miércoles, 24 de octubre de 2018

La guerra es esperar


En su libro El tiempo regalado, Andrea Köhler nos recuerda que la vida es esperar y el esperar  -terrible o gozoso, largo o breve-está entretejido no solo de tedio, sino de emociones (miedo, angustia, amor, deseo). Los arqueólogos sabemos bastante del tema, porque nuestro trabajo consiste, en buena medida, en eso: esperar -a que las cosas vayan emergiendo lentamente de la tierra, a que tomen forma y tengan sentido- pero también en documentar la espera, los tiempos muertos de la vida.

Es interesante que en castellano, catalán y galaico-portugués existe una sola palabra "esperar" para referirse a dos cosas distintas: "Tener esperanza de conseguir lo que se desea" (desear, ansiar, anhelar) y "esperar a que llegue alguien o algo, o a que suceda algo". La emoción forma parte de la espera. En cambio, en alemán, inglés, francés, italiano y otras muchas lenguas se separa la experiencia espacio-temporal de la emocional (warten/hoffen, wait/hope, attendre/espérer, aspettare/sperare).



La guerra es una larga espera. Y el verbo en las lenguas romances ibéricas sirve mejor para expresar lo que ello significa. Lo que descubrimos con nuestro trabajo arqueológico son las ruinas de la espera y de la esperanza: ¿qué es un refugio de tropa si no un sitio donde se espera (se aguarda y se anhela)? O un paredón o el borde de una fosa: el lugar donde esperar ya solo significa aguardar el fin.

En ningún sitio se espera tanto como en la guerra y toda la historia de una guerra se puede contar en sus esperas.

Esperar el rancho.
Espera un ascenso.
Esperar agazapado al enemigo en la trinchera.
Esperar una orden.
Esperar una carta (no cualquier carta, una carta).

Esperar noticias del frente.
Esperar noticias de casa.
Esperar el cambio de guardia.
Esperar la hora del descanso.
Esperar la hora del combate.

Esperar que termine un bombardeo con los nervios hechos trizas.
Esperar el relevo en primera línea con los nervios hechos trizas.
Esperar que tu camarada acabe de morirse.
Esperar que el herido en tierra de nadie acabe de desangrarse.
Esperar que no te tengan que amputar una pierna. 
Esperar el turno para que te amputen una pierna.


Esperar tu turno en un prostíbulo.
Esperar que hoy no te violen.
Esperar el momento de huir.
Esperar que hubiera un error, que no fuera tu marido.

Esperar que acabe la guerra.
Esperar que no acabe la guerra.

Esperar que vuelva tu hijo, tu novio, tu hermano.
Esperar que vuelva entero.
Esperar el momento de vengarse.
Esperar el último barco.
Esperar que acaben de pegarte.
Esperar la próxima paliza.
Esperar que pase la noche.

Esperar que vuelvan a pasar de largo.
Esperar que te lleven a otra cárcel, a otro campo, a cualquier lado, con tal de seguir vivo.
Esperar que llegue una contraorden en el último minuto.
Esperar las balas del pelotón de ejecución.
Esperar el tiro de gracia.
Esperar cuarenta años a que acabe la dictadura.
Esperar ochenta años para que te exhumen tus bisnietos.
Esperar justicia.
Esperar reparación.
Esperar.

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