martes, 24 de septiembre de 2019

Vera

Diario de Istria en el que se recoge la entrevista a Vera, realizada en la conmemoración del sábado pasado: Fue muy difícil, pero teníamos la moral alta por la camaradería.

La familia de Vera era judía. Era, porque nadie sobrevivió al Holocausto ni a la 2ª Guerra Mundial. Solo ella. Desde Zagreb, con sus gafas de siete dioptrías, huyó a la zona liberada para luchar con los partisanos. Ella fue una de las mujeres que atendió a enfermos y heridos en el hospital nº 7, hasta que no pudo más. Cada día fallecían, entre sus brazos, compañeros, guerrilleros y refugiados. Incluso niños. La epidemia de tifus de 1943 se cebó con la resistencia.

Vera, 98 años, delante del osario de los partisanos fallecidos en el hospital nº 7.

En la postguerra mujeres como Vera, enfermeras, médicas, comisarias políticas, fueron un pilar fundamental a la hora de mantener viva la llama de la memoria, de preservar el recuerdo de los caídos. En esta fotografía de 1956 la podemos ver delante del osario y del monumento (hoy desaparecido) que recoge la labor asistencial de estas partisanas.

1956. Vera es la primera mujer de la izquierda.

Vera tiene una memoria prodigiosa. En la ofrenda floral en homenaje a la población civil asesinada por los fascistas, no pudo contener las lágrimas, mientras Pipo, partisano de 97 años, iba relatando las atrocidades cometidas y el surgimiento del movimiento guerrillero en la zona de Dreznica. El testimonio de Pipo y Vera, protagonistas heroicos de esta historia, es fundamental para que las nuevas generaciones sepan lo que aquí ocurrió. Dentro de poco solo nos quedará la Arqueología como fuente de conocimiento de los paisajes de la resistencia.

Sanja, codirectora del proyecto arqueológico, Vera y Pipo en la ofrenda floral en el monumento de la antigua escuela de Dreznica. (Foto de Ivona Grgurinovic).

Vera formó parte de todo un auténtico ejército del bosque, en donde ya sabemos habitan en muchas culturas los seres maravillosos, encantados, mágicos. A pesar de su delicado estado de salud, Vera quiso volver a su bosque, con el paso decidido de quien no olvida. Al solar del hospital en donde salvó vidas y asistió en los momentos finales a otros compañeros. Allí un coro de la vecina región de Istria interpretó canciones partisanas que Vera tarareaba con orgullo. También se cantaron himnos de la guerra de España, como el 5º Regimiento o Los campesinos.

Y Vera volvió a su hospital.

Desde su llegada al hospital Vera escribía un diario en el que detallaba la evolución de los enfermos, las altas, las bajas, las incidencias... En un ataque alemán tuvieron que huir y atravesar un río. Ella se despojó de su abrigo y se lo pasó a otro compañero que quedaba atrás abriendo fuego al enemigo. Ese partisano cayó en combate y con él, el diario. Vera, con una gran miopía, perdió sus gafas, y pasó el resto de la campaña en esas condiciones. Como dice ella, la solidaridad y la camaradería la ayudaron a salir adelante. Tras tres años en el bosque, al acabar la guerra, volvió al oculista y éste certificó que le habían bajado las dioptrías a la mitad. Milagros cromáticos del bosque.

Pipo lee su discurso, escrito a mano por él, bajo la atenta mirada de Vera.

Pueden tirar abajo con dinamita monumentos de hormigón armado. Pueden destruir memoriales, robar placas y recristianizar cementerios partisanos. Pero nada podrán con el tesón y el testimonio de mujeres como Vera. Se entregó a los demás para combatir el terror. Con personas como Vera, uno aún mantiene un mínimo de esperanza en la Humanidad. El amor en los tiempos del cólera.

Proyecto Heritage from below. Traces and memories. Dreznica 1941-1945.







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