Ruinas de la casilla del paso a nivel de Repil, en 2007. Desde aquí el joven O'Quirio de Ríos
fue testigo de los combates el 20 de abril de 1949.
En Monforte de Lemos, a cada poco, se derrumba una vivienda en el barrio de la Estación. Este espacio era una ciudad dentro de la ciudad. Contaba con su colegio ferroviario, sus economatos, sus farmacias y sus cines. La sala más cercana a la estación se inauguró con una proyección verdaderamente premonitoria: Lo que el viento se llevó. Hoy en día, tras la huida del tren a Ourense y la creación de un Puerto Seco que hace honor al epíteto, el barrio es una inmensa área arqueológica. El Museo del Ferrocarril vagamente puede transmitir lo que significó el Dios de la Modernidad en esta zona. El golpe de estado desmanteló el sindicalismo ferroviario con una represión feroz. La depuración fue sistemática. Mi bisabuela (también procedente de Cuba, apodada La Habanera) era la guardesa del paso a nivel de Ríos, el anterior a Repil, y siguió en su puesto. Pero otros no. En los años del hambre, en la inmediata postguerra, trabajar en la RENFE corrupta (el aval para entrar era un jamón) era un lujo que permitía garantizar al menos la subsistencia a una familia.
Hoguera de cazadores en la cuadra de la casa de Repil, datada en la década de 1970, en la que se reutilizaron traviesas como material de combustión. Destaca la acumulación de tornavías metálicos.
La señora Teresa, tras enviudar, fue una heroína que sacó adelante a su familia como pudo. Contó con dos ayudas: los parientes de Cuba y el tren. Uno de sus hijos entró a trabajar en la estación de Montefurado, a la vera del río Sil. Existe toda una memoria ferroviaria, pero a lo que apenas se ha prestado atención es a la cultura material ferroviaria. Los genios de ADIF se han cargado sistemáticamente el patrimonio de los caminos de hierro en Galicia, con esas reformas faraónicas y modernísimas de las estaciones de tren. Pero el espíritu ferroviario se encuentra también en las ruinas de las casas, en los espacios domésticos. La vivienda de Repil es un ejemplo perfecto de todo esto, de cómo la vía era eso, una vía para la subsistencia de la casa. Los campesinos, aquellos que recibieron el tren en la década de 1880 lanzándole piedras a la comitiva de Alfonso XII, ahora amortizan, canibalizan y se apropian simbólicamente de los materiales ferroviarios. En Repil tenemos traviesas reutilizadas en puertas y ventanas, tirafondos de la vía empleados en las labores domésticas, algo común en las casas campesinas de la zona. A su vez, la arquitectura doméstica de los trabajadores de la RENFE, de los jefes y factores de estación actuó de modelo de prestigio, de punto de arribada de nuevas tecnologías domésticas. La cocina alta de los años 50 que sustituyó a la lareira en la que se calentaban los guerrilleros en invierno, replica las nuevas cocinas que años antes empezaron a montarse en la vecina estación de A Pobra do Brollón.
Puerta principal de la casa por donde escapó Fermín Lada Segura.
En el cierre se reutilizaron traviesas de la vía del tren. Foto del año 2007.
Cocina alta de los años 50, durante el proceso de excavación.
Sin duda, la casa de Repil no se puede entender sin el tren, y la llegada de los guerrilleros tampoco. Parece ser que fue en 1947 cuando la casa de Repil comenzó a servir de residencia al destacamento liderado por Roces. Según Antonio Díaz Amaro, fue un pariente de la familia quien contactó con los guerrilleros en Montefurado y los trajo a Repil por vez primera. Probablemente el empleo en la RENFE de Álvaro Amaro en la estación de Montefurado tuvo mucho que ver. El valle del Sil mantenía incólume el apoyo ideológico de gran parte de la población, a pesar de la represión. La parroquia de Montefurado fue otro baluarte de la guerrilla, en el que la Guardia Civil se empleó a sangre y fuego.
Excavación de la parte delantera de la puerta. En primer plano, traviesas de la vía.
Ojo con el tren. El Expreso de la tarde fue parado a la altura de Ríos el 20 de abril de 1949
para llevar a cabo la operación militar contra los guerrilleros. Según algunos testigos se llegó a utilizar un pequeño tren artillado, armado con morteros.
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