Seguimos en el penal de Miguelete (Montevideo), cuya arquitectura
represiva sirve para que Jorge Tiscornia nos cuente cómo funciona la vigilancia
en las cárceles modernas y para intentar trasladarnos a la vida en la cárcel
política de Libertad. Algunos teóricos sobre la arquitectura penitenciaria dicen
que el panóptico benthamiano no existe, que es casi imposible desarrollarlo a
nivel arquitectónico, y que lo que existe es un afán de panoptismo, de
controlar visualmente el máximo posible desde un único lugar. Jorge corrobora
este punto, ya que finalmente para saber lo que ocurre dentro de cada celda los
guardianes tenían que ir puerta por puerta abriendo cada mirilla. Hoy los
sistemas de videovigilancia llevan el panoptismo a su máxima expresión, sin
necesidad de modificaciones arquitectónicas. Pensemos en campos de
concentración actuales como Guantánamo. Pero volviendo a los momentos
represivos previos al desarrollo de la videovigilancia, el afán de panoptismo
es lo que llevó a desarrollar las cárceles radiales desde el s. XIX, como esta
de Miguelete. En España las conocemos bien. Es el caso de la desaparecida
cárcel modelo de Moncloa, o de la también recientemente desaparecida cárcel de
Carabanchel.
Como decíamos pasear por la cárcel decimonónica de Miguelete nos sirve para
imaginarnos la vida de los presos políticos de la última dictadura en Uruguay
en la cárcel de Libertad, la principal cárcel política para hombres, que en la
jerga militar era denominada Establecimiento Militar de Reclusión nº 1. Jorge
sabe de lo que habla cuando compara arquitectónicamente Miguelete con Libertad,
ya que pasó 13 años en esta última, en el temido segundo piso al que iban a
parar los dirigentes de las organizaciones perseguidas, como la guerrilla del
MLN-Tupamaros. Todos los presos políticos de Libertad, como las mujeres que
estuvieron en el Establecimiento Militar de Reclusión nº 2, o cárcel política
de mujeres de Punta Rieles, fueron juzgados por la justicia militar, en su
condición de enemigos de la patria.
Cárcel de Libertad en la actualidad. Obsérvese el cuerpo central desde donde se distribuye el acceso a las dos alas y desde donde se vigilaba todo el celdario (panopticon) |
El presidio de Libertad tiene este curioso y contradictorio nombre debido a
que está situado cerca de la Ruta 1, en las proximidades de la ciudad homónima,
en el Departamento de San José, a 53 km de Montevideo. "Estar en
Libertad" durante la última dictadura cívico militar en Uruguay
significaba, paradójicamente, ser un preso político. Libertad se construyó
sobre la base de una cárcel de alta seguridad inconclusa, que había comenzado a
edificarse en la década de 1930, durante otra dictadura, la de Gabriel Terra, causante de que muchos uruguayos de izquierda fueran a luchar contra Franco a España.
Fue inaugurada poco antes del comienzo de la última dictadura cívico-militar,
el 1 de octubre de 1972. En esta fecha recibió a los primeros presos
trasladados de la cárcel de Punta Carretas, todos del MLN-Tupamaros. Metidos a
patadas y culatazos en medio de la noche según iban bajando de los camiones
militares, pudieron leer la frase "Aquí se viene a cumplir", escrita
en una de sus paredes. Se estima que hasta el 9 de marzo de 1985 pasaron por el
lugar 2.873 detenidos, de muy diferentes organizaciones políticas, llegando a
convivir en simultáneo 1.400 reclusos. 9 dirigentes tupamaros fueron secuestrados
en 1973 cuando estaban cumpliendo condena en esta cárcel y la dictadura los
mantuvo como "rehenes" en cuarteles militares hasta 1985, con tratos
extremadamente vejatorios y violentos. El ex-presidente Pepe Mujica o el actual
ministro de Defensa son algunos de estos secuestrados en la propia cárcel.
Gracias a Jorge Tiscornia y a sus investigaciones y novelas (Vivir en Libertad, o Nunca en domingo) sobre la cárcel en la que pasó en condiciones extremas tantos años, conocemos hoy sus principales características arquitectónicas y materiales, antes de las reformas acometidas en los últimos años. Además Jorge llevó de forma clandestina un almanaque que escondió en los zueco de madera que él mismo construyó, en donde tenemos registrados los hechos ocurridos en la cárcel política los 4.646 días en los que estuvo allí. Asimismo también se jugó el pellejo cuando al final de su condena pudo subir al piso quinto, y pedir prestada una cámara de fotos a un compañero del taller de fotografía y obtener así las únicas imágenes del interior de la cárcel con la que contamos hoy en día, sacando los negativos en un doble fondo el día de su liberación.
El conjunto de edificaciones de Libertad se encuentra en el centro de un predio de unas
120 hectáreas. En un espacio mucho menor existía un doble cerco de alambradas,
separadas entre sí por una distancia de unos 2 metros, bordeadas por un camino
y coronadas por trece torretas. Había otras dos torretas con ametralladoras
controlando cada lateral del edificio.
Fotografía clandestina tomada por Jorge Tiscornia en 1985 desde el quinto piso: torreta con ametralladora y alambrada. |
El perímetro de la cerca contiene el
celdario, las cinco barracas anexas también destinadas al "alojamiento",
una barraca comedor y una séptima en la que estaban los talleres de herrería y
carpintería. Al sur del celdario está la temida Sala de Disciplina (la
"Isla" para los presos, de dimensiones muy reducidas) y, en el otro
extremo, a la entrada del penal, el Locutorio, donde se realizaban las visitas
y funcionaban las oficinas de las autoridades.
El edificio principal o caldario es en sí muy similar al de la cárcel de
Miguelete, solo que en lugar de tener cuatro radios tiene sólo dos,
enfrentados, y también organizados a partir de un patio central o panóptico, en
este caso cubierto por una claraboya.
Fotografía clandestina tomada por Jorge Tiscornia en 1985. Claraboya que cubría el techo de las dos alas principales. |
Fotografía clandestina tomada por Jorge Tiscornia en 1985. Imagen general del celdario desde la planchada del primer piso. |
Es en ese eje o espacio central
controlador en donde se ubicaba "la jaula", el espacio organizador
del acceso, con las escaleras y ascensores. Todo el conjunto del celdario tiene
aproximadamente 130 metros de largo por unos 14 de ancho. Cuenta con cinco
pisos de alto, con 100 celdas por piso, y está apoyado en 96 columnas, como un
enorme "ciempiés", para evitar las fugas mediante túneles, que puede
entenderse como un avance arquitectónico en clave represiva, después de sonadas
fugas como la de los anarquistas en los años 30 de la cárcel de Punta Carretas,
o la de más de 100 tupamaros a comienzo de los 70 de ese mismo lugar. Tan
abultada fue esta fuga con túneles que ya en la época se la denominó "El
Abuso".
Hoy en día Libertad, la principal cárcel política para hombres de la
dictadura, sigue estando en uso.
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