, llamados por el misticismo gastronómico. Espero que el ayuntamiento tenga a bien incluir estos recursos didácticos en las visitas, para mostrar la última fase de las Edades de Franco, ese Hombre. Y para finalizar por hoy nuestro recorrido castellano, recalaremos en la Universidad Laboral de Zamora, otro ejemplo del estilo neoherreriano al servicio del nacionalcatolicismo y del nacional sindicalismo. Ya se sabe, por el Imperio hacia Dios. En una de las entradas principales, vemos fosilizado de manera pionera el peculiar espíritu de reconciliación que inspiraría posteriormente los XXV años de paz:

PARA QUE LA SANGRE NO VUELVA A SER EL PRECIO DE LA JUSTICIA PARA QUE EL TRABAJADOR CONQUISTE SU FUTURO CON LAS NOBLES ARMAS DE LA CULTURA PARA QUE LA PAZ SEA LA BENDICIÓN DE DIOS SOBRE LAS ALMAS SE FUNDO ESTA INSTITUCIÓN SIENDO FRANCISCO FRANCO CAUDILLO DE ESPAÑA AÑO MCMLIII.


Universidad Laboral de Zamora (mayo de 2014).

Burgos y Valladolid vamos a dejarlos para otro día, mejor. En todo caso, debemos felicitar al gobierno de la Junta de Castilla y León y a la Iglesia el celo que han puesto para conservar la memoria de los vencedores. Sin duda lo han hecho porque todavía se consideran parte de ellos, de los vencedores de la guerra civil española, claro. Para algo se hizo la Santa Cruzada contra las hordas rojas, los herejes y los malos españoles. No les vamos a pedir que ricen el aceite de ricino y se pongan a cumplir la Ley y dejen de ofender a ciudadanos y fieles que forman parte de los vencidos.
Lo dicho, estamos en 2015. Los obispos españoles necesitan un curso CEAC de Concilio Vaticano II, para ir tirando.