miércoles, 16 de octubre de 2013

Schwarzenegger en el Valle



Diversos medios recogían ayer la visita inesperada de Arnold Schwarzenegger al Valle de los Caídos. Según diversas noticias, el actor se sintió "sorprendido", "impresionado" o incluso "maravillado" por la grandeza del lugar. No le falta razón. El Valle de los Caídos es un monumento espectacular, como lo son casi todos los monumentos totalitarios - el estrado desde donde Hitler arengaba a sus fieles en Núremberg o la estatua de 52 metros construida por el régimen soviético para conmemorar la Batalla de Stalingrado. El Valle continúa, pues, cumpliendo una de las funciones para las que fue erigido durante la dictadura: impresionar a las masas (nunca mejor dicho en el caso de Schwarzenegger).

Según el ABC, el presidente de la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos declaró que al actor se le enseñó la basílica "siempre desde un punto de vista artístico" y tambien que no demostró "especial interés" por la tumba de Franco y Primo de Rivera. Seguramente se habría interesado mucho más por el lugar si supiera que el mismo régimen que construyó el Valle es responsable directo o indirecto del asesinato de unas 150.000 personas o que el edificio en sí fue construido con presos políticos o que es el único gran monumento fascista europeo que continúa cumpliendo la labor para la que fue concebido ¿Se imaginan visitar Mauthausen o el Gulag Perm-36 y que se lo expliquen desde el punto de vista artístico (o técnico)? "Fíjense en el buen acabado de estos barracones", "Atención a esta chapa de zinc, entre las más avanzadas de la época", "Aprecien la ingeniosa electrificación de la alambrada"... Porque claro, mencionar a prisioneros gaseados o reventados a trabajar podría herir sensibilidades (y además sería politizar las cosas).

El Valle de los Caídos es un momumento totalitario en su concepción que conmemora a los muertos "por Dios y por España", es decir, a los muertos por la causa franquista, y exalta al fundador del partido fascista español y al dictador que rigió el país durante cuarenta años. La incorporación de unos miles de cadáveres de republicanos anónimos no cambia la lógica del monumento, sino que hace el mensaje de dominación y humillación de los vencidos si cabe más perverso. Esto es irrefutable y lo contrario es tergiversar la realidad histórica con argumentos ideológicos ultraderechistas. Mientras esta historia no se cuente en el Valle, el lugar seguirá siendo un sitio de memoria del franquismo y si algo sabemos los arqueólogos es que la materialidad no es inofensiva: tiene capacidad de acción sobre las personas, sobre sus ideas y sobre su forma de comportarse. También saben esto los dictadores, que a lo largo de la historia se han preocupado por materializar su poder en piedra o cemento, para que perdure e impresione a lo largo de los siglos. Para que cuente la historia de los vencedores.

En realidad parece que Schwarzenegger estaba en peregrinación nostálgica, pero no por los escenarios del franquismo, sino por los de su juventud: en la zona se rodó Conan el Bárbaro en 1982. Al lado del que está enterrado en la basílica, sin embargo, el pobre Conan era un auténtico principiante.

viernes, 11 de octubre de 2013

Anís contra coñac

Ya hemos dicho muchas veces que la arqueología de la Guerra Civil no va a cambiar la historia. Al contrario que la arqueología de períodos más antiguos, no revela culturas desconocidas ni arroja luz sobre fenómenos históricos de los que no sabemos nada o casi nada. De hecho, algunos de los hallazgos que más nos sorprenden o emocionan tienen que ver con las cosas más familiares, aquellas que todavía existen o cuyas marcas perviven en la actualidad: un tubo de dentífrico La Toja, un tintero de la marca Milán, una lata de sardinas Palacio de Oriente. Son los objetos que conectan nuestro presente con un pasado cercano y al mismo tiempo remoto - remoto por su barbarie.

En una paridera del lugar de Valdelagua, que excavamos a finales de septiembre, encontramos testimonios de una ocupación franquista de cierta duración (quizá una o dos semanas, dada la cantidad de objetos documentados). Estaba justo en el límite del avance republicano durante la ofensiva del Alto Tajuña, en abril de 1938. Los numerosos elementos cotidianos, que van desde monedas a una navaja multiusos, nos hacen pensar que la paridera se utilizó como base por parte de una sección o compañía del ejército sublevado. Las balas de Mosin indican que si no llegaron aquí los republicanos, sin duda lo hicieron sus disparos. 

Entre los objetos que encontramos se encuentran varias cápsulas de botellas de bebidas alcohólicas. En las más numerosas se lee "García Gómez - Segovia" ¿Quién era este señor? Internet nos lo dice rápidamente: Nicomedes García Gómez (1901-1989), dueño y fundador de Anís La Castellana y Whisky DYC. Naturalmente, las botellas que hemos encontrado son de anís, no de whisky, puesto que este no se empezó a fabricar hasta 1958 (entre otras cosas porque antes estaba prohibido). Aunque por lo visto el empresario hizo algunos experimentos con whisky antes y durante la guerra. Mientras en las trincheras republicanas encontrábamos hace un par de años numerosas botellas de coñac (y el año pasado un botellín de Martini), en las franquistas parece que se daba prioridad al anís. El objetivo, en cualquier caso, era el mismo: inhibir el miedo ante una muerte probable. La cogorza también debia de ser de proporciones similares: el anís la Castellana tiene una graduación de entre 35 y 45º (dependiendo de si es dulce o seco) y el brandy Peinado de los republicanos 40º.

Nicomedes García no limitó sus aventuras industriales a las bebidas alcohólicas. También fundó la compañía de autobuses AutoRES y la agencia de publicidad Azor (creadora del Toro de Osborne). Pero más allá de las anécdotas, los restos arqueológicos de la Guerra Civil también nos hablan de la implicación de distintas empresas españolas en la economía de guerra de uno y otro bando. Y, quizá también, ayudan a comprender como se forjaron fortunas. En las guerras nunca le va mal a todo el mundo.

jueves, 3 de octubre de 2013

Momentos de una batalla

  
Pozo de tirador que defendía el perímetro de la Enebrá en abril  de 1938

La arqueología a veces documenta procesos que se desarrollaron a lo largo de milenios. En otros casos, registra hechos que duraron años, meses o incluso días. En arqueología contemporánea es habitual encontrarse microeventos que, en su aparente trivialidad, esconden toda la tragedia de la Historia con mayúsculas.

Uno de esos microeventos es el que tuvimos ocasión de estudiar la semana pasada en el lugar de la Enebrá Socarrá (Abánades), escenario de terribles combates que tuvieron lugar en torno al 1 de abril de 1938. Venimos estudiando esta batalla dentro de una batalla (la ofensiva republicana del Alto Tajuña) desde el año 2011. En las campañas anteriores documentamos el asedio al que sometieron los republicanos a un pelotón de soldados franquistas atrincherados en una paridera. Muchos cayeron: los cadáveres destrozados de cinco de ellos aparecieron durante nuestra excavación. Pero también los objetos que llevaban en la lucha (munición, medallas religiosas, monedas, cepillos de dientes, gemelos, insignias, latas, medicinas).

Durante este año hemos continuado la exploración de este enfrentamiento tan terrible como breve (no duró más de dos días). A 130 metros al este de la paridera de la Enebrá exhumamos un conjunto de restos humanos que salieron a la superficie el pasado otoño, removidos por un jabalí. Sabíamos que era uno de los caídos en esta batalla, por su proximidad a la paridera y porque poco después de los combates un grupo de republicanos informaron del entierro de 25 cadáveres en esta zona. Seguramente no se esforzaron mucho: cavan una zanja no muy profunda y arrojan unas piedras, en el mismo sitio donde cayeron sus enemigos, para que no huelan ni queden a la vista.


Fosa superficial con restos de un soldado caído durante la Batalla de la Enebrá.

Los restos que descubrimos pertenecen a uno de estos caídos enterrados apresuradamente. Al prospectar la zona circundante con el detector localizamos una nueva zanja, pero sin cadáver. Es un pozo de tirador, intacto, tal y como debió quedar cuando su ocupante lo abandonó, tratando de huir del avance implacable de los republicanos. Dejó detrás tres cargadores bien colocados en la parte trasera del pozo, listos para ser usados, y tres casquillos: los disparos que le dio tiempo a efectuar antes de que el enemigo se le echara encima. El ocupante del pozo es muy posiblemente el individuo cuyos restos exhumanos. Debió salir de su posición y correr hacia las filas amigas (al norte), cuando fue alcanzado, quizá, por una bala. No por la artillería: hay escasas pruebas de fuego artillero aquí, lo cual es lógico, porque los republicanos estaban muy cerca en esta zona y sería arriesgado recurrir a los cañones, muy poco precisos.


 Cargadores en la parte trasera del primer pozo de tirador

 
Casquillos y latas de sardinas y atún en el primer pozo de tirador.

No fue el único en caer en esta posición. A pocos metros del primer puesto de tirador aparece un segundo, también con varios casquillos percutidos. En este caso hay huesos en su interior, un fémur y un peroné, que corresponden a dos individuos distintos. Estaban sepultados por piedras. Pensamos que sus tumbas poco profundas fueron saqueadas por los vecinos tras la guerra y los huesos dispersados, excepto los dos que encontramos en el pozo-tumba.


Pozo de tirador con restos humanos (junto a la escala mayor)

Los soldados franquistas utilizaron un afloramiento rocoso como defensa, a lo largo del cual cavaron sus posiciones, y frenaron durante un tiempo el ataque republicano. La resistencia aquí debió durar quizá un día o día y medio, porque aparecen varias latas, la mayor parte del bando sublevado (Conservas Alonso, de Vigo).

Los defensores venían retirándose desde sus posiciones al este. Lo sabemos por la dirección de las balas entrantes y por los casquillos. Aparecen en pequeños grupos en distintos lugares, que revelan la ubicación de tiradores aislados, que hacían fuego sobre los republicanos y al mismo tiempo atraían los disparos enemigos: documentamos en las mismas concentraciones de munición vainas disparadas de Máuser alemán (el fusil de los franquistas en esta posición) y balas impactadas de Mosin Nagant y Máuser español -las armas que llevaban los atacantes. 

La paridera de la Enebrá, al oeste de los pozos de tirador, fue verosímilmente el último lugar de resistencia de los franquistas, antes de ser aplastados por los cañones y los tanques de la República.

Al documentar estos momentos breves y salvajes uno tiene la sensación de que el tiempo se ha detenido aquí el 1 de abril de 1938.

martes, 1 de octubre de 2013

Un oculista para la alcaldesa de Quijorna

Un stand apolítico (El País)

Desde este blog queremos poner en marcha una iniciativa popular para pagarle el oculista a la alcaldesa de Quijorna, Mercedes García. En un colegio público de la localidad madriñeña en la que ejerce como regidora se celebró este fin de semana una simpática feria de militaria y nacionalismo español en la que se exaltó el franquismo con la parafernalia habitual. Sin embargo, la alcaldesa, muy sorprendida cuando le recriminaron el apoyo que el ayuntamiento ofreció al acto, aseguró: "cuando visité la exposición, no me di cuenta de que hubiera banderas predemocráticas o cruces gamadas. No iba con esa idea de fijarme". 

Claramente, la señora Mercedes García tiene problemas de visión. Probablemente nadie se lo ha comentado, porque es una enfermedad que padecen otros colegas de partido -cada día más, según parece, debe de ser contagiosa. Tampoco ellos son capaces de ver apología del franquismo cuando un alcalde hace el saludo fascista o cuelga un retrato de Franco en su despacho.

Por eso sería bueno empezar una campaña para corregir estos problemas de visión antes de que se agraven. Porque ya se sabe que estas cosas mejor tratarlas pronto: no vaya a ser que algún día alguien de un golpe de estado y resulte que nadie es capaz de verlo. O quizá se vea borroso y desde lejos nos parezca un acto político democrático. 

El problema de esta enfermedad, además, es que no solo afecta a la vista, sino también a la memoria. De hecho, es probable que empiece por ahí: un día no te acuerdas muy bien de la dictadura que sufriste hace unos años y al día siguiente no reconoces una cruz gamada o una estatua ecuestre de un dictador cuando las tienes delante. Así que igual no es un problema de vista, sino una especie de Alzheimer político. Y como el otro Alzheimer, lo que empieza como un despiste, te acaba destruyendo.