miércoles, 29 de abril de 2009
Jornadas científicas: Arqueología del Conflicto
En el marco de las II Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica que tendrán lugar del 6 al 8 de mayo en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense, investigadores de este proyecto presentarán una comunicación sobre los sondeos arqueológicos en la trinchera de la Ciudad Universitaria. La sesión "Arqueología del Conflicto" en la que se enmarca la organizan Xavier Rubio (DIDPATRI, Universitat de Barcelona) y Manuel Sánchez Elipe (Prehistoria, UCM) y tendrá lugar el viernes 8 entre las 9:30 y las 13:00. Estáis todos invitados.
Para más información: http://jia2009.blogspot.com/
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miércoles, 8 de abril de 2009
España no acaba donde empieza el mar...
Resulta que no sólo el ejército italiano de Mussolini tiene el dudoso honor de haber bombardeado a los rebeldes y a la población civil con gas mostaza, como pudimos comprobar en Etiopía. Fue el ejército colonial español, en época de Alfonso XIII y del dictador Miguel Primo de Rivera, el primero del mundo en realizar bombardeos con aviación sobre población civil y el segundo en matar civiles con armas químicas (el primero fue Inglaterra en Iraq en 1919). Utilizaron gas mostaza en el Rif rebelde entre 1923 y 1927.
Esto es algo que lxs historiadorxs Maria Rosa de Madariaga y Carlos Lázaro Ávila (2003), por un lado, y Sebastian Balfour (2002), por otro, sacaron a la luz en sendas publicaciones científicas y que el rifeño Tarik El Idrissi y el español Javier Rada están dando a conocer en múltiples y diversos foros a través de su documental "Arrhash (veneno)". Algunos de nosotros pudimos verlo este sábado 4 de abril en la "Casa del Barrio de Carabanchel", en un videoforum sobre la fábrica de armas de La Marañosa (San Martín de la Vega, Madrid) organizado por la Plataforma contra el complejo químico-nuclear de La Marañosa y el Grupo Antimilitarista de Carabanchel. Fue en este lugar, hoy en pleno Parque Regional del Sureste, donde se fabricó la ingente cantidad de gas mostaza (iperita) que se utilizara contra la población rifeña.
La Fábrica Nacional de "La Marañosa" la mandó construir Alfonso XIII en 1923 tras el desastre de Annual (1921), donde 10000 soldados españoles murieron a manos de los rebeldes rifeños, dirigidos por Abd el-Krim. Alemania, que había suministrado hasta ese momento armas químicas al ejército español, fue quien ayudo a su construcción. Tanto la fabricación como el uso de armas químicas habían sido ilegalizados por el Tratado de Versalles en 1919, al concluir la Primera Guerra Mundial. Aún así España y Alemania firmaron un tratado secreto. Todos estos sucesos, asi como sus fatales consecuencias fueron silenciados sistemáticamente, salvo alguna excepción como fue la novela de Ramón J. Sender Imán, donde el autor contó su experiencia como soldado en la campaña africana entre 1922 y 1924.
La estrategia seguida a partir del desastre de Annual por el ejército español para la conquista del territorio que Francia le otorgara en el norte de África en 1912 fue novedosa y extremadamente cruel: se empleó indiscriminada y sistemáticamente iperita contra civiles, en zocos en horas de máxima afluencia, sobre campos de cultivos, rebaños de ganado y depósitos de agua. Hoy en día El Rif es la zona de Marruecos con más altos índices de cancer. Pero no existen datos oficiales sobre este hecho ya que el Estado marroquí ha impedido la realización de encuestas en este sentido. Además, prácticamente ya no quedan supervivientes de aquellos hechos. Un miembro de una asociación de víctimas declaraba con ironía en un momento del documental "Arrhash" que probablemente ni España ni Marruecos estuvieran interesados en dar luz sobre esta cuestión actualmente ya que tienen entre manos problemas más importantes, como el Sáhara y la pesca: "¡los rifeños son menos importantes que las sardinas!". Y es que Marruecos también colonizó en su momento El Rif.
Grupo de Regulares con una bandera arrebatada a los rebeldes rifeños. La victoria española contribuyó a que el uso de armas químicas no se hiciese público. Autor: Jalle
La tradición oral sobre el veneno, como llaman en el Rif al gas mostaza, es muy fuerte, pero apenas quedan supervivientes. Lo que sí permanece, una vez más, es la memoria material; no-lugares, paisajes estériles, manantiales aún intoxicados, etc., lo que probablemente haya convertido ciertos emplazamientos en lugares de la memoria abyecta.
Una vez más la arqueología del pasado contemporáneo tiene un campo de estudio muy fructífero ante sí. Y otra vez la arqueología se puede revelar como una herramienta para la crítica y la acción. Cuando los discursos oficiales niegan la evidencia y maltratan a la gente, este tipo de arqueología se convierte en denuncia, lo que la hace perfectamente válida por científica, honesta y comprometida.
De Madariaga, M R y Lázaro Ávila, C (2003): Guerra Química en el Rif (1921-1927). Revista de Historia 16, nº324, Abril.
Balfour, S (2002): Abrazo mortal: de la guerra colonial a la Guerra Civil en España y Marruecos (1909-1939). Barcelona, Ed. Península.
miércoles, 1 de abril de 2009
El mes de las masacres
El 1 de abril de 1939 acabó oficialmente la Guerra Civil Española con el famoso parte de guerra de Franco ("En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo..."). Pero con el final de la guerra no acabó la violencia: continuaron los asesinatos y las ejecuciones, los encarcelamientos masivos, la represión política y las operaciones militares (contra el maquis).
Aunque la guerra finalizó el 1 de abril, las tropas franquistas habían entrado en Madrid varios días antes, el 28 de marzo. Los soldados republicanos que aún defendían la Ciudad Universitaria dejaron las armas después de resistir dos años y medio de asedio. Muchos acabarían en campos de concentración o ante el pelotón de fusilamiento. El fascismo no perdona, aunque sea un fascismo católico.
El mes de abril de 1939, mientras en España se sucedían los fusilamientos y los presos morían de enfermedades, hambre y torturas en las prisiones, los aliados italianos de Franco se afanaban en aniquilar a sus propios enemigos. Fue en estas mismas fechas cuando el valeroso ejército fascista asesinó a más de 800 personas (hombres y mujeres, ancianos y niños), en la cueva de Zeret, en Etiopía. Otro millar de campesinos y guerrilleros cayeron bajo el gas, las bombas o el fuego de las ametralladoras en diversas operaciones punitivas en la misma zona. Zeret, como tantos sitios en España, ha sido un no-lugar, un espacio condenado al olvido hasta su descubrimiento por el historiador Matteo Dominioni y el arqueólogo Yonatan Sahle en 2006.
Durante nuestra reciente investigación en Etiopía tuvimos ocasión de visitar la cueva, todavía repleta de restos humanos, ropas, graneros, cestas y cerámicas rotas. Son vestigios arqueológicos que nos hablan de la supervivencia diaria de unos campesinos que prefirieron ocultarse bajo tierra y llevar una vida fugitiva antes que aceptar el yugo colonial. Nos hablan también de la barbarie del invasor, dispuesto a cometer las peores atrocidades con tal de imponer sus sueños imperiales.
Sobre la tierra ha quedado el testigo material de la masacre: cráneos infantiles, piel humana, telas quemadas. Se trata de la mejor evidencia para callar a quienes ponen en duda las hazañas del totalitarismo fascista.
Porque si el fascismo no perdona, la arqueología no olvida.
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