lunes, 3 de marzo de 2014
Los fascistas del amor
Gente como Barandiarán, Caro Baroja, Risco o Alonso del Real creían firmemente en el origen prehistórico de algunas de las manifestaciones más tradicionales del Carnaval en el Norte de la Península Ibérica. El polifacético juez galleguista Bouza Brey (depurado como Garzón) escribió incluso un trabajo titulado Máscaras prehistóricas en el que defendía estas tesis primitivistas. Más allá del mito de origen, lo interesante del Antroido es su carácter híbrido, su condición de ser hijo del sincretismo y del bricolaje cultural. Así por ejemplo, el campesinado gallego recreaba un pasado cíclico mediante una termomix mental con la que mezclaban mito, historia oficial y experiencias vividas: distintas razas habitaron los castros desde los mouros, hasta los romanos, los franceses, los carlistas, los facciosos e incluso los fuxidos de la guerra civil. Los Carnavales en muchos casos mezclan hechos traumáticos, referentes de prestigio, distinciones de clase. Los Xenerais do Ulla son un ejemplo perfecto de este bricolaje, con campesinos o rururbanos vestidos de caballeros, ataviados a la manera de las guerras napoleónicas y carlistas. Pero el Carnaval es algo más que emular modelos de la alta cultura. Es una estrategia de resistencia más de las clases subalternas. Como en aquellas fiestas de locos tan bien estudiadas por la gente de los Annales, en estos días se revierte el orden social, emerge la crítica ácida contra el orden establecido, toman las calles los que no tienen voz en las altas instancias del poder. Por eso es una arma tan temida por las dictaduras que, como el franquismo, prohibieron en la postguerra los disfraces.
En la época de la preguerra los Carnavales vivieron una época de esplendor en el mundo rural y urbano gallego. Las comparsas gozaban de una enorme tradición en áreas como O Ribeiro, las Rías Baixas o la Costa da Morte. En una sociedad en la que la lucha agrarista anticaciquil tenía un notable apoyo popular, era de esperar que el Antroido fuese todo un campo de batalla dialéctico para intentar cambiar la realidad. La IIª República encendió todavía más los ánimos. Gabriel Varela, alma mater de la Asociación Cultural Virxe do Faro de Brántuas-Niñóns-Os Anxos (Ponteceso, A Coruña) recuperó unas octavillas publicadas por la Imprenta Obrera de A Coruña en el Carnaval de 1936 tras la victoria del Frente Popular. El texto era coreado por una comparsa llamada Os Esquerdistas. Brántuas e Niñóns 1936. Nadie pensaba que cinco meses después, aparecer en una fotografía de una manifestación del 1º de Mayo o formando parte de comparsas irreverentes podía costarte la vida. Como le ocurrió a O' Nécoras, republicano anticlerical santiagués que había estado en América, que cada Carnaval se disfrazaba de beata y recorría las calles de piedra de Compostela con una cruz que le llegaba hasta el suelo. O'Nécoras fue asesinado por falangistas en el viaducto de A Rocha. Su cadáver fue exhibido sobre un carro de bueyes por la ciudad del Apóstol.
En la década de los 20 y 30 el mundo rururbano gallego estaba muy informado. Conflictos como el de Marruecos o la invasión italiana de Etiopía dejaron su pegada en la cultura popular. Los Carnavales no hacían más que hacerse eco de las noticias internacionales. Así pues, hubo comparsas de mamelucos, cosacos, abisinios y rifeños. En la fotografía podéis ver una comparsa en Ribadavia (Ourense) en 1927. En plena dictadura de Primo de Rivera, inspirada en el régimen de Mussolini, unos paisanos van y se disfrazan de Los fascistas del amor. El fascismo era algo exótico en Galicia. De hecho en febrero de 1936 la Falange era meramente testimonial.
Cinco meses después, los fascistas del amor de los que se reía la gente del pueblo, se adueñaron del país para ser los fascistas del terror.
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1 comentario:
Ojalá se estudiara más los carnavales y otras tantas manifestaciones culturales populares en las que, en efecto, en ocasiones se han imbricado "estrategias de resistencia de las clases subalternas". Pero ese carácter subversivo que se antepone en el post es un aspecto que puede aparecer -o no- en unas manifestaciones son mucho más variadas y profundas de lo que se está simplificando.
Un saludo
Pedro R. Moya-Maleno
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