Nuestra búsqueda de destacamentos penales por la Sierra de Madrid nos lleva al pueblo de Valdemanco. Aquí los presos políticos tuvieron que excavar el segundo túnel más largo del ferrocarril Madrid-Burgos. La boca de entrada da una idea del carácter colosal de la obra.
Los restos que se conservan, desgraciadamente, son poco abundantes. De los barracones originales sólo se conserva uno muy deteriorado. El estilo de la construcción, en mampostería cogida con cemento y revestida de mortero, es semejante al de los edificios de Garganta de los Montes y diferente del que encontramos en Bustarviejo.
Otra estructura que puede ser de la época es un puesto de vigilancia construido sobre un afloramiento rocoso y que mira directamente a la entrada del túnel. Quizá el objetivo era controlar su construcción.
Si bien los edificios del penal no han tenido buena fortuna con el desarrollo urbanístico de Valdemanco, se ha salvado en cambio de la destrucción un interesante memorial franquista que conmemora a los muertos buenos (caídos por Dios y por España) a la entrada del recinto penitenciario. La ubicación del monumento no es casual: los prisioneros y sus familiares se verían obligados a verlo diariamente. Un recordatorio perpetuo de sus pecados.
De las chozas de los familiares de los presos, nada se conserva. Pero existieron. La Señora Luisa de Valdemanco nos informa de su localización en las zonas de escombros que se iban extrayendo durante la construcción del túnel. El dato es interesante: en esa misma zona se situaban (y todavía hoy se sitúan) las cabañas de los familiares en el destacamento de Bustarviejo.
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