miércoles, 7 de noviembre de 2012

Archivo bomba

 Hace unos días una pequeña columna escondida en las páginas de información local de La Voz de Galicia (17-X-2012) sorprendía al lector atento alertando del descubrimiento de bombas de la guerra civil en el Archivo de la catedral de Tui. El texto es impagable. Resulta que el cura-archivero (ese ser) removiendo estanterías y viejos pergaminos se encontró de bruces con una caja de cartón que contenía “tres granadas, presumiblemente italianas, un mortero y un obús”. El señor dio parte inmediatamente a la Guardia Civil y allá se personó un equipo de los Tedax para desactivar el inédito ajuar bélico. El periodista apunta en su noticia el desconcierto generado por la situación, ya que encubrir armas no declaradas puede llevar a una condena de tres años de cárcel. Nadie se explica cómo aquéllo podría estar allí. Increíble. Tui, última ciudad gallega en caer en manos de los golpistas el 28 de julio del 36, después de días y días de combate desigual. La batalla de Tui acabó con una brutal represión, convirtiendo el Monte Aloia en escenario de asesinatos y fusilamientos, en una montaña por la que corría la sangre y el miedo. Todo un maratón sanguinario dispuesto para reponer el buen nombre  de la católica y española  villa de Tui, cuna del protomártir Calvo Sotelo. En estos hechos está comprobado el apoyo de la iglesia local a los golpistas, pero claro, en 2012 nadie entiende ni comprende nada en la catedral-fortaleza tudense.

Pero la noticia tiene más miga. Según parece esos restos de la guerra civil van a ser destruidos después de ser desactivados, debido a “su nulo valor patrimonial”. Esto resulta fascinante si tenemos en cuenta que en  todo el Estado Español las administraciones y asociaciones están poniendo en valor y recuperando campos de batalla, campos de concentración, líneas de frente y cementerios vinculados al conflicto bélico, están creando museos locales en donde se recogen piezas exhumadas en excavaciones arqueológicas o cedidas por particulares. Por poner otro ejemplo catedralicio, en la catedral de Sigüenza (Guadalajara), sitiada y tomada por los nacionales, reformas recientes permitieron recuperar pistolas y otros restos del conflicto y que ahora se exhiben en vitrinas del Museo al lado de otros objetos arqueológicos como puntas de lanza calcolíticas o armas de la Edad del Hierro.

En Galicia la obsoleta Ley de Patrimonio Cultural (1995) sanciona las tesis del gobierno feixista (de Feijoo), ya que aquí una cosa tiene que tener cien años de antigüidad para ser considerada de valor histórico. Decir que la cultura material generada por la guerra y la represión franquista no tiene valor patrimonial, negarle su condición de Patrimonio (y por lo tanto público) es borrar de repente la memoria colectiva de este país.

P.S.

Últimamente en Galicia, hay que tener cuidado con los archivos catedralicios “que los carga el diablo”.

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