lunes, 3 de abril de 2017

La sombra de la guerra es alargada (4)

España y sus banderas. Baraja impresa por Fournier durante la guerra.

Franco no estudió en West Point. Era un auténtico maestro de la intriga política, pero en esto de la guerra no tenía mucha consideración hacia nadie, y menos hacia sus propios soldados. Es la falta de empatía característica de todo psicópata. Jamás siguió los consejos de sus subordinados ni mucho menos de los asesores alemanes e italianos. Su política era no ceder ni un centímetro de terreo al adversario, resistir hasta el último hombre y todo este tipo de épicas manejadas por los militares africanistas. Tras el fracaso en Madrid en noviembre de 1936, la toma de la capital fue una obsesión para el Generalísimo. En este contexto se enmarcan las conocidas como tres batallas de la carretera de A Coruña. El ejército sublevado intentó aislar Madrid  pero tuvo que desistir ante la denodada resistencia republicana, en un momento de honda reorganización de un ejército que contaba con la inestimable ayuda soviética.

Entrega de banderas a la mehal-la jalifiana de Tetuán, antes de la guerra.

Entre el 3 y el 15 de enero de 1937 tuvo lugar la tercera de estas batallas. Al mando del Ejército Reforzado de Madrid se hallaba el general Orgaz, quien contaba con unos 20.000 hombres. La mayor parte de ellos eran tropas coloniales, la élite de las fuerzas de choque de los sublevados. Entre ellos estaba un hombre joven emparentado con la familia Fournier, la dueña de la exitosa fábrica de naipes de Vitoria. Esta empresa se convertiría en la imprenta oficial de los sublevados durante el conflicto. Como premio a los servicios prestados, el régimen intercedió para que se hiciese con maquinaria de vanguardia en la Alemania nazi, lo que garantizó el monopolio de Fournier durante años.


El chaval se llamaba Jesús de Arjona Betegón y era teniente de la primera mehal-la jalifiana de Tetuán. Con razón el juego de las banderas de España editado por Fournier incluía la bandera del Protectorado de Marruecos con la media luna. Los moros ponían la carne de cañón. Pero no solo ellos. Este oficial fue una más de las víctimas que se cobró el intento del 6 de enero por llegar al kilómetro trece de la famosa carretera. Por su parte, las Brigadas Internacionales (Garibaldi, Thaelmann, Comuna de París, Edgar André) pagaron un duro precio en estos combates. Aunque los sublevados se hicieron con diez kilómetros de esta carretera, llegando a las casas de Puerta de Hierro, la ofensiva se detuvo ante la falta de reservas y el contraataque republicano posterior.


La historiografía militar española se ha centrado siempre en estas grandes batallas en donde parecía que se decidía todo. Este enfoque traslada la idea de que el resto de frentes se paralizaba. Y eso no era así, evidentemente. En los últimos años se ha recuperado la memoria de otras pequeñas batallas olvidadas. Nosotros mismos hemos excavado posiciones en escenarios secundarios del conflicto pero que también se cobraron su precio en sangre. Tras eufemismos tacticistas como rectificación del frente o labores de limpieza de bolsas de resistencia se esconde una realidad trágica y brutal. Mientras se combatía a las puertas de Madrid, también se hacía los mismo en las estribaciones de la cordillera cantábrica, en el Frente Norte, en el área de Espinosa de los Monteros. Allí tuvo lugar la conocida como batalla del Alto del Caballo y Mirador de Espinosa, intento franquista de recuperar esa cota estratégica que había sido ocupada por los republicanos en la Nochevieja. Aquí se lucieron los franquistas. Según parece, los soldados de la guarnición que defendía el alto estaban totalmente borrachos esa Nochevieja. Para acabar de rematarla, los Junker alemanes que aparecieron el día de Reyes bombardearon por error el centro del pueblo de Espinosa de los Monteros, en manos sublevadas.

(Fuente: Blog www.lasmerindadesenlamemoria.wordpress.com)

En el intento de recuperar el Alto del Caballo murió el alférez Augusto Arteaga. Gracias a los trabajos de investigación del historiador local Fernando Obregón sabemos exactamente lo que ocurrió ese día 4 de enero de 1937. En esa jornada murieron en la posición de La Herbosa (El Mirador), 2 alféreces (uno de ellos Augusto) y 3 soldados del Regimiento San Marcial, 4 miembros de las milicias de Falange de Burgos y 1 moro (citado así, sin nombre ni nada), asi como otro soldado del Regimiento 11º de Artillería en la posición de La Riva, y otro soldados en Quintana de los Prados. Según Fernando Obregón se contabiliza en total un mínimo de 12 muertos en las filas franquistas, aunque por testimonios orales se sabe que también cayeron otros muchos marroquíes, que tal vez no fueron inscritos en el Registro Civil de Espinosa por haber sido enterrados en las posiciones republicanas.

Tumba del alférez Augusto Arteaga.

Las tropas republicanas estaban dirigidas por el socialista Cecilio San Emeterio Latorre, presidente del sindicato de chóferes. Combatió hasta ser hecho prisionero en Gijón. Luego, se suicidó. Su mujer Amparo Eguía se exilió en Bélgica, en donde siguió militando en el sindicalismo socialista. Curiosamente, en el Alto del Caballo su marido luchó contra un falangista belga, Victor Vander Eyden, quien murió en combate al lado de Augusto Arteaga. También andaba por allí un finlandés anticomunista, el capitán Haartmann, que había sido instructor de la Centuria catalana de Falange. Como se ve, mientras en Madrid las brigadas internacionales combatían para defender la República, en Espinosa de los Monteros los franquistas también contaban con la ayuda de voluntarios fascistas europeos..
(Fuente: Blog www.lasmerindadesenlamemoria.wordpress.com)




1 comentario:

abc dijo...
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