sábado, 24 de octubre de 2015

Interpretando letrinas

Ortoimagen de las letrinas durante la excavación.

Emulando un post previo, esta entrada podría llamarse "¿Quiénes c...aron en el seminario menor de Belchite?" De la misma manera que hemos podido arrojar luz recientemente sobre los combatientes de Mediana gracias a nuevos documentos de archivo, un documento audiovisual nos permite ahora elucubrar sobre las letrinas que excavamos en el seminario -y sus usuarios. 

Durante la excavación de las letrinas, que se encontraban arrasadas por completo, identificamos dos impactos de proyectiles en la acera exterior. Parecían corresponderse con granadas de espiga. Estas fueron utilizadas con profusión en el asalto a Belchite, como sabemos por los restos que hemos encontrado en la campaña de 2014 en el Saso y en la de 2015 en las fortificaciones cercanas al cementerio. Colegimos de los dos impactos que el edificio de las letrinas: a) era anterior a la guerra (la otra posibilidad que manejábamos es que hubiera sido construido en 1939-40, cuando el sitio se convirtió en campo de concentración); b) que quedaron seriamente dañadas por los explosivos y quizá no volvieron a ser utilizadas. La ausencia de materiales claramente atribuibles al campo de concentración parecía reforzar la teoría del abandono tras el asalto republicano. 

Sin embargo, en un documental republicano sobre la batalla de Belchite (Tres Fechas Gloriosas, Félix Marquet, 1938), se puede apreciar claramente el edificio de las letrinas, aparentemente en perfecto estado, después de que los guardias de asalto tomaran el seminario. Los guardias posan sonrientes levantando el puño con los retretes al fondo: 

¿Quién quiere ir al baño?

Esto aclara algunas cosas y complica otras ¿Qué es lo que complica? La forma en que se llevó a cabo el ataque en este sector. En un principio creímos que el mortero que batió la zona se habría emplazado en la meseta que domina el seminario. Desde esta posición privilegiada, pensábamos, habría podido hostigar a los defensores a placer. Sin embargo, esta hipótesis ahora no parece muy verosímil: la trayectoria del proyectil solo sería posible sí las letrinas no tuvieran tejado (porque hubiera sido destruido previamente). De tenerlo, el proyectil que dejó su huella en la parte septentrional habría impactado casi seguro contra la techumbre. Esto significa que los disparos del mortero de espiga debían proceder más bien de la zona este, por donde discurre la carretera -y donde posan los guardias de asalto. 

Lo que aclara el fotograma es quiénes c...aron en las letrinas. Primero, los soldados sublevados que ocupaban esta posición. Esto ya lo sabíamos. Después, los republicanos una vez que se hicieron con el lugar. Y no de forma eventual (para aliviar la tensión del ataque), sino habitual. Esto significa que algunas tropas del Ejército Popular estuvieron acantonadas en la posición durante un cierto período de tiempo.

¿Cómo deducimos esto? En la excavación encontramos una serie de objetos que ahora podemos interpretar mejor. Se trata de varios elementos relacionados con la higiene personal: restos de dos tubos de pasta de dientes, un peine, un cepillo de dientes y una bacía u orinal. Excepto el orinal, que apareció donde tenía que aparecer (en los retretes), los útiles de aseo los encontramos en una zona que con toda seguridad contenía lavabos.

El ubicuo kit de higinene de la Guerra Civil: tubos de pasta de dientes, cepillo y peine aparecidos en las letrinas del Seminario Menor.

Excavación de la zona de los lavabos.

El cepillo de dientes es de la marca Foramen, de Barcelona. Esto nos llamó la atención en su momento, porque apuntaba hacia los republicanos. De hecho, encontramos este cepillo asociado a un soldado republicano caído en la batalla del Ebro. Cabía, sin embargo, la posibilidad de que fuera un cepillo de antes de la guerra y por lo tanto propiedad de cualquier ciudadano o que un guardia lo hubiera perdido durante el ataque. Ahora sabemos que su dueño era a todas luces un republicano acuartelado aquí. El seminario debió utilizarse durante toda la batalla como una base de segunda línea.

La arqueología del pasado contemporáneo es compleja. En períodos muy breves de tiempo han podido pasar muchas cosas: las huellas efímeras de los eventos se mezclan unas con otras irremediablemente. Y desenredar la madeja de la historia lleva su tiempo. Las letrinas que excavamos son un espacio vulgar -tal vez el más vulgar de los espacios. Sin embargo, este espacio vulgar participó de hechos históricos de primer orden. En un plazo de dos años, las usaron los requetés, las bombardearon guardias de asalto, las reutilizaron soldados republicanos y finalmente, quizá, brigadistas internacionales prisioneros. 

Hay palacios, la verdad, que han visto menos historia. 

martes, 20 de octubre de 2015

Colonias para hombres


 
Este Seminario se integra en el proyecto de investigación Una Arqueología postcolonial en España. Materialidades y memorias subalternas de la colonización agraria e industrial en el siglo XX y constituye la primera aproximación que se hace desde la Arqueología a esta temática a escala del Estado español.
El programa aporta una visión comparativa de este fenómeno con aportaciones centradas en estudios de caso en Extremadura, Galicia, León, Aragón, Catalunya y Euskadi. A su vez da a conocer los trabajos de investigación desarrollados por alumnos de la UPV/EHU sobre la población minera en la margen izquierda de la ría de Bilbo y sobre los barrios obreros de Vitoria-Gasteiz, como Zaramaga o Errekaleor.

 
El peso de este pasado sigue condicionando el presente. El nacionalsindicalismo, el paternalismo y la domesticación del campesinado en el mundo rural y de la clase obrera en los contextos urbanos generaron una arquitectura que sigue generando problemas de gestión urbana y patrimonial en el presente (¿qué hacer con los barrios de oro de Gasteiz? por ejemplo). Es por ello que el presente Seminario se presenta como una herramienta útil para que la investigación arqueológica tenga una aplicación directa en la gestión de los procesos de patrimonialización que se están viviendo en la actualidad. Para ello integramos en el programa una visita guiada a barrios erigidos en Vitoria-Gasteiz en la época desarrollista, así como un ciclo de documentales sobre la colonización agraria del franquismo y su impacto en la realidad social del presente en diferentes zonas del Estado. A este respecto el viernes 23 de octubre se presentará el documental Los Colonos del Caudillo (2013) contando con la presencia de sus directores Lucía Palacios y Dietmar Post.
 
 
Esta actividad se integra en la oferta del Kultur Kampus y cuenta con una ayuda económica de la Facultad de Letras y del Vicerrectorado del campus de Araba.
 

viernes, 16 de octubre de 2015

¿Quiénes lucharon en Mediana?


Estepas de Mediana, testimonio de brutales combates en septiembre de 1937.

Saber quién luchó en un determinado campo de batalla no es tan fácil como a primera vista podría parecer. No lo es porque con mucha frecuencia en un mismo espacio combatieron unidades distintas en distintos momentos. Los campos de batalla son yacimientos estratificados con el inconveniente de que todos los estratos están en el mismo nivel. Separar los estratos, sin embargo, a veces es posible. Para ello tenemos que recurrir tanto a las pruebas arqueológicas como a los documentos. 

Las trincheras de Mediana son un buen ejemplo de esta situación. Las trincheras de la zona fueron ocupadas entre finales de agosto de 1937 y marzo de 1938. Diversas unidades pasaron por aquí, tanto españolas como internacionales. No es fácil datar las fortificaciones ni identificar a sus habitantes, aunque hemos realizado algunos progresos llamativos.

Durante la última campaña en Mediana realizamos una prospección intensiva de las trincheras situadas al oeste de la carretera que une esta localidad con Belchite y que fueron escenario de feroces combates durante septiembre de 1937. Aquí estuvieron destacadas diversas unidades, tanto en ese momento como en fechas posteriores. Dejaron tras de sí un rastro material compuesto por fragmentos de granada, morteros, botellas, tinteros y cajas de munición al que ya nos hemos referido.



Chapa de una caja de munición soviética en los parapetos republicanos de Mediana.

¿Quiénes dejaron ese rastro? Ahora quizá estemos más cerca de saberlo. 

Entre los soldados que combatieron en Mediana se encuentran los miembros de la XV Brigada Internacional. Previamente a la ofensiva de Zaragoza, la brigada 
ontaba con 208 soldados británicos, 405 estadounidenses y 309 españoles, cada nacionalidad encuadrada en su propio batallón. Además, en esos momentos aún se contaban entre sus filas nada menos que 563 eslavos del batallón Dimitrov. La XV fue encargada de tomar Quinto al comienzo de los combates de la ofensiva de Zaragoza (23-24 de agosto). A los ingleses les correspondió hacerse con la colina de Purburell el 25 de agosto, un ataque en el que sufrieron bajas muy elevadas, entre ellos Peter Daly, el comandante de la unidad. 



Los republicanos entran en Quinto de Ebro.

El día 30 de agosto la XV Brigada fue desplazada a una altura a 1,7 km al norte de Codo. Desde allí se envió al batallón inglés en dirección a Mediana para evitar que los franquistas rompieran el frente y acudieran a socorrer a sus camaradas cercados en Belchite.

Sobre el encuentro entre británicos y sublevados en Mediana contamos con un interesante documento de archivo denominado "La XV Brigada en la Ofensiva de Aragón" (que una vez más debemos a Julián Dueñas). Según este documento:

"los dos grupos [británicos y franquistas] hicieron contacto a las 3 horas; los fascistas, sorprendidos, corrieron por atrás. Los ingleses enseguida tomaron posesión de las colinas que los fascistas habían conquistado de la 11 Brigada [que había ocupado estas posiciones los días anteriores]. Estas cotas dominaban el pueblo de Mediana que componía la "tierra de nadie"... Para tres días y noches los fascistas repitieron esfuerzos con intentos de romper la línea republicana en este sector empleando gran cantidad de artillería y aviones... El cuarto día los ataques fascistas disminuyeron en intensidad. El batallón fortificó bien las posiciones y por eso no hubo muchas bajas.... El batallón quedó en estas posiciones hasta después de la conquista de Belchite". 



Despliegue de la XI Brigada el 3 de septiembre. En rojo, la zona prospectada por nosotros. Plano de época gentileza de Julián Dueñas.

Es decir, las trincheras, o al menos una buena parte de ellas, que localizamos en Mediana fueron excavadas por los ingleses, que mantuvieron la posición entre el 4 y el 7 de septiembre al menos de 1937 (el día 3 los mapas todavía sitúan en esta posición a la XI Brigada). Ahora bien, una cosa son las estructuras y otro los restos que encontramos en superficie y a los que ya me he referido (munición, vidrio, granadas). Podrían pertenecer a momentos distintos, dado que el frente, como he señalado, quedó consolidado en esta zona tras la batalla. 



Batería de refugios excavados en primera línea por los británicos. Las posiciones franquistas se encuentran en el extremo superior derecho de la foto.

Podría ser, pero existe un argumento arqueológico que nos lleva a pensar que lo que documentamos son los combates de la primera semana de septiembre de 1937 y por lo tanto la presencia de soldados británicos: los numerosísimos restos de combate a corta distancia (granadas) indican una lucha de gran intensidad y de un número considerable de tropas por tomar o defender las posiciones. Esta lucha de gran intensidad en el momento que mejor encaja es en esa primera semana que describe el documento mencionado. Posteriormente podemos pensar en golpes de mano, disparos de mortero y fuego de hostigamiento en general, pero no en ataques masivos como el que documentamos arqueológicamente. 


Munición documentada en una de las posiciones avanzadas republicanas: dos casquillos de Mosin de 7,62 mm, un cartucho de 7,62 soviético para ametralladora, dos balas de 7 mm, una de Lebel, y otra quizá de Mosin (abajo). Las balas de 7 mm y la de Lebel fueron disparadas por los sublevados contra los republicanos.

En algunos sitios, además, las trincheras estaban a escasos metros unas de otras, hasta el punto que los soldados se lanzaban granadas de una posición a otra (encontramos los restos en superficie). Este es un panorama coherente con un escenario de combate continuo, pero no con un frente estabilizado. 


Restos de granadas localizadas entre las dos líneas.

El documento corrobora la interpretación arqueológica: 

"Había cotas pequeñas entre las posiciones Republicanas y las fascistas. El batallón ingles y los fascistas tenian avanzadas en estas colinas. En un sitio habia una pequeña separación de unos 40 metros - frecuentemente se tiraban granadas de mano de un grupo a otro". 

Esto coincide perfectamente con la zona en la que concentramos nuestra prospección. Es la única zona del sector donde tenemos trincheras a la distancia señalada en el texto - y además regada de fragmentos de granada. La línea roja en el mapa son exactamente 41 metros.



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Agradezco a Julián Dueñas los documentos en que se ha basado esta entrada.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Operación Pathfinder (I)


Día D. Hora H. Los aliados desembarcan en Normandía y establecen la cabeza de puente que dará lugar a la liberación de Europa. Como en Salvar al soldado Ryan, numerosos militares estadounidenses se distinguen por méritos de guerra. Uno de ellos fue Patrick Francis "Hopalong" Cassidy (1915-1990), miembro del primer batallón del regimiento 502 de infantería paracaidista de la 101 Airborne Division. En la toma de la villa de Corentan, el 11 de junio de 1944, nuestro hombre protagonizó la mítica valentía de película: en la conquista de un puente vital para el avance, Cassidy, convertido en un requeté a las puertas del Paraíso, pasó olímpicamente de la artillería enemiga y destruyó a pecho descubierto un puesto de ametralladora nazi. Con dos cojones. Su proeza le valió la concesión de la Distinguished Service Cross y un ascenso meteórico en su carrera militar. Tras su paso por Corea comandó una división de Infantería acuartelada en la RFA en la década de 1960 y jugó un papel importante en la coordinación de maniobras militares con los aliados europeos de los USA.

De izqda. a dcha: General Cassidy, el Comandante de las tropas de USA en Europa, Paul L. Freeman 
y el comandante del VII Cuerpo de Ejército Louis W. Truman en la RFA (1964).

Este héroe liberador, este luchador por la democracia no hizo otra cosa que seguir el camino trazado por otros compatriotas años antes, los voluntarios de las Brigadas Internacionales que se bregaron en las tierras de Aragón, como los miembros yankees de la Lincoln. Estos estadounidenses que pisaron estos lares en 1936-1938 fueron los primeros, pero no los únicos. Treinta años después volverían a Zaragoza soldados de los EE.UU, esta vez comandados por Patrick Francis "Hopalong" Cassidy. Resulta curioso ver cómo la geopolítica redimensiona los paisajes bélicos y sus protagonistas. Los pactos entre Franco y Eisenhower en la década de 1950 asentaron el régimen, sancionaron la lucha anticomunista en Europa y acercaron al Ejército español a los USA. Como símbolo de los nuevos tiempos quedó para la posteridad la cara de Ike al saludar a Muñoz Grandes, quien portaba orgulloso la Cruz de Hierro nazi... Y llegaron las bases militares estadounidenses a España. Como han señalado estudiosos como Ángel Viñas o Gabriel Cardona, la obsesión franquista por el enemigo interno encajaba muy bien en estos tiempos de guerra fría. Oficiales españoles cursaron estudios antisubversivos en Estados Unidos y la revista Ejército publicó numerosos artículos alertando sobre los riesgos de la infiltración comunista en las Fuerzas Armadas. En 1968 el general Manuel Díez Alegría era enviado a Norteamérica para solicitar ayuda de material, adiestramiento y colaboración directa para labores represivas.
En este ambiente tuvo lugar en 1967 la primera operación militar conjunta entre los ejércitos amigos de los Estados Unidos (líder del mundo libre) y la España de Franco: la Operación Pathfinder Express I en tierras de Zaragoza, Calatayud y Daroca.
Prepárense para disfrutar de un auténtico monólogo de Gila.

Revista Ejército, nº 329: pág. 3.



lunes, 12 de octubre de 2015

Excavando palabras


Siempre decimos que los arqueólogos, al contrario que los historiadores, no trabajamos con documentos, sino con objetos; no con discursos, sino con materialidad. Lo que pasa es que a veces la distinción no es tan sencilla. A veces los arqueólogos excavamos, literalmente, palabras

En nuestras excavaciones en las trincheras republicanas de Mediana en 2014 realizamos un descubrimiento excepcional: restos de varias publicaciones en distinto estado de conservación que aparecieron sobre el suelo de varios refugios. En aquel momento solo fuimos capaces de leer palabras sueltas que no permitían ni esclarecer la naturaleza de las publicaciones ni sugerir una fecha precisa. 

Plano de la chabola G-3 de Mediana con localización del periódico.

La situación ha cambiado gracias al equipo de restauración del Museo de Zaragoza. Su trabajo ha permitido que comencemos a leer algo. No es mucho, pero sí lo suficiente como para reconstruir al menos uno de los textos. Esto, a su vez, hace posible poner fecha al contexto.

Fragmentos del periódico tras la restauración: se leen palabras como "política", "firmes", "fuerzas antifascistas".
Más fragmentos: "municiones", "sabotaje".

En el fragmento clave de los recuperados se pueden leer varios trozos de frase: "abarca a todas las", "debe desarrollarse sin límites", "nuestro Frente Popular" y "su función".


No es mucho, pero es bastante. Al menos en el mundo de Google. Buscamos esos fragmentos de frase en la página de Google Libros, un metabuscador en el que se pueden encontrar millones de obras antiguas escaneadas, y ¡bingo! Las palabras aparecen exactamente en Los Comunistas y la Revolución Española, un volumen publicado por Bruguera en 1979 que recoge discursos de tres líderes del PC durante la guerra: Palmiro Togliatti, José Díaz y Santiago Carrillo. 

Un poco más de búsqueda nos permite identificar las palabras con un discurso de José Díaz. El fragmento que conservamos se corresponde con esta parte de la alocución:

"Es la primera vez que todas las fuerzas políticas del pueblo se unen sobre la base de un programa común de reivindicaciones, que abarca a todas las capas del pueblo laborioso y que puede desarrollarse sin límitesEsto es nuestro Frente Popular: la organización de la lucha contra el fascismo, contra los opresores tradicionales y contra los invasores. Su función no ha terminado todavía ni puede terminar en mucho tiempo. No ha terminado ni puede terminar hasta que no haya realizado las reivindicaciones que han llevado a él las grandes masas del pueblo; porque el Frente Popular no es una simple coalición de partidos ni la reunión de unos cuantos dirigentes: es una política, un programa, una plataforma de realizaciones; porque el Frente Popular, como órgano que aglutina a todas las fuerzas antifascistas, es una necesidad sentida por todos. Jamás llegó a alcanzar la idea de la unión antifascista, sobre la base del Frente Popular, mayor extensión".

El discurso fue pronunciado en el pleno del Comité Central del Partido Comunista que tuvo lugar en Valencia entre el 13 y el 16 de noviembre de 1937. Por lo tanto, tenemos una fecha. Lo más probable es que las palabras de José Díaz fueran impresas poco después de la celebración de la reunión, sino ya durante esta. En todo caso, nos da una fecha de entre la segunda y la tercera semana de noviembre de 1937 para la ocupación del abrigo ¡Ya quisieran muchos arqueólogos tener semejante precisión temporal!

Cabría la posibilidad de que en realidad tuviéramos entre manos una edición del discurso completo, que sabemos que fue publicado algo después. Esto ampliaría la horquilla temporal, puesto que los periódicos se descartan periódicamente, valga la redundancia, pero un libro se puede guardar indefinidamente: 


Publicación del discurso íntegro de José Díaz, de finales de 1937.

Ahora bien, sabemos que este no es el caso ¿Por qué? Sencillamente, porque los otros restos de texto que hemos podido leer no encajan en el discurso y parecen corresponderse con noticias y anuncios diversos. Ergo, lo que tenemos es una publicación periódica, del Partido Comunista o de alguna asociación afín, en la que se reprodujeron extractos de las palabras de José Díaz en Valencia 

José Díaz Ramos (1885-1942) fue un destacado político comunista. Siguiendo la línea defendida entonces por la Comintern, Díaz luchó por la unidad del bando republicano para lograr la victoria en la guerra y la consolidación de una República democrática, frente a la revolución social que defendían anarquistas y trotskistas. De hecho, criticó ferozmente a estos últimos (también en el discurso que encontramos en Mediana) y justificó la represión contra el POUM. Evacuado a Rusia a fines de 1938 para ser operado de un cáncer, se suicidó en Tiflis antes de que la enfermedad llegara a su fin. Su hermana Carmen fue fusilada en la Sevilla de Queipo de Llano como represalia.  

¿De qué nos informa, pues, este hallazgo? De varias cosas: 

-De la afiliación política de los ocupantes de la trinchera. Podemos descartar en principio que fueran anarquistas. No podemos asegurar totalmente que pertenecieran al PC, pero sí posiblemente que fueran afines a la línea defendida por este partido, que se ganó tantos seguidores durante la guerra. 

-De la nacionalidad de los ocupantes: hemos de pensar que son españoles. Ninguno de los fragmentos de periódico está en inglés u otros idiomas. Podemos descartar su uso por brigadistas internacionales, que lucharon en esta zona en septiembre de 1937.

-De la fecha de abandono de la posición: inferimos que la posición queda abandonada a finales de noviembre o inicios de diciembre de 1937. Si se hubiera abandonado más tarde, por ejemplo durante la ofensiva franquista de 1938, difícilmente podríamos haber encontrado el periódico sobre el suelo. Lo más probable es que hubiera sido descartado con bastante anterioridad.

miércoles, 7 de octubre de 2015

Luchando Codo con Codo

Requetés en Codo, en plena Eucaristía.

Como señala el propio Padre Nonell, muchos de los miembros del Tercio de Montserrat que forjaron el intenso espíritu de Cruzada eran ultracatólicos, directivos y militantes del apostolado seglar en Catalunya, ya que militaban en entidades como Acción Católica, Federació de Joves Cristians, Congregaciones Marianas, Obra de Ejercicios Espirituales, Centros Católicos, órdenes de terciarios franciscanos y carmelitas, benedictinos... Miembros del campesinado de zonas rurales sobre todo de Barcelona y Girona, y de las clases medias urbanas, estos carlistas se veían como defensores de la Tradición catalana. Muchos de ellos fueron golpistas e intentaron hacerse con la ciudad de Barcelona. Tras la derrota inicial se escondieron y procuraron cruzar la frontera francesa para combatir en la Cruzada contra los rojos. Uno de ellos, Ignacio Estivill, escribió estas letras en Codo, din dejar mucho margen a la duda en cuanto a las intenciones de estos soldados de Cristo: 

Si cuando lleguemos no cortamos el pescuezo a todos los responsables, habremos hecho muy poca cosa. pero lo que sucederá es que cuando los cojamos todos serán unas bellísimas personas. No habrá uno que en su vida haya roto un plato. El que más y el que menos dirá que ha sido requeté de toda la vida. Solamente nos podremos cargar a los pocos curas y personas de derechas que queden, pues todos los demás: Izquierdistas, Comunistas, Faieros y Rabasaires, serán unos ángeles benditos, que habrán pasado la vida haciendo bien al prójimo y frecuentando la iglesia ¡cómo su lo viera!

Dos hermanos requetés manejan su Saint Etienne en Codo. Morirían los dos en combate.

Para aquellos que siguen viendo la guerra civil española como una tragedia entre hermanos, entre gentes que ni les iba ni les venía, este ejemplo del Campo de Belchite les muestra otra realidad bien diferente. Estos requetés tuvieron enfrente en las calles de Barcelona en julio de 1936 a esos Faieros y cenetistas. Se los volverían a encontrar en estas tierras aragonesas. Columnas anarquistas procedentes de Barcelona avanzaron hacia el centro de Aragón aquel verano de 1936 consiguiendo estabilizar el frente. En unos palmos de terreno, cenetistas catalanes y requetés catalanes luchaban por dos modelos de sociedad diametralmente opuestos. Contrarrevolución y Revolución, a cara de perro.

Requetés posan en las afueras de Codo.

La materialidad de la Casa Escrita, las cicatrices de la memoria que cubren sus paredes, nos recuerdan esta lucha ideológica. En la estancia de los graffitis, una pared se mantiene incólume y alberga una única pintada. A diferencia del resto de textos elaborados a lápiz, aquí perdura un nombre y apellidos grabados con tinta y con una ortografía más que correcta: M. FALGÁS PERICH. TORROELLA DE MONTEGRI. Sin duda nos encontramos ante una evidencia material del nivel de ocupación de la casa por parte de los requetés. Esta población gerundense jugó un papel importante ya en las carlistadas anteriores. Sabemos que las filas del Tercio de Montserrat se nutrieron de voluntarios procedentes de esta tierra... 

Autógrafo de un requeté catalán en la Casa Escrita de Peñarroya. (Fotografía de Rui Gomes).

En la pared de enfrente nos encontramos, a su vez, con los restos escritos dejados por los anarquistas. El propio padre Nonell afirma que los cenetistas y faieros que combatieron a los requetés de Codo procedían de Barcelona, y que en su mayoría pertenecían a la masa obrera inmigrante procedente de Murcia. Y así parece corroborarlo la materialidad. En las frases recogidas no encontramos nada que nos remita a una fonética catalana, sino que más bien nos remite al Sur: Camará cuando entremos en Verchite tenemos que [joder] una fascista...

Declaración de intenciones de un anarquista barcelonés (Fotografía de Rui Gomes).

Eso sí, estos hombres dejaron consignado Barcelona como su lugar de procedencia. Cosas de la Ciudad de Los Prodigios. En los años 30, los tradicionalistas católicos y nacionalistas catalanes de derecha defendían el catalán y el orden; en los años 30, los inmigrantes castellanohablantes obreros abrazaban la causa internacionalista y creían en el progreso como motor de la historia. Mientras unos le rezaban a la Moreneta otros colectivizaban las fábricas y se empeñaban en forjar un orden nuevo. Todo eso se dirimía en los eriales aragoneses y en sitios como Peñarroya. Así describía Codo el sargento Estivill: El pueblo en si poca cosa vale; el aspecto del mismo es como los de la mayoría de Aragón. Casas de adobe con un color terroso que si no fuese por el campanario se confundiría con el campo


Anarquistas barceloneses en contra de la colectivización del tabaco (Fotografía de Rui Gomes).


domingo, 4 de octubre de 2015

Highway to Hell




Las trincheras desde las que se disparaba solo eran una de las múltiples fortificaciones que componían el frente. Para llegar a ellas, los soldados tenían que recorrer una distancia, a veces considerable, por ramales, caminos cubiertos y trincheras de comunicación. En los escenarios más estables el laberinto de zanjas era tal que unidades enteras se perdían en ellas y sabemos que en alguna ocasión durante la Primera Guerra Mundial los soldados acabaron en el campo enemigo. También en la Guerra Civil existen casos de combatien-tes desorientados que se introducen sin saberlo en las líneas enemigas simplemente siguiendo las trincheras: este es el caso de algún republicano en la Ciudad Universitaria de Madrid. 

No tenemos constancia de que esto haya pasado en Mediana de Aragón, pero el campo de batalla perfectamente preservado nos permite aquí entender la complejidad de las trincheras de la Guerra Civil y, sobre todo, hacernos una idea de lo que significó luchar en ellas.

Ya comentamos en otra entrada que las posiciones de uno y otro bando están muy cerca en Mediana. Tanto que se podrían lanzar granadas de una posición a otra sin salir de la trinchera. Las fortificaciones de republicanos y franquistas son aquí considerablemente diferentes y esto se debe en parte a la topografía del terreno. Los sublevados ocupaban las partes más altas lo que les daba un gran control visual sobre las posiciones enemigas. Además, su retaguardia se encontraba protegida por los mismos cerros en los que se enclavaban sus trincheras. Los soldados podían así acceder a la primera línea bien guarecidos en el fondo de los vallejos. El camino que seguían está hoy marcado por abrigos en las laderas y objetos perdidos: munición, botellas de vidrio, una escudilla de rancho...

Escudilla de rancho en el acceso a las trincheras sublevadas.

Los republicanos no tenían tanta suerte. Para llegar a la zona de combate tenían que atravesar una ladera suave y expuesta de unos 200 metros. Para protegerse, se vieron obligados a cavar profundas trincheras de comunicación. En su momento, entre zanja y parapeto, debían de cubrir dos metros y medio. Este corredor de la muerte conducía a los combatientes desde la carretera general hasta apenas 25 metros del enemigo. Allí les recibiría una lluvia de granadas de mortero y balas (no artillería, pues estaban tan cerca unos de otros que el uso de los cañones resultaría extremadamente arriesgado). 

Restos de granadas de fragmentación republicanas.

En esta zona expuesta, los republicanos no llegaron a cavar una trinchera, sino una especie de hoyos para parapetarse. Delante de ellos encontramos cientos de fragmentos de granadas de fragmentación con las que repelieron los asaltos franquistas. En la parte más baja de las zanjas de comunicación lo que encontramos son, en cambio, botellas de anís, licor y vino: la droga imprescindible para poder llegar hasta primera línea.

Botellas de bebidas alcohólicas recuperadas junto a las trincheras de comunicación republicanas.

¿Qué pensarían los soldados que cruzaban esos doscientos metros camino del infierno?