sábado, 8 de noviembre de 2014

Estratigrafías, Memorias y Contramemorias (I)


Centroeuropa, 1914.

Si en el Reino de España aún estamos así, tras dos siglos de Estado-Nación, imaginaos lo que ha sido el siglo XX para las gentes que están y ya no están en Bohemia occidental. Nuestra estancia en Plzeň  nos ha permitido conocer una historia movida que ha generado materialidades y procesos de construcción de la memoria colectiva realmente sorprendentes. Todo ello relacionado, evidentemente, con el conflicto y la violencia. El primer estadio de esta historia es la Iª Guerra Mundial. En 1914 esta región se hallaba en el meollo del Imperio Austrohúngaro. Los ciudadanos salieron eufóricos a las plazas para congratularse por la declaración del estado de guerra. Una exposición callejera delante de la Biblioteca recoge abundantes fotografías de época. El frente se hallaba lejos. En la imagen de arriba, la línea roja marca el frente del Este en 1914, antes del avance hacia la Rusia zarista. Como está ocurriendo en gran parte de Europa, las autoridades de la ciudad se han entregado en cuerpo y alma a las conmemoraciones de la Gran Guerra. A diferencia de otros conflictos que todavía no han cicatrizado, esta guerra se ve como algo suficientemente lejano. Los ciudadanos se acercan con curiosidad a ver a aquellos bigotudos con sus autos locos. La moda vintage lo ha inundado todo.


Exposición callejera sobre la 1ª Guerra Mundial.

El Museo de Bohemia occidental alberga a su vez otra exposición sobre el conflicto, con abundante documentación. Es interesante el acercamiento microhistórico de la propuesta: las cartas de un soldado desde el frente, el diario capturado a un ruso moribundo, dibujos artísticos realizados en plena trinchera, la odisea de un batallón desplazado desde los confines del Imperio, cerca de Ucrania y Polonia, para acabar luchando en los Alpes contra el enemigo italiano...



Exposición en el Museo de Bohemia Occcidental.

Las vitrinas también acogen muestras de cultura material, pero no en la línea de esos almacenamientos caóticos de objetos aprisionados tras los cristales, tan comunes en muchos centros didácticos. Las cosas cuentan historias, nos hablan de la larga duración. Como este peine de proyectiles utilizados por los soldados que disparaban con fusiles Manlicher Carcano. Esta pieza la hemos documentado en nuestras excavaciones en Guadalajara, en posiciones republicanas. La derrota italiana en 1937 dio lugar a que el bando leal se hiciese con numeroso armamento y munición de la Italia fascista. Pero el mismo objeto también lo hemos registrado en puestos defensivos italianos en la frontera entre Etiopía y Sudán (1941), escenario secundario de la IIª Guerra Mundial. Dark and Global Modernities.


Otros países de Centroeuropa han construido un relato oficial sobre el confilcto y sus consecuencias, basado en el irredentismo y la autoafirmación nacional. Este es el caso, por ejemplo, de Hungría, que vio reducido su territorio y sigue viendo el tratado de Trianon como una humillación. En el caso que nos ocupa las cosas fueron diferentes. La derrota fue una victoria para los sectores nacionalistas. El líder Thomas Masaryk se exilió durante el conflicto, apoyó a los aliados y formó incluso las Legiones checoslovacas. Sus excelentes relaciones con los USA (estaba casado con una ciudadana yanqui y había sido profesor en Chicago) y el apoyo decidido de Wilson explican el nacimiento del Estado checoslovaco con Masaryk a la cabeza. A diferencia de otros estados vecinos (que vivieron procesos revolucionarios y contrarrevolucionarios) Checoslovaquia gozó de estabilidad hasta las arremetidas hitlerianas de la década de 1930. Por lo tanto, la memoria de la Iª Guerra Mundial es ambigua: es la historia de un Imperio que desapareció, de un conflicto que carece de capital simbólico para la nación checa del presente. Otra cosa es lo que pensaba por aquel entonces la gran minoría de cultura alemana asentada en Bohemia y Moravia, constructores de otra memoria totalmente diferente.


Estatua en homenaje a Masaryk en Plzeň.

P.S. Masaryk escribió un libro en la década de 1920 titulado: Las naciones pequeñas ante la crisis europea.

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