Nuestro equipo de trabajo lleva años embarcado en el estudio arqueológico del fascismo italiano en Etiopía. En esta primera fotografía podéis ver la impronta del Duce en la labor civilizadora en Abisinia, coronando el túnel de una carretera que se dirige desde Addis Ababa hacia el norte. Las obras públicas, la abolición de la esclavitud y la Modernidad fueron bazas propagandísticas empleadas por Mussolini en una colonia que no acabó de conquistar del todo. A pesar de la derrota en 1941 ahí siguen estas cicatrices grabadas en la piedra, entre la bruma del pasado.
La segunda fotografía que os presentamos la hemos sacado hoy mismo, en un mediodía gris en el que la niebla fantasmagórica se adueñaba del puerto del Escudo, ubicado en la frontera entre Burgos, Tierra del Cid, y la Cantabria Infinita. Una entrada otrora majestuosa ciñe el acceso a un monumento abandonado, ocupado por unas vacas más pendientes del pasto que del pasado glorioso de los hombres.
Pongámonos en contexto. La Italia fascista apoyó al bando nacional con un entusiasmo inusitado. La derrota en Guadalajara dejó al ejército de Mussolini en mal lugar, todo un anticipo de las sucesivas cafradas en la IIª Guerra Mundial (Albania, Grecia, etc...). Como me contaba mi abuelo paterno, a los italianos se les quería mal. Cuando era soldado nacional en el Ejército del Sur, mi yayo siempre andaba a puñetazos con los italianos en la retaguardia, durante los permisos. La cuestión es que cuando llegó la hora de asestar el golpe definitivo al Frente Norte, los mandos nacionales pasaron un poco del nuevo Imperio romano. Los Flechas Negras no gozaron de mucho protagonismo que se diga en la campaña de Bizkaia. la conquista de Bilbao debía ser cosa de las Brigadas Navarras.
Para compensar este feo, los italianos sí gozaron de un papel estelar en agosto de 1937 en la lucha por el control de la provincia de Santander. En agosto de 1937, en este puerto del Escudo, 22 batallones republicanos esperaban atrincherados el ataque de las fuerzas nacionales, apoyadas por tres divisiones italianas. Para la historia quedó el enfrentamiento entre la italiana División 23 de marzo y la División 55 Montañesa de Choque. La posición fue finalmente tomada a costa de muchas bajas, el 17 de agosto. Nueve días después caía la ciudad de Santander. El zigurat fue comenzado a erigir ese mismo año 1937 empleando como mano de obra esclava a los propios prisioneros republicanos. Al acabar la guerra se acercó al lugar el mismísimo conde Ciano para rendir homenaje a los 360 soldados y 12 oficiales allí enterrados.
La M que preside el acceso no se refiere precisamente a la mantequilla de los sobaos pasiegos. Mussolini se escribe con M. Los sueños de grandeza del Duce quedaron fosilizados en la Cordillera Cantábrica. Los nichos del interior, marcados en su día con asépticos números, conforman toda una colmena, toda una metáfora del ideal fascista que diluía los individuos en una masa amorfa al servicio del Líder. Los familiares de los militares italianos acudían puntualmente cada año a rendir tributo a sus seres queridos. Un trágico accidente de autobús de esta comitiva de familiares aceleró la exhumación de los restos y su repatriación a Italia en la década de 1970. Hoy en día fascistas y antifascistas han dejado su señal en los muros del monumento. En la parte posterior, la gente ha amortizado parte del material constructivo, lo que hace parcialmente ilegible la original inscripción en latín que se grabó al inaugurar la pirámide:
SCUTUM ENSE FRACTUM IBI CONFREGIT
POTENTIA SARTUUM SCUTUM GLADIUM ET BELLUM
Este no fue el único monumento erigido por el fascismo italiano en Hispania. La verdad es que iban un poco de sobrados. Como nos cuentan Alfredo Jimeno e Ignacio de la Torre en su fenomenal estudio sobre Numancia como símbolo, las tropas italianas encargadas de la defensa de aeródromo soriano de Garray levantaron (con dos cojones) un monumento sobre las ruinas de Numancia, esta vez dedicado al Duce, en recuerdo de los paisanos que anduvieron por el lugar. Estuve en Numancia y me acordé de ti.
Dicho monumento fue retirado cuando los italianos se fueron tras el fin de la guerra, seguramente porque no se consideró oportuno para la memoria de la ciudad, que tanto había sufrido en su lucha contra Roma.
A pesar de este desliz, con la victoria en 1939 la Falange con Serrano Suñer a la cabeza y arqueólogos adláteres se apuntó al carro de los fastos imperiales y celebraron a todo trapo semanas augusteas y demás parafernalias. Al fascismo siempre le gustó el arco del triunfo. Franco no iba a ser menos; eso sí, en un tremendo encaje de bolillos, por aquella época también se prestaba al tradicionalismo católico. De ahí la mezcla de arcos de triunfo y de palios. Este zigurat también está coronado por una cruz cristiana de hierro. Al fin y al cabo, la gente de orden fue la que sostuvo el regimen mussoliniano y el régimen franquista. Ser fascista para acabar bendecido por un cura.
P.D. El conde Ciano fue fusilado por los fascistas de la República de Saló. El cadáver de Mussolini fue expuesto por los partisanos, boca abajo, como un cerdo. Un cerdo que coadyudó a provocar una matanza entre 1936 y 1939.