En 1975 el filósofo y urbanista Paul Virilio organizó la exposición Bunker Archéologie en el Centre Georges-Pompidou en París. Como señala Jean-Guy Dubernat, éste fue el punto de partida del proceso de patrimonialización de una materialidad traumática vinculada a la ocupación nazi de Francia: el Muro del Atlántico, tal como lo denominaba la propaganda germana. En estos días pasados tuvimos ocasión de conocer algunos de estos restos en el litoral del Suroeste francés, por tierras de Lapurdi, Gascuña y la Gironda.
Nuestro compañero Elías López-Romero lleva años trabajando en la evaluación del impacto arqueológico de las dinámicas marinas y antrópicas en el Patrimonio litoral, en zonas como Galicia o Bretaña. Dólmenes neolíticos, salinas medievales y baterías de costa son algunas de las víctimas de una naturaleza que sigue estando ahí, a pesar de la vanidad humana. Un buen ejemplo de esta vulnerabilidad es lo que el visitante puede ver en Capbreton, el único puerto en la inmensa playa y duna de Las Landas. Este sitio había sido elegido por Hitler para concentrar las tropas que cruzarían la España franquista para arrebatar Gibraltar a los británicos, en la denominada Operación Félix, finalmente abortada.
Su importancia estratégica hizo que se convirtiese en un punto central dentro del Muro del Atlántico. En 143 llegaban aquí 400 hombres de la Organización Todt y la 3ª compañía del 1287 grupo de artillería costera. En primer lugar, las fuerzas ocupantes destruyeron casas y hoteles y amortizaron ese material para levantar defensas anticarro. Después, la mano de obra esclava erigió un entramado de estructuras supermodernas: casamatas, búnkers para alojamiento de tropa, búnkers para maquinaria, cuartel general... La posición se denominó H.K.B. Capbreton Ba14 y durante su etapa en activo estuvo servida por la 276ª División de Infantería del Ejército de Tierra. En Capbreton llegaron a convivir en esos años tropas de infantería en el puerto, la Organización Todt en el sanatorio marítimo y la artillería costera en las casamatas del sur que podéis ver en las fotografías.
Tomado del blog www.esperandoaltren.blogspot.com
A día de hoy los niños construyen en la playa pequeños búnkers de arena a imitación de las estructuras ocupadas ahora por pescantines domingueros, surfistas y playeros. Las torretas Tobruk y los puestos de control de fuego sirven para asentar cañas. Incluso jóvenes grafiteros convierten las paredes de hormigón armado en talleres al aire libre. Cuando baja la marea, los bañistas pueden explorar un paisaje que de lejos parece un cúmulo anómalo de roquedos náufragos en medio de un desierto. El mar ha desplazado, volteado, fragmentado y erosionado toda una arquitectura supermoderna, ligada a aquel III Reich de los mil años.
Cuando Rommel, el Zorro del Desierto abandonó las dunas del Norte de África por las dunas de las Landas, acometió toda una revisión del litoral atlántico francés. Fue entonces cuando definió ese frente como un parque de vacaciones estivales que nada tenía que ver, por ejemplo, con el espeluznante frente del Este. Esta impresión de placidez era conocida de sobra por los habitantes autóctonos de Capbreton. Pocas veces llegaron a escuchar tiros o detonaciones procedentes de la playa. Todo lo contrario: oían a Mozart, Bach, Schubert... La 3ª compañía de la HKAA 1287 estaba compuesta por músicos de la orquesta de la Ópera de Viena. A la música dedicaban todo su tiempo libre, que era mucho, antes del desembarco de Normandía.
El 25 de aposto de 1944 los ocupantes abandonaron el lugar, tras haber dinamitado una pieza de artillería y haber sembrado de minas el entorno. De ahí se fueron con la música a otra parte.