domingo, 9 de septiembre de 2018

La caza

Stand improvisado con los materiales arqueológicos de El Campillo. Visita guiada de ayer.

La pareja de jóvenes guardias civiles, tras una breve inspección visual de las trincheras de El Campillo, se acerca a nosotros y nos solicita el permiso oficial de la intervención. Al dárselo, el cabo exclama, un tanto contrariado: ¡ay va, cuatro páginas! Parece que se acumula el trabajo. Serán cosas del síndrome postvacacional. Llevamos cinco días imaginándonos la vida cotidiana de los soldados que aquí estuvieron en la guerra civil, hemos recogido munición diversa, pero estos dos agentes de la Benemérita son los primeros hombres de carne y hueso que vemos armados por estos parajes. Evidentemente no han sido los únicos en las últimas décadas. La visita guiada de ayer fue una buena ocasión también para poner orden en el registro arqueológico documentado. En esta actividad de socialización enseñamos, pero también aprendemos, claro. Entre los asistentes, un amante de la caza nos señala un detalle interesante. Entre la munición moderna que adscribimos al campo de tiro, este hombre nos indica que los casquillos finos de mediano tamaño son, sin duda, una evidencia material de la actividad de cazadores furtivos. A ellos se unen los restos de cartuchos para escopeta de postas de la casa ORBEA. Fauna humana y salvaje hay bastante por aquí. A cada poco, en la excavación, vemos correr a conejos azorados por la presencia de topos humanos, esto es, arqueólogos.
 
Cartel promocional de La caza (1966).
 
La caza es una película estrenada en 1966 y que logró el Oso de Plata en el Festival de Berlín ese mismo año. Dirigida por Carlos Saura y producida por Elías Querejeta, fue grabada en parajes parecidos a estos de Rivas, solo que ubicados en Seseña y Aranjuez. El film recrea una jornada de caza en la que participan tres amigos, ex combatientes de la guerra civil que lucharon juntos en ese mismo espacio treinta años antes. Es curioso cómo gran parte de los escenarios de batallas emblemáticas como Brunete o Jarama se encuentran todavía hoy en propiedades de latifundistas que prohiben el acceso a las parcelas, muchas de ellas convertidas en cotos de caza. Los protagonistas de la peli se entregan a la caza de los conejos. Jaulas y madrigueras son un símbolo de la asfixia de la postguerra. El mundo subterráneo de las trincheras se asemeja a las madrigueras. Los arqueólogos también tenemos las nuestras.
 
Nuestra compañera Carlota excava una madriguera arqueológica (horno con chimenea excavado en la roca).
 
Algunos lances son una crítica despiadada al silencio decretado por la dictadura en torno a los vencidos en la guerra. En una escena, uno de los amigos desvela un secreto a otro. Lo introduce en una pequeña gruta (como las que podemos ver hoy en día en estos cantiles del Campillo) y le enseña el cadáver insepulto de un soldado de la guerra civil. ¿Por qué no lo entierras como Dios manda? clama el colega. Cincuenta años después el gobierno de este país sigue pasando de los despojos humanos en trincheras y cunetas. Entre los viejos olivos del valle del Jarama descansan en fosas anónimas los brigadistas internacionales que aquí cayeron.
 
Fotograma de La Caza: esqueleto de soldado de la guerra civil en una gruta.
 
La jornada de caza acaba de manera dramática. Los tres amigos se acaban matando a tiros. Uno de ellos ya lo había vaticinado en un diálogo estremecedor al comienzo de la película: La mejor caza es la caza del hombre.
Lo que parecía un refugio en la posición republicana del Campillo se está descubriendo como algo más monumental. Nos encontramos ante un auténtico nido de ametralladora. En el hormigón de la plataforma elevada se conservan las improntas para calzar las ruedas de, probablemente, una Maxim.
 
Los podomorfos de ametralladora, en el momento de su descubrimiento.
 
Los dos agujeros recuerdan sobremanera a un tipo de grabados rupestres prehistóricos, denominados podomorfos, porque tienen forma de pie humano. En Galicia, investigaciones recientes datan estos motivos en la Edad del Hierro y los vinculan a rituales célticos de soberanía por parte de las élites locales. Estos podomorfos suelen grabarse en hitos rocosos del paisaje, con una amplia visibilidad sobre el entorno. Si obviamos el pinar y la fábrica actuales, en 1937 el servidor de ametralladora republicano tenía una espléndida vista de gran parte del escenario de la batalla: el valle del Jarama se encontraba a sus pies. Aquellos reyezuelos célticos, como los jefes tribales africanos o los reyes taumaturgos medievales (tan bien estudiados por Marc Bloch en Francia) eran quienes de garantizar la supervivencia de la comunidad, la fertilidad de los campos y la riqueza de sus reinos, a través de su presencia, de sus sentidos. En gran medida, el que maneja una ametralladora en un conflicto contemporáneo, desde una posición privilegiada como esta, actúa de manera parecida. Es dueño del destino de esos hombres, que como conejos, avanzan en campo abierto, a menudo entre fuego cruzado. En su mano está la vida y la muerte. No suele haber piedad con estos hombres-máquina cuando son apresados. Responsables de auténticas carnicerías, son ejecutados en el acto.
 
Proceso de excavación: la plataforma elevada definida en planta. Todavía queda 1 m hasta el suelo.
 
Contamos con abundante documentación referida a soldados de los dos ejércitos que se pasan al otro lado en el sector vinculado al espolón de Vaciamadrid y en Coberteras. Las declaraciones tomadas a estos tránsfugas son muy interesantes para conocer (con las debidas cautelas) la realidad que se vivía en las trincheras. Traemos aquí el caso de un joven de Portugalete (Bizkaia), de 19 años de edad, llamado Santiago Revuelta. Cenetista, se alista en la 9ª Bandera del Tercio para intentar librarse de la represión. El 8 de marzo de 1938, a las 21:30 se pasa a las filas republicanas. El agente de Información que lo entrevista recoge las vicisitudes de su huida, en el apartado FORMA DE LA EVASIÓN:

Poniéndose de acuerdo con otro compañero para pasarse a nuestras filas fueron descubiertos, siendo muerto uno de ellos y subiendo el alférez a la chabola donde se encontraba el declarante. Fue sacado en camisa, diciéndole que fuese a hablar con su compañero que estaba atado en la alambrada, siendo agredido con tres bombas "Laffite" y ráfagas de ametralladora, consiguiendo a pesar de estar herido llegar a nuestras líneas, encontrándose hospitalizado.

Detrás de los casquillos, los restos de granadas de mano o de mortero, se encuentra siempre la caza del hombre. Y esto no se cuenta en paneles a pie de fortín, centros de interpretación, maquetas ni unidades didácticas. Se prefiere el eufemismo de guerra entre hermanos. Hermanos que mataban a otros como conejos.
 
Fotograma de La caza.

Fuente documental: Archivo General Militar de Ávila. II Cuerpo Ejército. 18.ª División. Estado Mayor. Legajo 1086. Carpeta 3.


7 comentarios:

Anónimo dijo...

Soy seguidor y admirador de vuestros trabajos y publicaciones, pero hay algunas cosas que me chirrían.Algunas intervenciones en periódicos y el tono utilizado en las redes sociales me han puesto en alerta

El objeto es vuestro "punto fundamental". En el artículo ce la Razón decís esto:" como dice Ayán, «en los partes militares también se miente mucho». Seguro que tenéis pruebas fehacientes de esto, pero aún así ahora trabajáis los documentos militares que denostáis y ponéis en duda, seguramente con pruebas contundentes

Con unos huesos y unas botellas localizasteis el día y el lugar donde se celebró el final de la guerra, un mes después con una muestra de munición habéis dado la vuelta a la historia. En el País :"“No esperábamos encontrar trazas de combate, pero hay granadas ofensivas franquistas que se utilizaban en los asaltos. Se pensaba que no llegaron a cruzar el puente del Jarama, pero estos proyectiles demuestran que en algún momento lo lograron cruzar”. Ahora si que debéis acudir a esa documentación "mentirosa" para ver que munición y armamento utilizaba cada bando al principio de la guerra. También de las incautaciones al enemigo que se reutilizaba con tus tropas, con lo que en los dos bandos había los mismos aretefactos. También se puede consultar los trabajos del servicio de recuperación del material de guerra.

Los objetos son importantes y vuestros trabajos arqueológicos estupendos, pero, en ocasiones, las conclusiones a las que llegáis están poco contrastadas por otras vías.
En Facebook:"Una gran parte de historiadores y eruditos piensa que los documentos militares son las Sagradas Escrituras que desvelan la Verdad sobre la guerra civil. Como es domingo, día del Señor, comenzamos la lectura concienzuda de todo el material".
Los objetos tampoco son Las Sagradas Escrituras, hay que ser más humilde en las afirmaciones y hacer más labor de contrastar diferentes informaciones que hagan acercarse a la verdad"
Se termina el día del Señor hay irse a dormir.

Anónimo dijo...

Tampoco es nada exacto eso de que se fusilaba a los servidores de ametralladora.

Gonzalez-Ruibal dijo...

Gracias por tu comentario. Es verdad que los objetos son por lo general ambiguos. Lo hemos reconocido en numerosas ocasiones. Las interpretaciones e hipótesis que avanzamos en las redes sociales y en la prensa deben entenderse como algo provisional. Las conclusiones definitivas -en la medida en que pueden serlo- son las que aparecen en los informes finales y publicaciones. Son el resultado de un trabajo largo de procesado de datos arqueológicos y consulta de fuentes documentales.

Anónimo dijo...

Siento decirlo así de claro, pero esto empieza a parecer arqueología-ficción.
En cuanto a técnica y trabajo de excavación, nada que decir y mucho que admirar. En cuanto al relato, poco rigor, cada elemento que aparece se le da una trascendencia colosal, cada día hay un terremoto de la historia. Con la vida del soldado y de la trinchera utilizáis la imaginación en lugar de la información, los ejércitos tienen sus códigos de funcionamiento. Parece que hay una idea preconcebida y los hallazgos se encajan para confirmarlo.

Con las conclusiones finales se verá si esto se va ajustando y se establecen varias hipótesis de como sucedieron las cosas o al menos no se hacen afirmaciones tan rotundas si no están contrastadas al cien por cien.

PD He buscado lo que se dice en un post anterior referido a que se miente en los partes militares. Seguramente en vuestro equipo tenéis un historiador militar que os lo ha confirmado.

Gonzalez-Ruibal dijo...

No tenemos ninguna idea preconcebida sobre lo que pasó en este sector. Nos dejamos sorprender. Y repito: esto son interpretaciones provisionales mientras el trabajo avanza. Dentro de un año o dos veréis las conclusiones finales. Podréis criticar entonces. Lo que estáis viendo es el proceso de razonamiento arqueológico. Algo que normalmente se oculta: sólo se muestra el final. Todo proceso científico es así.

Gonzalez-Ruibal dijo...

Y otro detalle, perdona: hay que tener en cuenta que en los medios siempre se simplifica y se exagera. Para el caso de las granadas, por ejemplo, que salió en El País, sugerimos tres interpretaciones posibles (captura de armas, chatarreo, acción bélica no documentada) e hicimos notar que necesitábamos trabajar más para llegar a una conclusión firme (si es que se puede).

Santi Roig dijo...

Desde la humildad debida de un ignorante permirtirme que os diga que este intercambio de argumentaciónes es muy interesante, ver como argumentais vuestras posiciones es enriquecedor.

Saludos cordiales.