miércoles, 28 de enero de 2015

Arqueoart en Gasteiz at War


La documentación presentada en Gasteiz at war se enmarca dentro de una propuesta de Memoria Histórica sobre documentación personal y familiar de la familia Bomati. Este proyecto se basa en la búsqueda y recuperación de un pasado común, atendiendo a diferentes fuentes de carácter institucional y familiar, para obtener un fiel reflejo del peso de esta familia de constructores de carruajes por la ciudad de Salamanca.
El pasado más trágico de la familia se lo lleva Luis Maldonado Bomati (1902-1936), poeta, literato y concejal de Izquierda Republicana del primer ayuntamiento republicano de Salamanca en 1931. Nuestra intención es dar a conocer esta historia truncada, que años más tarde fue tergiversada y manipulada por los poderes fácticos en colaboración con sus propios familiares. 
Este proyecto no conlleva apoyo y/o subvención de ningún organismo y se enmarca en las actividades de Arqueología Pública y Social que realiza la empresa ARQUEOART.

Juan I. García.



martes, 27 de enero de 2015

Las paredes del mundo

















Imola . Leningrado . Stalingrado . Berlín . Lovaina . Sarajevo . Metema . Kigali . Gaza . Kabul . Mogadiscio . Trípoli . Aleppo . Konna . Corbera . Madrid

martes, 20 de enero de 2015

Arqueología, memoria histórica y resistencia en Gipuzkoa

Defensa del póster en Gasteiz at War (Fot. de Óscar Rodríguez).

A partir de la Arqueología Pública y en comunidad, nuestro proyecto pretende estudiar sistemáticamente el sistema defensivo establecido por los combatientes vascos en los montes de las localidades guipuzcoanas de Aduna, Asteasu y Zizurkil como uno de los núcleos de resistencia principales ante el avance de las tropas sublevadas en Gipuzkoa durante los meses de agosto y septiembre de 1936. Para ello hemos organizado un campo de trabajo en el que se combina la excavación arqueológica de trincheras en la zona de Belkoain, con la búsqueda de documentación histórica y la recogida de testimonios de los habitantes de la comarca sobre la represión ejercida por el Ejército sublevado.
A través de estas actividades se ha formado a jóvenes voluntarios en conceptos de memoria histórica, en la transmisión de valores y el conocimiento de primera mano de la historia de Euskal Herria. A su vez, la recogida de la memoria oral servirá de base para cumplir con el primero de los derechos establecido por los organismos internacionales de derechos humanos: derecho a la verdad. Sólo a partir del cumplimiento de este primer principio será posible profundizar en los de justicia y reparación.
Creemos que es importante socializar los lugares de la Memoria recuperados, a  través de campos de trabajo y excavaciones arqueológicas. Por ello, se colocarán unos paneles de información en las tres localidades y se señalizarán los caminos que cruzan los núcleos de resistencia más importantes para dar a conocer los conocimientos adquiridos y los resultados obtenidos.

Campo de trabajo arqueológico en las trincheras de Belkoain (Sociedad de Ciencias Aranzadi).

También en nuestro proyecto hemos interiorizado la perspectiva de género en la Guerra Civil y en la dictadura franquista resaltando el papel que tuvieron las mujeres. Ellas fueron las verdaderas heroínas de la retaguardia, pero sobre todo las principales víctimas de la represión franquista en el ámbito extrajudicial. El retroceso en las libertades y derechos colectivos, de género e individuales durante la dictadura franquista, así como los episodios de venganza y persecución durante la postguerra, afligió especialmente a la mujer.
Gracias a todo este trabajo iniciado en 2014, la recuperación de todo este sistema defensivo permite ahondar en la divulgación de un Lugar de Memoria, hasta entonces oculto. En este sentido, la intervención arqueológica supone todo un punto de inflexión en la gestión de la memoria colectiva por parte de las comunidades locales sobre lo ocurrido en aquel trágico verano de 1936.

Iñaki Alzuguren, Abigail Amenabar, Manex Arrastoa, Haizea Bravo y Javier Buces (Sociedad de Ciencias Aranzadi).

Más información aquí.

miércoles, 14 de enero de 2015

¡Patrimonios de Jaén!

Póster de Santiago Jaén Milla en Gasteiz at war.

La arquitectura militar de la Guerra Civil es un recurso fundamental para la Didáctica de las Ciencias Sociales, tanto a nivel de educación formal como no formal. A este respecto, los y las profesionales de la Didáctica podemos y debemos participar en esta educación no formal, asesorando la musealización de espacios bélicos. Nuestro póster pretende llamar la atención a los y las docentes de Ciencias Sociales para que se impliquen en el conocimiento, salvaguarda y protección de este patrimonio.
Desde hace una década, historiadores, didactas y amantes del patrimonio en España, están empujando a diversas administraciones públicas, a recuperar y abrir al público este patrimonio bélico, que en muchos casos y a pesar del tiempo transcurrido, se encuentra en perfecto estado, para que sirva de ejemplo del horror vivido, y como no, para que se conviertan en espacios de interés turístico y didáctico.
Jaén cuenta con un extenso y variado patrimonio de la Guerra Civil, que puede y debe transformarse en lugares de memoria, de formación ciudadana y democrática, como consecuencia del desarrollo que tuvo el conflicto en nuestro país y la dura represión que se desató durante y con posterioridad a la finalización del mismo. Los espacios de la guerra tienen una enorme capacidad para interesar y conmover a los visitantes sin necesidad de contar ninguna historia a partir de recursos didácticos, pero no por eso debemos olvidar la importancia que tiene entender por qué se construyeron estos espacios y para qué: no es una cuestión menor -si queremos concienciar a los ciudadanos de los desastres de una guerra- que se conozcan fielmente las causas del conflicto y todas las consecuencias y el sufrimiento vivido. Y en esta labor tienen mucho que aportar los didactas de las Ciencias Sociales, asesorando en la musealización didáctica y en los contenidos históricos.

Detalle del refugio antiaéreo de la plaza Santiago en Jaén.

El patrimonio es útil cuando facilita y mejora la adquisición de conocimientos sobre un período histórico, y en este sentido, la arquitectura militar de la guerra Civil cumple con estas pretensiones gracias a su enorme capacidad de conmover al visitante. Las visitas didácticas que realizamos con nuestro alumnado a estos espacios de la guerra contribuyen a mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje, ya que favorecen la adquisición de conocimientos y la comprensión del período histórico y contribuyen en la formación de valores de ciudadanía y valores democráticos que debe redundar en un alumnado concienciado y comprometido con la resolución pacífica de los conflictos. Asimismo, el conocimiento adquirido de forma vivencial perdura mucho más tiempo con nosotros.
Los vestigios de la guerra, debido a su capacidad de conmover, emocionar y generar empatía hacia el que sufre, pueden y deben jugar un papel importante en la formación de una ciudadanía comprometida con los valores de la democracia y de rechazo a los enfrentamientos armados.

Santiago Jaén Milla.

Para saber más:

JAÉN MILLA, S. 2012. El refugio antiaéreo de la Plaza de Santiago de Jaén. Un espacio para la participación ciudadana. En N. Alba, F. García y A. Santisteban (eds.): Educar para la participación ciudadana en la enseñanza de las Ciencias Sociales, II. 35-42.

JAÉN MILLA, S. 2012. Un patrimonio por descubrir. Vestigios Arquitectónicos de la Guerra Civil Española. Revista de Didácticas Específicas, 6: 159-176.

JAÉN MILLA, S. y COBO HERVÁS, C. 2014. Buscando el consenso. Perspectivas de un conflicto bélico desde el punto de vista del alumnado de 6º de Primaria: la Guerra Civil Española. En J. Pagés y A. Santisteban (coords.): Una mirada al pasado y un proyecto de futuro: investigación e innovación en didáctica de las Ciencias Sociales, I: 401-10.

domingo, 11 de enero de 2015

Detectoristas y arqueólogos

Excavación irregular de un campo de batalla en Rusia. La ausencia de la arqueología académica ha dejado la arqueología del siglo XX en el país en manos de aficionados y expoliadores.

Uno podría pensar que nuestro trabajo arqueológico, dado que trata temas tan espinosos como la Guerra Civil y la dictadura franquista, suscitaría polémicas de carácter fundamentalmente político. En parte es así. Sin embargo, parece que a los que causamos mayor irritación es a los aficionados al detector de metales.

No deja de ser curioso. Al contrario que otros arqueólogos que consideran que la única relación posible con los aficionados al detector pasa por enviarlos a la cárcel, haciendo cumplir estrictamente la legislación vigente, en este proyecto siempre nos hemos mostrado dispuestos a colaborar con el colectivo, que entendemos que es heterogéneo como cualquier otro: hay detectoristas honrados y respetuosos y los hay que no o no siempre. Desde el año 2008 hemos colaborado al menos en tres ocasiones con grupos de aficionados con la idea de que la experiencia fuera fructífera para ambas partes.

Además de estar dispuestos a cooperar, entendemos perfectamente que la protección patrimonial de los vestigios de la Guerra Civil haya supuesto un shock para muchos, pues hasta hace nada las granadas y los casquillos se consideraban simple chatarra. Sin embargo, conviene recordar que no somos los arqueólogos los que estipulamos qué es o qué no es patrimonio cultural. Es la sociedad la que toma esta decisión y crea las leyes necesarias para que se proteja a través de los representantes políticos que las aprueban en los parlamentos. Los arqueólogos simplemente estudiamos y gestionamos lo que la sociedad en su conjunto decide qué debe ser preservado como parte de nuestra herencia común.

Decir que uno tiene derecho a expoliar trincheras porque hace 15 años los restos bélicos se consideraban chatarra sería equivalente a justificar que se destruyan teatros romanos para reutilizar el mármol porque hace 100 años se  veían como simple escombro. Esa lógica también permitiría a un constructor demoler un refugio antiaéreo de la guerra para construir un aparcamiento (y de hecho lo ha permitido hasta hace bien poco). A partir de un determinado momento, sin embargo, los españoles decidimos que los teatros romanos eran parte de nuestro legado cultural común y debían ser conservados. De la misma manera, también decidimos que los vestigios de la Guerra Civil Española no eran chatarra o escombro para que cada uno hiciera con ellos lo que le viniera en gana sino patrimonio común. En este proceso de valoración, muchas asociaciones han tenido un papel relevante. También, paradójicamente, los propios detectoristas. 

En este blog hemos tratado de explicar lo que significa realizar una de estas excavaciones o prospecciones clandestinas, furtivas, ilegales o como queramos denominarlas: significa, por un lado, perder una gran cantidad de información histórica y, por otro, privatizar algo que es, por definición, de todos. Los arqueólogos no nos quedamos los objetos que encontramos: los depositamos en museos o en el lugar que nos indique la legislación correspondiente. En algunos casos, como la prospección que realizamos en Mediana de Aragón en 2014, ni siquiera nos llevamos los artefactos. Los dejamos en el sitio para que el paisaje siga preservando la huella de la historia. Que las piezas no estén expuestas en los museos, por otro lado, no quiere decir que no existan o que estén vedadas al común de los mortales: uno puede solicitar siempre el acceso a las colecciones arqueológicas depositadas en los museos, que son instituciones públicas al servicio de todos.

Se nos dice que los detectoristas realizan una labor importante dando a conocer restos que si no permanecerían ocultos. Nuestra respuesta es: no tenemos prisa. Igual que ahora excavamos campamentos romanos de hace dos mil años, nuestros colegas del año 4000 podrán seguir investigando trincheras de la Guerra Civil, si se las dejamos. Para nosotros es más importante que lo que se descubra se descubra con método, que el hecho del hallazgo en sí mismo. Por muy espectaculares que sean, la mayor parte de los objetos descontextualizados no nos dicen nada. Esto es muy cierto en el caso de la Guerra Civil, donde ya conocemos bien la cultura material que se utilizó. Un fusil o una granada en sí mismos no aportan apenas información, salvo casos excepcionales. En su contexto, en cambio, pueden contar historias extraordinarias.

Para hacernos una idea de lo que supone una intervención irregular en un sitio de la Guerra Civil llega con observar las siguientes imágenes:




Los primeros dos planos corresponden a la paridera de la Enebrá, tal y como la documentamos durante nuestras excavaciones. La investigación ha permitido reconstruir en detalle  las operaciones bélicas que se desarrollaron en este lugar en abril de 1938, así como el trágico final de varios de los combatientes. Los detalles se pueden consultar en los informes que hemos hecho públicos en el repositorio digital del CSIC. Ante la ausencia de documentación de archivo, la arqueología aquí es la única fuente para contar la historia de esta batalla con detalle.

El tercer plano muestra la paridera de la Enebrá sin objetos. Es un edificio sin más, una estructura despojada de su historia. Imposible saber qué es lo que pasó exactamente en ese lugar. Normalmente los detectoristas no se llevan sistemáticamente todos y cada uno de los objetos de un yacimiento. Pero entre lo que se retira y lo que se remueve puede resultar extremadamente difícil la reconstrucción arqueológica: los sitios expoliados se parecen mucho al tercer plano.

Esta entrada viene al caso de un reciente artículo publicado por el arqueólogo danés Andres S. Dobat, de la Universidad de Aarhus. Dobat, antes de ser arqueólogo, fue detectorista, así que posee una visión privilegiada de ambos mundos. Con esta perspectiva nos habla de la peculiar experiencia con los detectores en Dinamarca, un país donde su uso es perfectamente legal, siempre y cuando no se utilicen sobre yacimientos arqueológicos conocidos.

Los detectoristas respetan casi siempre la legislación de forma escrupulosa y los arqueólogos, por su parte, están casi siempre dispuestos a colaborar con los detectoristas. Gracias a esta cooperación, la arqueología de Dinamarca se ha enriquecido con hallazgos espectaculares durante las últimas décadas. Es más, buena parte del conocimiento de la Edad del Hierro o de la época vikinga procede de descubrimientos realizados por aficionados al detector. La práctica se encuentra perfectamente regulada y los detectoristas aceptan las normas: los hallazgos deben registrarse cuidadosamente con un GPS y todos los datos sobre el lugar del hallazgo y el objeto en cuestión se incluyen en un formulario. Los "tesoros" se llevan a continuación al museo más cercano donde se tasan: el detectorista recibe una cantidad de dinero por ellos. La mayor parte de los objetos, sin embargo, son de escaso valor económico y la recompensa es, en consecuencia, pequeña, pero ello no impide que la gente cumpla con los protocolos y registre y entregue los materiales en el museo.

Según Dobat, el sistema danés funciona por varios motivos:

1) Los aficionados son conscientes del valor patrimonial de sus hallazgos y para ellos es un orgullo contribuir a la historia de su país. El placer de encontrar objetos históricamente valiosos, el que se reconozcan públicamente sus hallazgos, y la posibilidad de colaborar en la producción de conocimiento son para ellos los principales alicientes, por encima del interés económico o la propiedad privada del hallazgo.

2) Los museos, como en general las instituciones en Dinamarca, funcionan bien y cuentan con la confianza de la sociedad, que entiende que están a su servicio. La mayor parte de los museos son muy activos dentro de las comunidades locales y disponen de planes de difusión y colaboración pública.

3) Generalmente, los restos arqueológicos del país poseen reducido valor económico y no existe por tanto un mercado desarrollado para las antigüedades locales.

Andres Dobat considera que el modelo de Dinamarca no es necesariamente extrapolable a otros países y señala específicamente al Mediterráneo como una región donde no parece muy probable que el modelo pueda implantarse. Nos encantaría poder llevarle la contraria y demostrar al mundo que también en este país del sur de Europa es posible la colaboración fructífera entre arqueólogos flexibles y detectoristas concienciados. Permitir el uso del detector a condición de que no se emplee sobre sitios conocidos y de que se documenten los hallazgos beneficia a todo el mundo. Nosotros estamos dispuestos a llevar a cabo el experimento. Pero no depende solo de nosotros: también de las instituciones (museos, servicios de patrimonio), los legisladores, otros arqueólogos y, sobre todo, de los detectoristas. 

miércoles, 7 de enero de 2015

Levantando soldados

Defensa del póster en Gasteiz at war (Fot. de Óscar Rodríguez).

En distintos enclaves del Frente de Levante (Olba y Abejuela en Teruel o El Toro en Castellón) arqueólogos y arqueólogas de Arqueoantro y del GRMHV hemos exhumado los restos óseos de nueve soldados de la guerra civil española. En el póster presentado en Gasteiz at war hemos intentado establecer patrones o tipologías de estos enterramientos. Siete de las ocho inhumaciones localizadas corresponden a enterramientos primarios. Se encuentran estructuras funerarias como una cista o una fosa excavada en la roca, fosas simples en tierra y enterramientos relacionados con estructuras como trincheras o refugios. En todos los casos se han encontrado materiales asociados como restos de ropa y calzado, objetos personales, utensilios de comida y munición Mosin y Mauser. Sólo una de las inhumaciones responde a la tipología de enterramiento secundario, sin material asociado.
La gran mayoría de los restos y sus medios de inhumación presentan afecciones postdeposicionales tales como desconexiones anatómicas y pérdidas de gran parte de la estructura ósea, decoloración o tinción, craquelación y fragmentación, o incineración. Los agentes tafonómicos actuantes son ambientales, edáficos (PH, relieve) y antrópicos (expolio y profanación).


El estudio antropológico de los restos óseos estima un número mínimo de nueve individuos, de sexo masculino y con un interrvalo etario que va desde los 15 hasta los 40 años. Se han localizado lesiones traumáticas, como fracturas e impactos de bala y metralla, además de marcadores relacionados con enfermedades infecciosas y metabólicas. La munición y los elementos asociados, y el contraste de la localización de los enterramientos con la bibliografía y los mapas del frente, nos conducen a estimar que posiblemete se trate de soldados pertenecientes al bando republicano.

M. Fortuna, M. Mezquida; A. Martínez, A. Calpe; Iglesias Bexija, J.; M. Benito, T. Mora; C. Coch; A. Muñoz y J. A. Sánchez (Arqueoantro, GRMHV).