domingo, 8 de marzo de 2020

La (que pudo ser) tumba de Franco (II)

Interior del santuario, junio de 2017. (Fot. de Pedro Rodríguez).

Chantada, década de 1940. La salvaje represión desatada por los golpistas acabó con el movimiento asociativo agrario, con las nuevas ideas progresistas traídas de América, con las tentativas laicizantes en el mundo rural. Con todo, la resistencia continuó. La guerrilla antifranquista campaba a sus anchas esos años, con la figura señera de O'Piloto, el último maquis abatido en España, en estas tierras, en 1965. En unos años de hambre y falta total de bienes de equipo, el régimen se lanzó a la construcción de puentes y embalses, empleando mano de obra esclava, esto es, prisioneros de guerra, los derrotados republicanos. Este es el panorama de la inmediata postguerra, la España de la Victoria, en la que juegan sus bazas el falangismo y la Iglesia, en una lucha denodada por controlar los resortes del Poder. En 1942 reaparece el padre Eyré en su tierra natal y encuentra el campo abonado del nacionalcatolicismo para llevar a cabo su sueño. Este cura, de alcurnia hidalga, tiene una perfecta agenda de contactos. Es amigo de don Juan de Borbón y la familia real, a quien visita en Estoril durante su estancia portuguesa. Su familiar Maruja Eyré es la secretaria personal de Pilar Primo de Rivera. Él mismo mantiene contacto estrecho con Carmen Polo y el Palacio del Pardo.

Tumba del padre Eyré dentro del santuario (junio de 2017). (Fot. de Pedro Rodríguez).

Para construir su templo, elige el recinto superior del castro de Centulle, propiedad de su familia. Con el solar a disposición del proyecto, busca consejo en un arquitecto que había sido ayudante de Antonio Palacios y que acabará vinculado al Valle de los Caídos: Pedro Muguruza. Mientras la II Guerra Mundial se dirime en los campos de batalla, en el corazón de Galicia este cura iluminado consigue el apoyo de Franco y en tiempo récord, en dos años, construye el santuario nacional de Fátima, inaugurado el 13 de mayo de 1945, cinco días después de la capitulación de Alemania. Al acto de inauguración acude el infante Luis Alfonso de Baviera y Borbón, sobrino de Alfonso XIII, militar del ejército sublevado que poco antes había combatido en la División Azul.

Tumba del padre Eyré, con cirios encendidos, en junio de 2017. (Fot. de Pedro Rodríguez).

Nombrado Rector del Santuario Nacional de Fátima, durante los años 50 recorre España a la búsqueda de fondos y donativos, para convertir su iglesia en centro de peregrinación. Incluso llega a sondear a la única pastorcilla de Fátima superviviente, sor Lucía, para que se traslade a vivir a Centulle, cual anacoreta del siglo XX. Sor Lucía ya conocía Galicia, en donde residió 21 años, entre Tui, Santiago, Rianxo y en Pontevedra. Su casa en el casco viejo de Pontevedra es el conocido como Santuario de las Apariciones. Como dignos herederos del padre Eyré, cura monárquico, los concejales del Partido Popular de Galicia en el ayuntamiento pontevedrés quieren fomentar el turismo religioso y relanzar este centro de peregrinación, en donde la vidente sor Lucía volvió a ver a la Virgen en 1925 y 1926 (sic).

La tumba del padre Eyré en la actualidad. La lápida ha desaparecido.

El nacionalcatolicismo continuó sin problemas en Galicia tras la transición democrática. Del franquismo al fraguismo, el nacionalcatolicismo apaño nuevos atrezzos, el regionalismo, los xacobeos y un Santiago Apóstol patrón más de Galicia (nai e señora) que de España. Una de las placas conmemorativas instaladas dentro del santuario nacional no deja dudas al respecto: por aquí pasaron personajes ilustres, como el Ministro de Educación Nacional Joaquín Ruiz Jiménez, en representación del Jefe del Estado (años 1950) y el presidente de la Xunta de Galicia Manuel Fraga Iribarne con sus conselleiros (sic).

Placa en recuerdo a los visitantes insignes, entre ellos Fraga y sus conselleiros (Fot. de Pedro Rodríguez).



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