miércoles, 23 de marzo de 2016

La Arboleda: arqueología de la clase obrera



Gracias a nuestra compañera Izarne Elgezabal (GPAC, UPV/EHU) el domingo pasado pudimos conocer de primera mano el paisaje minero de La Arboleda, el área de extracción de mineral de hierro en la que se asentó la acumulación de capital por parte de la oligarquía bilbaína desde finales del siglo XIX. La baja presencia de fósforo convertía a este mineral local en preciado objeto de interés para la siderurgia británica. La Revolución Industrial dio lugar a un paisaje compartimentado, a toda una cartografía de la explotación capitalista: allí abajo, en la margen derecha de la ría, la oligarquía levantaba sus residencias suntuosas en Getxo y Algorta. Desde sus terrazas y galerías los señores y las señoras podían ver a lo lejos las montañas que garantizaban su riqueza. A la izquierda de la ría, una masa proletaria comienza a poblar núcleos que hoy forma parte del gran Bilbao. Allá arriba, en lo alto, la masa de obra inmigrante, hasta 3000 personas se asentaron a pie de mina con lo puesto dando lugar al poblado de La Arboleda. Este sitio es la zona cero para conocer la emergencia de la lucha obrera en el Reino de España.


La visita guiada organizada el pasado domingo por personal del Centro de Interpretación Piedras Negras rompe con la visión museística predominante a la hora de abordar el patrimonio minero: un enfoque narcotizante que obvia la cruda realidad que se esconde tras estos paisajes mineros. Muy al contrario, nuestro excelente guía hizo hincapié en las brutales condiciones de trabajo de hombres mujeres y niños, con jornadas de 14 horas, expuestos a accidentes y enfermedades, malviviendo masificados en barracones insalubres, sufriendo en carne viva lacras como el alcoholismo, la tuberculosis o el cólera. Esta historia de explotación aflora en la tierra, en unas cortas mineras que hoy en día se han acondicionado como parque natural, como espacios verdes de ocio y esparcimiento.


Arriba: Plano de época de La Arboleda. 
Abajo: típica casa minera tras el abandono de los primeros barracones.

Aquí, en La Arboleda, tuvo especial incidencia la primera huelga importante, la de 1890. Dos años antes se había fundado la primera agrupación socialista en el pueblo. En La Arboleda siempre fueron socialistas; en la vecina Gallarta, comunistas, como La Pasionaria. El Gobierno envió para reprimir a los obreros al general Loma, un militar liberal que lejos de cumplir su cometido se quedó estupefacto al ver las condiciones de vida de los trabajadores. El general Loma (que tiene dedicada una plaza en Vitoria-Gasteiz) medió en el conflicto laboral (que acabó con el llamado Pacto Loma) y apoyó las demandas de los obreros (jornada de ocho horas y supresión de los barracones obligatorios).
El poblado de La Arboleda es todo un microcosmos, un campo de juego diminuto en donde se materializó, por un lado, la lucha obrera y, por otro, el intento de domesticación de la misma por parte del Estado y de la Iglesia. Aquí vemos ya esbozado el paternalismo nacionalcatólico que caracterizaría a la dictadura franquista.


En la plaza de María Magdalena, enfrentadas, están la antigua Casa del pueblo Pablo Iglesias y el antiguo centro León XIII que albergaba las esperanzas de paz social volcadas en Rerum novarum. La masa de inmigrantes, salvajes, rojos e incivilizados debía ser controlada y educada por la gente de orden. La organización urbanística no deja lugar a dudas. Como ya hemos visto en otros poblados mineros de otras regiones (El Bierzo, por ejemplo) el cuartel de la Guardia Civil ocupa una posición elevada, estratégica, con amplia visibilidad sobre el espacio doméstico y el espacio de trabajo. La iglesia católica (levantada en ese peculiar estilo neogótico que también hemos visto en las misiones españolas concepcionistas y claretianas en Guinea ecuatorial) vertebra el espacio público, como así ocurrirá después en los poblados de colonización agraria e industrial del franquismo.

Antiguo cuartel de la Guardia Civil. 

Desde la llegada de los pioneros, la arquitectura doméstica experimenta un proceso de petrificación. De los primeros barracones infectos se pasa en el cambio de siglo a casas de madera, dos de las cuales todavía se conservan en pie. Posteriormente surgirá la vivienda obrera promocionada por las compañías mineras, en este caso la Orconera Iron que levanta entre la iglesia y el cuartel un típico bloque de viviendas, semejante a los levantados por aquel entonces en los barrios obreros de Euskadi. Hoy en día muchos de estos pisos se encuentran en venta,

Promoción de vivienda obrera de la empresa Orconera.

Vivienda minera de madera del primer tercio del siglo XX y, 
detrás, bloque de vivienda obrera de postguerra.



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