sábado, 11 de enero de 2014

Cómic y memoria histórica

 Página de El Médico Novato, de Sento

El auge de la memoria histórica se relaciona fundamentalmente con las exhumaciones llevadas a cabo desde el año 2000. También con la creación de asociaciones que tienen por misión documentar la represión de la guerra y el franquismo, con la realización de actividades conmemorativas (inauguración de placas, monumentos, rutas por los paisajes de la violencia) y fenómenos similares.

Una forma de memoria histórica peculiar es la reflejada en cómics que tienen por tema el pasado traumático de España. Ejemplo de ellos son las excelentes novelas gráficas de Vittorio Giardino (¡No Pasarán!, 2002-2007), Altarriba y Kim (El Arte de Volar, 2009), Sento (Un Médico Novato, 2013) y Paco Roca (Los Surcos del Azar, 2013), entre otros. La mayor parte siguen la línea documental inaugurada por Art Spiegelman con Maus (1991), un cómic sobre el Holocausto basado en las memorias de su padre. El cómic como forma de memoria histórica ha tenido un enorme éxito desde entonces. Ejemplos recientes son los estupendos Jerusalén, un Retrato de Familia de Yakin y Bertozzi, en la que se narran los violentos orígenes del estado de Israel, o los espeluznantes Cuadernos Ucranianos de Igort, sobre el genocidio estalinista de los años 30 en los campos de Ucrania.  

Los cómics no son solo una forma efectiva de contar hechos terribles. Debido a su carácter documental transmiten también importante información histórica. Muchos se basan en entrevistas con supervivientes y veteranos y archivos familiares. Ese es el caso de Un Médico Novato de Sento. En el apéndice que aparece al final del libro se recogen varios documentos con los que se ha tejido la historia (cartas, fotografías). Esta trata de las penalidades por las que pasa Leonardo, un joven médico pariente del autor del cómic, cuyo inicio en la profesión coincide con el estallido de la guerra. 

El hermano mayor de Leonardo, Antonio, fue asesinados por falangistas en 1936. En el apéndice documental se muestran dos fotografías en la que se ve la exhumación en la que se recuperó el cuerpo de Antonio: en 1971. 

Es bien conocido que con la muerte de Franco se comenzaron a realizar numerosas exhumaciones de represaliados, que se vieron interrumpidas con el golpe de Estado de 1981 y el retorno del miedo. Sin embargo, la recuperación de restos de familiares asesinados, muchas veces de forma clandestina, fue una realidad también durante la dictadura (aunque no muy común). La fotografía que publica Sento es de gran interés porque documenta estas exhumaciones anteriores a la democracia. 

La fotografía, sin embargo, es interesante por otros motivos: porque permite constatar el retroceso actual en España en materia de derechos humanos. En cierta manera, estamos como en 1971: entonces exhumar a los represaliados por la dictadura era una tarea que recaía sobre los familiares y se consideraba una cuestión puramente privada. Hoy, 43 años después y con la desaparición de las subvenciones públicas, exhumar vuelve a ser una actividad familiar y privada, no un asunto de Estado. 

Esto nos coloca en una posición anómala en el mundo. En la mayor parte de los países democráticos, los crímenes de Estado se consideran, con toda lógica, un asunto de Estado.

En España, abandonados por el Estado, los familiares de víctimas de la violencia política pueden encontrar apoyo en antropólogos, forenses, arqueólogos... y dibujantes de cómic.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Creo que les puede interesar mi blog (www.historiaycomic.wordpress.com), en el que hablo de la mayoría de los cómics que comentan y de algunos más. Un saludo