Archivo bomba
Hace unos días una pequeña columna escondida en las páginas de
información local de La Voz de Galicia (17-X-2012) sorprendía al lector
atento alertando del descubrimiento de bombas de la guerra civil en el Archivo
de la catedral de Tui. El texto es impagable. Resulta que el cura-archivero
(ese ser) removiendo estanterías y viejos pergaminos se encontró de bruces con una caja
de cartón que contenía “tres granadas, presumiblemente italianas, un
mortero y un obús”. El señor dio parte inmediatamente a la Guardia Civil y
allá se personó un equipo de los Tedax para desactivar el inédito ajuar
bélico. El periodista apunta en su noticia el desconcierto generado por la
situación, ya que encubrir armas no declaradas puede llevar a una condena
de tres años de cárcel. Nadie se explica cómo aquéllo podría estar allí. Increíble. Tui, última ciudad gallega en caer en manos de los golpistas el
28 de julio del 36, después de días y días de combate desigual. La batalla
de Tui acabó con una brutal represión, convirtiendo el Monte Aloia en
escenario de asesinatos y fusilamientos, en una montaña por la que corría la sangre y el miedo. Todo un maratón sanguinario dispuesto para reponer el buen nombre de la católica y española villa de Tui, cuna del protomártir Calvo
Sotelo. En estos hechos está comprobado el apoyo de la iglesia local a los
golpistas, pero claro, en 2012 nadie entiende ni comprende nada en la
catedral-fortaleza tudense.
Pero la noticia tiene más miga. Según parece esos restos de la guerra civil van
a ser destruidos después de ser desactivados, debido a “su nulo valor
patrimonial”. Esto resulta fascinante si tenemos en cuenta que en todo el Estado
Español las administraciones y asociaciones están poniendo en valor y
recuperando campos de batalla, campos de concentración, líneas de frente y cementerios vinculados al conflicto bélico, están creando museos
locales en donde se recogen piezas exhumadas en excavaciones arqueológicas o
cedidas por particulares. Por poner otro ejemplo catedralicio, en la
catedral de Sigüenza (Guadalajara), sitiada y tomada por los nacionales,
reformas recientes permitieron recuperar pistolas y otros restos del
conflicto y que ahora se exhiben en vitrinas del Museo al lado de otros objetos arqueológicos como puntas de lanza calcolíticas o armas de la Edad del Hierro.
En Galicia la obsoleta Ley de Patrimonio Cultural (1995) sanciona las
tesis del gobierno feixista (de Feijoo), ya que aquí una cosa tiene que tener cien años de
antigüidad para ser considerada de valor histórico. Decir que la cultura
material generada por la guerra y la represión franquista no tiene valor
patrimonial, negarle su condición de Patrimonio (y por lo tanto
público) es borrar de repente la memoria colectiva de este país.
P.S.
Últimamente en Galicia, hay que tener cuidado con los archivos catedralicios “que los carga el diablo”.
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