domingo, 29 de julio de 2018

El cementerio viejo

Entrada tapiada al cementerio viejo de Saa. Gran parte de su interior está ocupada por un vertedero.
El secretario del ayuntamiento de A Pobra do Brollón, Rafa Castillo (sempiterna bufanda republicana al cuello) organiza una reunión informativa en el local social de la parroquia de Saa, dos días antes de empezar los trabajos. La ARMH se ha hecho cargo de todos los trámites burocráticos, que no son pocos: permisos de Sanidad, de Patrimonio y del Obispado de Lugo. En la conversación aparece un lugar inédito, no contemplado en los informes previos: o cemiterio vello. O'Xaqueto nos sirve de guía y nos acerca al antiguo camposanto. Él no recuerda haber visto enterrar a nadie allí, siendo niño. 

A la derecha, marcado con un punto rojo, el cementerio viejo de Saa.
El sitio es impresionante. Alguien ha pintado una cruz blanca en un árbol, recordando el carácter sagrado del recinto. El espacio, delimitado por un muro de mampostería de esquisto, está ocupado por un vertedero ilegal. Somieres, potas, colchones, zapatos y escombro colmatan el interior, sobre todo la parte más cercana al camino, desde la que se bascula basura con facilidad. Los que braman por el pueblo, diciendo que los arqueólogos no dejamos a los muertos descansar en paz, son los mismos que llenan de mierda el cementerio en donde reposan sus antepasados.

Sonia lleva a cabo todo un trabajo de fotointerpretación, recopilando las imágenes de que disponemos desde el primer vuelo americano de 1945 hasta hoy. Los nichos verticales fechados más antiguos del atrio de la iglesia de Saa son, precisamente, de ese mismo año de 1945. En aquel entonces, el cementerio viejo se conservaba intacto, como se puede apreciar en las fotografías. La cuestión clave era saber si pudo haber acogido enterramientos de represaliados en el verano de 1936. Gracias a Alejandro, nuestro historiador, contamos con toda la documentación del paripé judicial llevado a cabo por los sublevados. Tenemos los datos referidos al levantamiento del cadáver, a la autopsia y a su lugar de enterramiento.

Isabel, nieta de O Inverno, nos acompañó durante toda la jornada.
El 6 de agosto de 1936, el secretario del juzgado de A Pobra do Brollón escribe esto al juez de Quiroga:

Tengo el sentimiento de participar a VD que en el camino vecinal que vía de la carretera que conduce de esta villa a Incio con dirección al pueblo de Pouza (sic) de la Parroquia de Saá, términos de la misma apareció el cadáver del vecino de Eirejalba, Jesús Casas (a) Inverno, muerto a consecuencia de disparos de arma de fuego y que según referencias fue detenido por unos falangistas esta mañana en el barrio de Cobadelas de tal parroquia de Saá, habiendo ordenado este Juzgado el levantamiento del cadáver y un traslado al Cementerio de dicha parroquia, esperando que esa superioridad ordene lo que sea conducente.

Nuria, Márcia y Candela documentan el enterramiento.

Por lo tanto, se reconoce oficialmente que los autores del asesinato son fascistas de Falange. La autopsia, a su vez, es reveladora: la muerte fue instantánea y ocasionada por hemorragia torácica como consecuencia de disparo de arma de fuego. Además se reconocen lesiones provocadas por maltrato, y roce contra el suelo del cuerpo del difunto. La diligencia posterior establece el lugar de enterramiento:

Acto continuo y en el Cementerio de la parroquia de Saá se dio sepultura al cadáver autopsiado en una fosa abierta en el mismo pegada a la pared del lado Sur y a seis metros de distancia de la del lado Oeste. Doy fé.

Estas referencias tan exactas no suelen fallar, y son algo así como la clave para encontrar el tesoro que utilizamos los arqueólogos en estos casos. Sin embargo, como en el caso de Castroncelos, aquí todo es más complejo. ¿Qué cementerio  es el citado en el texto? ¿El cementerio viejo o el atrio de la iglesia parroquial? Desde luego las medidas, tan exactas, se adaptan mejor a la forma rectangular del  camposanto antiguo. Por el contrario, el atrio de la iglesia se dispone en forma circular, sobre un pequeño espolón rocoso. Hemos movilizado a todo nuestro equipo y trabajamos contrarreloj. El dinero disponible es el que es y nuestra obligación es sondear las tres posibles ubicaciones del cadáver de O' Inverno.

Aitor, enviado por el Concello de A Pobra do Brollón, desbroza con eficacia el interior del cementerio. No podemos olvidar que estamos en un área arqueológica y esta investigación no solo nos retrotrae a 1936 sino que puede también desvelar historias pasadas más lejanas. Al calcular el punto exacto, siguiendo las indicaciones del documento anterior, nos llama la atención el hecho de que se ubica al pie de una gran piedra, la única que se ve en superficie en todo el cementerio. Comenzamos a excavar y documentamos un paramento murario realmente monumental correspondiente a una estructura precedente, quizás una capilla o iglesia anterior. En el espacio entre este muro y el perimetral del cementerio, en ese pasillo, es en donde deberíamos localizar una fosa. Comienzan a aparecer huesos que, según nuestros compañeros de la ARMH, Marco y Nuria, parecen corresponderse con varios individuos diferentes, incluidos niños. Tras la retirada de este nivel, pudimos definir en planta el corte de una fosa simple en la que se disponía el esqueleto de un individuo. Isabel, la nieta de O'Inverno, presencia los trabajos, con una mezcla de esperanza y escepticismo. Al menos tenemos algo, antes no teníamos nada.

Al día siguiente contamos con la arqueóloga brasileña Marcia Hattori (INCIPIT, CSIC) y con la antropóloga forense Candela Martínez Barrio, que actualmente trabaja también en Brasil. El trabajo conjunto de diferentes especialistas permite descartar que estemos delante de O'Inverno. La tipología de la fosa, la presencia de un gran canto de cuarcita a modo de orejeta a la altura de la cabeza, la disposición de los brazos en cruz, la aparición de clavos antiguos de herrero tradicional y la presencia de pequeñas losas con orificios nos remite a los enterramientos medievales que conocemos para esta zona. Además, las ausencias también nos aportan datos. No hay un solo botón o elemento metálico, que siempre aparecen en fosas de represaliados. La estratigrafía no deja lugar a dudas, sobre esta tumba simple antigua se siguió enterrando en época posterior, de ahí el batiburrillo de huesos dispuestos por encima. Por otro lado, la bioturbación provocada por las raíces de los robles también ha modificado la disposición original de los restos.

Candela y Marcia realizan el inventario de restos óseos e identifican el número mínimo de individuos localizados en el sondeo practicado en el cementerio viejo de Saa.

Mientras excavamos, nuestras colaboradoras Olga Novo y Noelia Besteiro, entrevistan en su casa a O' Cachete (gracias a su hija, Rosa), nonagenario. Su testimonio es preciso y precioso. Al preguntarle por el cementerio viejo, afirmó que ya no estaba en uso en los años 30; en aquella época se usaba como pasto y encerradero para las ovejas.
Tras esta segunda intentona, fallida, nos quedaba un último cartucho: el atrio de la iglesia parroquial de Saa.



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