Uno se imagina a los soldados en una trinchera embarrada tratando de calentar algún brebaje de achicoria en una lata oxidada. Sin duda ese fue el caso en más de una ocasión. Pero no, precisamente, en el cerro del Castillo de Abánades.
En el parapeto hemos recogido varias tacitas de porcelana y vidrio, junto a otros fragmentos pertenecientes a platos y un posible azucarero. Y eso no es todo: también ha aparecido el mecanismo de un molinillo de café. Sabíamos que la alimentación en las trincheras durante la Guerra Civil era bastante mejor que la de los civiles ¡lo que no conocíamos era la calidad de la presentación!
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