Parafraseamos a ese gran IP de proyectos que era Aníbal Smith para presentar aquí algunos de los mapas de dispersión de material resultantes de nuestras excavaciones en La Enebrá y Alto del Molino.
En la figura superior se puede observar los elementos relacionados con municiones y artillería localizados en la paridera y corralón de la Enebrá Socarrá. Se advierte a simple vista que el número de casquillos es muy escaso, lo cual se explica por la recogida sistemática de los vecinos al acabar la posguerra. Lo que se dejaron atrás fueron las guías de peine de los cargadores disparados. Si la recolección de casquillos no alteró mucho el registro, se podría decir que existen acumulaciones claras hacia los dos lados largos de la paridera, con un vacío en el centro, lo que demostraría que en un determinado momento los defensores de La Enebrá estaban siendo atacados tanto por el norte como por el sur. La densa acumulación de balas que se advierte hacia el centro de la paridera no indica necesariamente hacia donde se concentraba el fuego enemigo: la mayor parte de ellas pertenecen a cartuchos de 7 y 7.92 mm, utilizados por los sitiados más que por los sitiadores. Es posible que las balas se desprendieran de sus vainas y simplemente estemos observando el lugar donde se almacenaba munición.
La dispersión de metralla revela el intenso fuego artillero al que fueron sometidos los sitiados. Éstos no se quedaron atrás: los símbolos de mortero hacen referencia a las tapas que se insertan tras el cartucho de proyección de los granadas de mortero y a los suplementos de esta misma arma. Ambos indican la presencia de un mortero en la paridera. Con el símbolo de granada se señalan los restos de proyectil de tanque T-26: aparecen todos a lo largo de la pared meridional.
El plano es un documento elocuente del infierno que se debió vivir en este lugar el 30 de marzo de 1938.
En el fortín para pieza artillera que excavamos en Alto del Molino el panorama es bastante más monótono. Lo que podemos ver es, básicamente, lo que pasa cuando estalla una caja de munición trazadora en un espacio reducido. La mayor concentración de casquillos, muchos deformados, apareció sobre una mancha quemada en el ángulo NW del fortín. Ahí debía de situarse la caja. Las balas se concentran en la pared opuesta. Las trazadoras se usaron seguramente como guía de tiro para el cañón ubicado en el fortín.
La explosión de los cartuchos es, con toda probabilidad, intencional. Puede que un vecino de Abánades decidiera destruir la munición al acabar la guerra o que fueran los mismos soldados republicanos los encargados de hacerlo antes de abandonar el lugar.
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