Este fin
de semana ha sido tiempo de reuniones en muchos lugares de España para recordar
a los asesinados y represaliados del franquismo. Como cada año, la asociación
AMECADEC organizó en Castuera (Badajoz) diversos eventos informativos y
conmemorativos dentro del VIII Homenaje a las Víctimas del Campo de
Concentración.
El sábado asistimos a dos interesantes charlas. En la primera, Laura Muñoz -directora
de los trabajos de exhumación de represaliados realizados durante el verano
pasado en el cementerio de Castuera- expuso con un tono muy didáctico
los resultados preliminares de dicha
campaña. En un contexto de durísima represión e implacable depuración como el
que sufrió Castuera y la comarca de la Serena, resulta extremadamente
complicada la identificación de las personas exhumadas ya que fueron muchas las
detenciones (15000 personas pasaron por el campo de concentración en menos de
un año), muchos los asesinatos. Pero los resultados arqueológicos podrían ayudar a esclarecer algunas de las
identidades. En cualquier caso, estos resultados nos permitieron ver que la
represión y la depuración fue dirigida a todo tipo de personas: trabajadores de
ferrocarril, sanitarios, campesinos, políticos, etc.
La
segunda intervención corrió a cargo de Silvia Álvarez y Tania Sánchez, de la
ONG Psicología Sin Fronteras Andalucía.
Con una amplia experiencia en la intervención psicológica en el ámbito de las
personas que sufrieron la represión franquista, mostraron la clara necesidad
que aún hoy tiene una gran parte de la población no ya de “reabrir heridas” sino
de cerrarlas definitivamente y poder de este modo vivir el necesario duelo por
sus familiares asesinados, algo que les ha sido negado durante décadas. Como
parte del duelo destacaron la importancia de los homenajes.
Experimentamos
el gran valor de este tipo de actos conmemorativos a lo largo de la mañana del
domingo, en la que AMECADEC había organizado una marcha desde la Plaza de
España –donde estuvo situada la Prisión del Partido– hasta el antiguo Campo de
Concentración. Familiares de represaliados, vecinos de la comarca, miembros de
la asociación y demás personas implicadas con el proyecto de recuperación de la
memoria, pudimos rendir un emotivo homenaje a los represaliados en el solar del
antiguo campo de concentración. Allí se vivieron momentos muy intensos y
conmovedores. También hubo lugar para la reivindicación política.
Lo que quedó
patente fue la imperante necesidad de duelo público por parte de las familias.
Pero también fue manifiesto el hecho de que la sociedad precisa de un
reconocimiento y una condena general de las atrocidades cometidas por el
régimen dictatorial del general Franco. Mientras esto no ocurra, la constante experiencia
del trauma impedirá que la memoria esté en paz con el pasado.
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