viernes, 28 de junio de 2019

Por teu livre pensamento

Placas de homenaje en la entrada a la cárcel de Peniche.

En el Reino de España, el franquismo (que no es sociológico, sino estructural) impide que un gobierno democrático retire los restos del dictador del mayor monumento fascista que persiste en Europa, esto es, el Valle de los Caídos. El poder de la familia Franco es enorme. Un ferrolano, militar de carrera en 1936, acabaría sus días con una buena pensión, con reclutas reconvertidos en su servicio doméstico y con privilegios de todo tipo para sus familiares. Y ahí se acabaría todo. Pero no. Este Salvador de la Patria, tras cuarenta años tratando al país como su cortijo, legó a sus descendientes y arrimados un legado multimillonario en bienes y capitales. Pero la familia Franco no solo vive en la abundancia, sino que es tratada de manera indulgente por tribunales y medios de comunicación (y no hablo únicamente de la prensa del corazón). Y es más, marca la agenda política e impone sus condiciones. Todo esto ocurre gracias a esa Transición modélica y campechana que nos vendían gentes como Victoria Prego en la década de 1990, sin ir más lejos.

Obras de rehabilitación en el interior de la fortaleza-cárcel de Peniche.

Uno que se ha criado en esta realidad no deja de quedarse perplejo con la gestión de la memoria del pasado reciente que realiza nuestro país vecino (para algunos nuestro país), heredero de la otra dictadura ibérica. El 27 de abril de 2017 se reunió el Consejo de Ministros en la fortaleza costera de Peniche, cárcel política salazarista en su día, en conmemoración de la liberación de los presos tras la Revolución de los Claveles del 25 de abril de 1974. ¿Alguien se imagina algo parecido en el Reino de España?


En aquel acto solemne en Peniche se acordó convertir la prisión en Museu Nacional Resistência e Liberdade. Se cumplía así con las reivindicaciones, entre otros, de la União dos Resistentes Antifascistas Portugueses y del movimiento Não apaguem a Memória. Se evitaba así su conversión en hotel de lujo, que es como acaban estas cosas en la España del ladrillazo y la especulación. Estos días en Madrid, cientos de investigadores e investigadoras sobre la Memoria asistieron a un mega congreso en el que pudieron disfrutar de una visita guiada al espacio que ocupaba la cárcel de Carabanchel. A pesar de la lucha de la sociedad civil, de la protesta de científicos sociales e incluso académicos, el rodillo de la desmemoria se llevó por delante la prisión en 2008. La demolición, el Derribo de la Vergüenza le llamó Jesús Rodríguez, fue un paso más en la humillación pública a la que se ven sometidas las víctimas de la represión franquista.

Memorial con los nombres de 2.510 presos políticos que pasaron por Peniche.

El 25 de abril de este año se inauguró en la fortaleza de Peniche un memorial a los presos políticos. Allí están grabados los nombres y apellidos de 2.510 víctimas del Estado Novo. El acto estuvo presidido por el Primer Ministro António Costa y la Ministra de Cultura Graça Fonseca. En el Reino de España esto es imposible. Estas cosas hay que hacerlas fuera de nuestras fronteras. Lo único que ha hecho el Presidente español es ir a Francia, como cuando los jóvenes del tardofranquismo iban a ver películas eróticas. Así, como de estranjis, Pedro Sánchez homenajea a Antonio Machado, manchando su tumba republicana con la bandera rojigualda.


Ese mismo 25 de abril, se inauguró también en Peniche una exposición temporal titulada Por teu livre pensamento. El primer mes la visitaron un total de 16.215 personas. El gobierno de Portugal invertirá un total de 3,5 millones de euros en la rehabilitación y musealización de la fortaleza.
En el Reino de España un proyecto así ni se plantea, porque aquí no hubo ni fascismo ni antifascismo, porque este es un tema que divide a los españoles, porque es reabrir heridas, porque hay que mirar al futuro, porque ese dinero hay que invertirlo en cosas útiles como la lucha contra el cáncer. El cáncer de la desmemoria devora una sociedad. Y ahí están los resultados. Ya tenemos 24 diputados fascistas en las Cortes.

Liberación de los presos, 27 de abril de 1974.


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