jueves, 13 de septiembre de 2018

Anatomía de una fortificación




Un plano preliminar del complejo fortificado del Pinar del Campillo, tal y como se puede ver en estos momentos.

Según avanza la excavación de las fortificaciones del Campillo tenemos más clara la estructura del complejo. Se trata de un espacio considerablemente elaborado y que experimentó diversas transformaciones a lo largo del tiempo. 

En un primer momento creemos que existía solo una trinchera de resistencia y un parapeto aspillerado, situado en una prominencia frente al cantil rocoso de Rivas Vaciamadrid. Es posible, incluso, que el primer elemento defensivo fuera este parapeto. 

Sea como fuere, en una fase posterior, seguramente durante el año 1938, en que sabemos que se procede a fortificar todo este sector, se construye entre ambas estructuras -trinchera y parapeto- dos refugios excavados en el sustrato rocoso y unidos por una escalera también tallada en la roca. 

El primero de los refugios está comunicado con la trinchera de resistencia a través de un estrecho vano tallado en el yeso. Como la trinchera está a mayor altura que el refugio, se levanta una armazón de madera que salva el desnivel. Se ha perdido, pero conservamos los orificios en las paredes en los que se encajaban los pontones que sostenían la estructura. El refugio estaba además conectado con el exterior a través de una trinchera que lleva hacia el vallejo situado al este. Testimonio del uso de este refugio como espacio de vida es un tintero, un frasco de laxante y latas de conservas.

En el segundo de los refugios se levanta una plataforma de cemento, sujeta por dos traviesas de acero reutilizadas de la vecina vía de ferrocarril, y se instala un puesto para una ametralladora Maxim. Se trata de un espacio multifuncional, como señalamos en una entrada anterior, porque justo detrás del puesto de Maxim hay un horno con chimenea, que serviría para que los soldados se calentasen en invierno, pero también para calentar la comida (apareció una lata sobre un hogar de ladrillo). Aquí apareció otro tintero y un bote de colonia.

El complejo fortificado tal y como se ve desde el promontorio del parapeto aspillerado.


De este refugio parte una trinchera en dirección al parapeto aspillerado, pero se interrumpe en un pozo de tirador, que cubre el vallejo.

En un momento posterior se abre una nueva tronera en el lado opuesto a la de la ametralladora y se refuerza con ladrillos macizos. Sobre ella aparecieron guías de peine de fusil Mosin Nagant. La función es, nuevamente, cubrir el vallejo en caso de ataque enemigo. Quizá en este mismo momento se sella el vano que conecta este complejo subterráneo con la trinchera de resistencia ¿Por qué? No lo sabemos. Es posible que para evitar que el refugio se inundara con la escorrentía que bajaría por la trinchera cuando había tormentas. Y al fin y al cabo no había muchos soldados en este sector. La trinchera estaría vacía la mayor parte del tiempo. Nosotros no hemos encontrado ni un mísero casquillo en los cerca de 30 metros que llevamos excavados. 

La arqueología es una ciencia ambigua y con frecuencia imprecisa, no nos cansaremos de repetirlo. Y no tiene sentido que intentemos competir con la documentación textual. Hablamos de fuentes de conocimiento distintas y en buena medida complentarias. Hay muchas cosas que la arqueología no puede hacer, por supuesto, o no tan bien como otras disciplinas. Pero cuando se trata de describir la anatomía de un espacio construido y su evolución a lo largo del tiempo, no tiene rival.

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