lunes, 31 de mayo de 2010

El Patronato para la Redención de Penas por el Trabajo y las obras “de interés nacional”. Ingeniería social y represión en la España del siglo XX

Semanario Redención, 128
(Biblioteca de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias)
Al mismo tiempo que publicamos los pasos concretos que vamos dando en nuestro trabajo de campo es importante no perder de vista el marco histórico general en el que se desenvolvieron los procesos que estudiamos. Como señalábamos en otras entradas, los destacamentos penales de la Sierra Norte de Madrid alojaban a los presos que trabajaban en la construcción del último tramo del ferrocarril “Directo Madrid-Burgos”, desde el Puente de Taboada (Gargantilla de Lozoya) hasta Chamartín (Madrid). Estos presos habían entrado en el sistema de “Redención de penas por el trabajo”.

Éste fue instituido por las autoridades golpistas desde 1939, a través de la Dirección General de Prisiones, para responder en principio al problema de la cuantiosa población reclusa de la posguerra, en el marco más general de las medidas tomadas para la represión y reconstrucción. Tiene su origen en ciertas normas del llamado “bando nacional” en 1937 (decreto 281 del 28 de mayo), dirigidas al uso de prisioneros de guerra y presos políticos en trabajos forzados, como en el caso de los Batallones de Trabajadores y Batallones de Soldados Trabajadores (desarrollado sobre todo con los primeros, es decir, con prisioneros sin juicio ni sentencia). De la concentración y reclusión de presos y prisioneros en estos y otros casos se pasó, sobre todo a partir del final de la guerra (aunque no sólo), al uso de su fuerza de trabajo, conocimientos y destrezas en los talleres penitenciarios, dedicados a los trabajos intramuros (en campos y prisiones), y en los destacamentos penales y las Colonias Penitenciarias Militarizadas, dedicados a los trabajos en exterior. Una parte de estos trabajos iba a ser organizada desde el Patronato Central de Redención de Penas por el Trabajo, creado en 1938 (orden de 7 de octubre).

El Patronato ofrecía específicamente la posibilidad de reducir la condena a los presos políticos detenidos y juzgados a fines de la guerra y en la inmediata posguerra, valorando ciertos criterios: pena ya dictada, buena conducta, examen de religión, certificados médicos de vacunación y juramento de no haber pertenecido a la Masonería. La cuantía de días reducidos variaba dependiendo del establecimiento penitenciario, del período y del rendimiento en el trabajo. Desde 1944 se incluyó en el sistema a los presos comunes (condenados, por ejemplo, por estraperlo); precisamente uno de los destacamentos del ferrocarril Madrid-Burgos, el de Lozoyuela, inauguró esta modalidad. Los trabajadores en todos los casos fueron hombres, aunque en los talleres penitenciarios trabajaron muchas mujeres presas (que llegaron a constituir del 8 al 10% de la población reclusa de la posguerra), si bien casi nunca se reconocía su trabajo como un medio para reducir sus condenas.

Presos políticos trabajando en la construcción de un ferrocarril en Euskadi (Olaizola 2008)
Desde el principio, la posibilidad de acogerse al sistema de reducción de condena por el trabajo se planteó en el marco de unos parámetros ideológicos específicos que hacen de la experiencia española derivada de la Guerra Civil un caso muy peculiar. Los militares sublevados contra la República, y particularmente el sector franquista, incorporan en sus discursos y actuaciones elementos correspondientes al catolicismo, a un nacionalismo exacerbado, a mitos de los sectores conservadores españoles y al fascismo europeo. Así, como herencia del regeneracionismo de principios de siglo, defienden una visión organicista de España como cuerpo vivo, pero “enfermo por los gérmenes del liberalismo, el laicismo y el movimiento obrero”, con el fin de justificar la “purificación” de la sociedad. Esta purificación excluyó el perdón y la amnistía desde el final de la guerra y fomentó un comportamiento sinceramente vengativo y represivo. Desde esta perspectiva, los integrantes del bando contrario no sólo desafiaban la legalidad que querían y que se disponían a imponer los sublevados, sino que en su oposición pecaban. Lo que éstos consideraban el delito era, en realidad, un pecado, y la condena o pena, una fórmula de expiación o redención de aquél. El preso político había cometido un grave pecado contra la Patria y contra Dios, y su culpa debía ser redimida. ¿Cómo? Siendo útil para el nuevo orden, es decir, a través del rescate material del trabajo y del rescate espiritual de la religión católica. Todas las acciones, obligaciones, proyectos y relaciones de los presos de los destacamentos con el mundo remitían una y otra vez a estas ideas; precisamente en nuestras investigaciones definimos el modo práctico en que este objetivo se conduce a través de la materialidad.

Estas ideas están contenidas en algunos escritos del jesuita José Agustín Pérez del Pulgar, fundador del Instituto Católico de Artes e Industrias (actual I.C.A.I.), y del director general de Prisiones a comienzos de los 40, Máximo Cuervo Radigales, aunque el propio Franco las expresa con gran precisión: “Yo entiendo que hay, en el caso presente de España, dos tipos de delincuentes; los que llamaríamos criminales empedernidos, sin posible redención dentro del orden humano, y los capaces de sincero arrepentimiento, los redimibles, los adaptables a la vida social del patriotismo. En cuanto a los primeros, no deben retornar a la sociedad; que expíen sus culpas alejados de ella, como acontece en todo el mundo con esa clase de criminales. Respecto de los segundos, es obligación nuestra disponer las cosas de suerte que hagamos posible su redención. ¿Cómo? Por medio del trabajo” (Francisco Franco en J.A. Pérez del Pulgar: La solución que España da al problema de los presos políticos. Librería Santarén, Publicaciones Redención, núm. 1, Valladolid, 1939, p. 8).

En este marco, las mujeres presas no podían entrar en el sistema de reducción de penas a través del trabajo. Estas mujeres delincuentes eran mujeres “caídas”, “prostitutas”, “putas” (como literalmente se las solía denominar), que debían regenerarse para encarnar el modelo ideal de mujer esposa, madre y hermana ejemplar. Este camino no podía ser el del rescate físico del trabajo y mucho menos del intelectual: la redención femenina se entendió a través del recogimiento y del tratamiento religioso intensivo que, como demuestra el Artículo 9 del decreto de 7 de octubre de 1938, convirtió a las órdenes religiosas en verdaderas administradoras de las cárceles de mujeres, y culminó con la creación, a finales de 1941, del Patronato de Protección a la Mujer, organismo dependiente del Patronato Central de Redención de Penas por el Trabajo.

Los destacamentos penales se crearon para ejecutar obras públicas calificadas de interés nacional (trabajos minero-metalúrgicos, agrícolas e industriales, y labores de reconstrucción de infraestructuras), de las que fueron beneficiarias numerosas empresas privadas y públicas. A mediados de los años 40 sumaban 121 destacamentos, con cerca de 16.000 presos. En 1942 existían siete secciones en las que se empleaba esta fórmula de trabajo penitenciario, entre las que destaca la de Regiones Devastadas, que utilizó el mayor número de trabajadores en la primera mitad de los 40. Con ello, el estado franquista empleaba, u ofrecía a las compañías interesadas, una mano de obra barata y eficiente.

En definitiva, el sistema de reducción de penas a través del trabajo fue una forma más de represión en el marco de un sistema totalitario y fascista, con tintes conservadores y pretendidamente tradicionalistas. Se enmarca en la estrategia global de los llamados nacionales por organizar a toda la población en función de un número limitado de categorías con repercusiones penales, por un lado, y por eliminar o moldear conforme a sus intereses a los “desafectos” al nuevo régimen, por otro, como parte de un auténtico ejercicio de ingeniería social. A este fin se dirigieron, entre otras cosas, las diversas modalidades de la institución penitenciaria de la posguerra. Los republicanos pasaban sistemáticamente por diversos campos de prisioneros, campos de concentración, cárceles y destacamentos penales antes de ser liberados, en lo que se conocía irónicamente como “turismo penitenciario”, como parte de una cadena operativa de la disciplina franquista que pretendía eliminar parte de la población reclusa y quebrantar la voluntad del resto.

Veánse, entre otros:
• Falquina, A. y otros (2008): “Arqueología de los destacamentos penales franquistas en el ferrocarril Madrid-Burgos: el caso de Bustarviejo”, Complutum (Madrid), 19 (2): 175-195.
• Gómez, G. (2007): La Redención de penas. La formación del sistema penitenciario franquista (1936-1950). Madrid: Catarata.
• Lafuente, I. (2002): Esclavos por la patria. Madrid: Temas de hoy.
• Memorias de la Dirección General de Prisiones.
• Olaizona Elordi, J. (2006): “Trabajo forzado y ferrocarril. Destacamentos penales y construcción de infraestructuras ferroviarias”. IV Congreso de Historia Ferroviaria, Málaga: 1-28.

• Olaizola, J. (2008): "Destacamentos penales y construcción de infraestructuras ferroviarias", Vía Libre, enero 2008, 83-5
• Quintero Maqua, A. (2009): El trabajo forzado en el franquismo. Tesina inédita, Facultad de Geografía e Historia, Universidad Complutense de Madrid.
• Rodrigo, J. (2005): Cautivos. Campos de Concentración en la España franquista, 1936-1947. Barcelona: Crítica.
• http://www.youtube.com/watch?v=69QgVg0i19E (Presos del canal del Bajo Guadalquivir).

viernes, 28 de mayo de 2010

Destacamento Penal de Valdemanco

Nuestra búsqueda de destacamentos penales por la Sierra de Madrid nos lleva al pueblo de Valdemanco. Aquí los presos políticos tuvieron que excavar el segundo túnel más largo del ferrocarril Madrid-Burgos. La boca de entrada da una idea del carácter colosal de la obra.

Los restos que se conservan, desgraciadamente, son poco abundantes. De los barracones originales sólo se conserva uno muy deteriorado. El estilo de la construcción, en mampostería cogida con cemento y revestida de mortero, es semejante al de los edificios de Garganta de los Montes y diferente del que encontramos en Bustarviejo.

Otra estructura que puede ser de la época es un puesto de vigilancia construido sobre un afloramiento rocoso y que mira directamente a la entrada del túnel. Quizá el objetivo era controlar su construcción.


Si bien los edificios del penal no han tenido buena fortuna con el desarrollo urbanístico de Valdemanco, se ha salvado en cambio de la destrucción un interesante memorial franquista que conmemora a los muertos buenos (caídos por Dios y por España) a la entrada del recinto penitenciario. La ubicación del monumento no es casual: los prisioneros y sus familiares se verían obligados a verlo diariamente. Un recordatorio perpetuo de sus pecados.


De las chozas de los familiares de los presos, nada se conserva. Pero existieron. La Señora Luisa de Valdemanco nos informa de su localización en las zonas de escombros que se iban extrayendo durante la construcción del túnel. El dato es interesante: en esa misma zona se situaban (y todavía hoy se sitúan) las cabañas de los familiares en el destacamento de Bustarviejo.

jueves, 27 de mayo de 2010

Destacamento Penal de Garganta de los Montes

Vista general del destacamento de Garganta de los Montes.

El destacamento penal de Bustarviejo es sólo uno más de una serie de establecimientos penitenciarios que se crearon en la sierra madrileña en los años 40. Se encuentran todos ellos relacionados con la construcción del ferrocarril Madrid-Burgos, que se tuvo que enfrentar en esta zona con fenomenales problemas, dada la abrupta orografía.

El penal de Garganta de Montes es uno de los destacamentos en los que trabajaron presos políticos para redimir pena. Fue uno de los de mayores dimensiones y el que acogió a un número más elevado de presos. En la actualidad se conservan varias estructuras al lado de la vía de tren que los prisioneros ayudaron a construir. Hoy, nuestra labor ha consistido en levantar el plano de las estructuras con el GPS submétrico. Podremos después compararlo al de otros espacios similares, como Bustarviejo.

El estado de conservación de las estructuras es peor que en Bustarviejo, pero todavía existen numerosas construcciones. Entre ellas, los barracones donde vivían los presos.

Un barracón en ruinas a la entrada del destacamento.

Se construyó un canal para desviar las aguas de un río que pasaba junto a la vía.

Posible edificio para un generador eléctrico.


Mapear el destacamento fue más complicado de lo que esperábamos: zarzas asesinas, culebras malvadas y esqueletos de moto oxidados.

miércoles, 26 de mayo de 2010

A tiempo real


Así vamos mapeando el destacamento penal de Bustarviejo y sus estructuras anexas. Con los aparatos que utilizamos no es necesario posproceso -es decir, corregir los datos que recogemos en el campo con un programa de ordenador antes de visualizarlos correctamente. Con los nuevos GPS se pueden ver en la pantalla los planos al mismo tiempo que los levantamos sobre el terreno. En la imagen se pueden ver cuatro chozas de familiares (cuadradas) en torno a una escombrera de la cantera en la que trabajaban los prisioneros del penal (el polígono de mayor tamaño).

martes, 25 de mayo de 2010

Mapeando un destacamento penal


El 1 de junio comienzan las excavaciones en el destacamento penal de Bustarviejo (Madrid). Pero antes de empezar a remover la tierra estamos realizando un plano topográfico detallado del destacamento y de todas las estructuras asociadas (establos, duchas, almacenes, casas de oficiales, chozas de familiares). Para levantar el plano nos valemos de dos GPS submétricos de última generación, que nos ofrecen una precisión casi equivalente a la de una estación total de las que se emplean más habitualmente en los trabajos arqueológicos.

Una vez que tengamos el plano listo, usaremos tecnología SIG (Sistema de Información Geográfica) para analizar los datos espaciales y comprender mejor, por ejemplo, las relaciones visuales y de proximidad entre las chozas de los familiares y los barracones donde vivían los prisioneros, entre las propias chozas o entre las zonas de trabajo y el destacamento.

jueves, 20 de mayo de 2010

Visitas al destacamento penal de Bustarviejo (Madrid)


Con motivo del inicio del trabajo de campo arqueológico en el destacamento penal de la posguerra de Bustarviejo, a partir del próximo día 1 y hasta el 15 de junio, os invitamos a que vengáis a visitarnos.

Las visitas las planteamos como una oportunidad para palpar la materia de la experiencia de miles de personas; hombres, mujeres y niños atrapados y sumergidos en la historia del conflicto. No es como excavar un yacimiento de la Edad del Bronce o del Paleolítico Medio. Se trata de arqueología del mundo contemporáneo y, en particular, de un escenario de conflicto. Lo que exhumamos no es mera tierra y objetos del pasado (¿acaso alguna vez son simplemente eso?), sino la materia del recuerdo de gente que ha sufrido mucho y que son, en muchos casos, familiares y amigos a los que se les ha negado y se les niega su propia historia y la del contexto general en el que han vivido. Las visitas, además, nos acercan a un proyecto concreto en el que se combinan distintos métodos y fuentes de conocimiento histórico, como los relativos a los restos materiales, los documentos escritos y gráficos, y el registro oral, aunque en el campo nos vamos a centrar especialmente en los arqueológicos. Por lo demás, se trata de una visita a un paisaje histórico vivo (la Dehesa Vieja de Bustarviejo), que, como otros, nos muestra la conjunción y superposición de las huellas de distintas épocas, variados usos y diferentes maneras de estar en el mundo y de relacionarse unos con otros y con el medio.

En todos estos sentidos, las visitas pueden interesar a las personas directa e indirectamente relacionadas con el destacamento, incluyendo a los vecinos y vecinas de la Sierra Norte (antiguos o recién llegados); a otros vinculados con otros destacamentos de la Sierra o de cualquier otro lugar, e incluso a cualquier grupo o persona afectada por las sistemáticas prácticas de violencia y violación de los derechos humanos de las sociedades contemporáneas; a profesores y alumnos de educación formal y no formal que estén interesados en conocer distintos aspectos sobre la Guerra Civil y la posguerra, así como sobre el trabajo arqueológico e histórico en general y el estudio de paisajes tradicionales del mundo rural actual madrileño; a asociaciones, investigadores y personas interesadas por la memoria histórica, y, por supuesto, a gente sin una adscripción especial.

En todos los casos esperamos poder ofreceros una atención ajustada a vuestros intereses y características. A los grupos de estudiantes de todos los niveles de la educación formal (desde primaria hasta la universidad), así como a la gente sin una adscripción especial o cualquier otro que le interese, les proponemos una dinámica particularizada para que aprovechen las oportunidades formativas a las que nos referíamos. En general, esperamos que todos podáis aprender y, desde luego, que compartáis con nosotros lo que os surja en torno a la visita para que podamos entender y definir mejor quiénes somos, de dónde venimos y cómo queremos ser.

Recordad que nuestra dirección para informar sobre las visitas y concertarlas es reservas.bustarproject@gmail.com.

ATENCIÓN: El entorno del destacamento, la Dehesa Vieja, es un paisaje delicado y muy sensible al tránsito, por lo que se pide extremo respeto hacia él. Está terminantemente prohíbido el acceso en vehículos motorizados; sólo se permite su uso hasta la puerta de la dehesa y exclusivamente para personas de movilidad reducida. Para el resto, el acceso se realiza a pie o en medios no motorizados desde el cementerio de Bustarviejo, a 1.6 km de los barracones. Además se pide que no se dejen basuras ni ningún otro rastro.

martes, 18 de mayo de 2010

Otra guerra, la misma guerra


En la entrada de la Ría de Vigo, en lo alto del Cabo Silleiro, se encuentran las ruinas de la batería J-4, construida durante la Guerra Civil por el ejército franquista y abandonada en el año 1984. La batería contaba con cuatro cañones Vickers 152,4 mm cuyo objetivo era destruir cualquier barco de la República que pretendiera invadir la ría.


Setenta años después de su instalación, los cañones continúan apuntando al horizonte. Después del conflicto civil, tuvieron todavía unos años de utilidad en potencia (durante la Segunda Guerra Mundial), cuando no se podía descartar un desembarco aliado en España. Pero después de que Franco se convirtiera en un aliado de Estados Unidos en la lucha contra el comunismo, estos guardianes del Atlántico perdieron toda su lógica.


A lo largo de las décadas se añadieron nuevos edificios y se reformaron otros. Pero algunas cosas permanecieron inmutables: entre ellas, el impresionante arco de entrada al recinto militar, coronado con un escudo al más puro estilo fascista italiano.


En la actualidad los restos reciben miles de visitantes al año y figuran en docenas de blog. El éxito del lugar no se debe sólo a las vistas que se divisan desde el promontorio, sino también a las propias ruinas. La gente observa los búnkeres abandonados, se interna por las galerías en las que se almacenaba la munición y fotografía los barracones de los soldados. La mayor parte lo hace con respeto. Y no parece que importe mucho que no se trate de venerables vestigios romanos o prehistóricos. Los dilemas académicos y administrativos sobre qué es o no es arqueología y patrimonio no afectan a quienes se acercan a este lugar enigmático.

Uno de los aspectos perturbadores de ruinas como las del Cabo Silleiro es, quizá, su carácter contrafactual. La historia contrafactual es una especie de pasatiempo de historiadores que se puso de moda hace unos años. Consiste en imaginarse itinerarios históricos alternativos a los que conocemos, que jamás existieron pero que podrían haber sucedido. Con todas sus consecuencias (¿y si los alemanes hubieran ganado la Segunda Guerra Mundial?).

Los restos de la Guerra Civil, en general, se antojan inverosímiles -que esto haya pasado aquí, no hace mucho, pero puede que lo sean más aquellos que apuntan a escenarios históricos que no llegaron a cumplirse. Es el caso de los silos de misiles nucleares abandonados, un fósil contrafactual de lo que pudo haber sido el final de la humanidad. Otras historias, otros desastres -otras promesas también. Y otras guerras.

Como una invasión de Galicia por el ejército republicano.

jueves, 13 de mayo de 2010

Nuevo volumen de la revista Ebre 38


Acaba de salir un nuevo volumen de Ebre 38. Revista Internacional de la Guerra Civil 1936-1939 que se publica con el apoyo del grupo de investigación DIDPATRI (Didáctica y Patrimonio) de la Universidad de Barcelona y de la Editorial Llibres de Matrícula. La publicación propone un enfoque crítico, riguroso y pluridisciplinar para el estudio y la difusión de los hechos de la Guerra Civil Española y de la primera postguerra y, por lo tanto, está abierta a todo tipo de propuestas procedentes de cualquier disciplina del campo de las Ciencias Humanas y Sociales, como en su idiosincrasia que pretende adaptarse a las pautas de divulgación del conocimiento científico del nuevo siglo. El nuevo volumen pasa revista a las diversas temáticas que abordan los estudios de la Guerra Civil: el papel de los voluntarios – en concreto de los italianos –, las cartas de un soldado, el rol de la masonería o el alcance de la represión en ámbitos locales, son sólo algunos de los temas que se han recogido en este número. De especial relevancia es, sin embargo, el tratamiento que se ha dado a la Arqueología de la Guerra Civil en este número, considerando desde la coordinación que es necesario recoger la diversidad de enfoques y temas de estudio, así como las posibilidades de la musealización y como presentar al público este tipo de elementos patrimoniales.

Índice:
EDITORIAL (pp. 4-9)
Pelai Pagès i Blanch.
HISTÒRIA
- I primi volontari italiani nella guerra civile spagnola. Genesi e nascita della Sezione Italiana della Colonna Ascaso. (pp. 13-28)
Enrico Acciai.
- Entre la Historia y la propaganda: las dos sublevaciones del acorazado Jaime I en Julio de 1936. (pp. 31-47)
Pedro Mª Egea Bruno
- Maçoneria i Guerra Civil a Catalunya: una memòria de 1937. (pp. 49-54)
Josep Clara Resplandis.
- L’assassinat d’Andreu Nin. (pp. 57-76)
Pelai Pagès i Blanch.
- Que esto se acabe, pero siempre con la victoria nuestra. Cartes d’un jove soldat al seu pare (1938). (pp. 79-103)
Ramon Arnabat.
- Guerra civil i repressió a Santa Pau. (pp. 105-119)
Albert Planas i Serra.
CULTURA, PATRIMONI I DIDÀCTICA
- Guerra en la Universidad. Arqueología del conflicto en la ciudad universitaria de Madrid. (pp. 123-143)
Alfredo González Ruibal, Carlos Marín Suárez, Manuel Sánchez-Elipe Lorente y Santiago Lorente Muñoz.
- La Guerra Civil espanyola i el seu patrimoni. Exemples de les intervencions arqueològiques a la demarcació de Barcelona i de Lleida. (pp. 145-162)
Sonia Pascual García.
- Arqueología y museografía didàctica en los aerodromos de guerra. (pp. 165-177)
Laia Coma Quintana, M. del Carmen Rojo Ariza.
- ¿Chatarra o Cultura Material? A propósito de los restos muebles de la Guerra Civil en el registro arqueológico de la ciudad de Oviedo (Asturias) (pp. 179-201)
Valentín Álvarez Martínez
- Arqueología y antropología forense de la represión franquista en el territorio de la agrupación guerrillera de Levante y Aragón - A.G.L.A.- (1947-1948).(pp. 203-230)
Manuel Polo Cerdá, Eva Cruz Rico y Elisa García Prósper
- Arqueología del fascismo en Etiopía (1936-1941). (pp. 233-254)
Alfredo González Ruibal, Víctor M. Fernández Martínez, Álvaro Falquina Aparicio, Xurxo Ayán Vila, Anxo Rodríguez Paz.
- ¿Un memorial para la paz en Teruel? (pp. 257-265)
Joan Santacana Mestre.
- Arqueologie(s) de la Guerra civil. (267-283)
David García Casas.
MISCEL·LÀNIA
- Estació Territorial de Recerca Penedès. Les Forces Aèries de la República Espanyola (pp. 287-293)
Ramon Arnabat
- La España del exilio. Las emigraciones políticas españolas en los siglos XIX y XX. (pp. 293-295)
Josep Clara Resplandis
- Segundas Jornadas de Jóvenes Investigadores en Arqueología (JIA’09). Arqueología del Conflicto, Arqueología y Memoria i l’excursió POST-JIA: Paisatges de Guerra i Repressió. (pp. 295- 298).
Manuel Sánchez-Elipe Lorente i Maria Yubero Gómez
- Montjuïc recuperat... fa més de setanta anys. (pp. 298-299)
Pelai Pagès i Blanch
- Això és la Guerra i Gerda Taro. El compromís narratiu de la fotografia implicada del segle XX: retrospectiva de dos fotoperiodistes de la Guerra civil espanyola al MNAC (pp.300-305).
Ilaria Bellati
- ¡Guerra en la Universidad! Bloc /http://guerraenlauniversidad.blogspot.com/ (pp. 305- 308)
Francesc Cecília Conesa
- Construint la memòria del campus Mundet (pp.309-310)
Magalí Lladó Morales
- Bibliografia recent sobre la Guerra Civil, la postguerra, l’exili i la resistència (pp. 313- 314)

Investigaciones en el destacamento penal de Bustarviejo (Madrid)


Hoy por fin publicamos, con entusiasmo e ilusión, el anuncio de una nueva campaña de investigaciones sobre la Guerra Civil y el franquismo a cargo de nuestro equipo. En esta ocasión se trata del destacamento penal de Bustarviejo (Madrid), como anunciábamos en entradas anteriores (27.3.10). Éste forma parte de una serie de destacamentos que se construyeron y utilizaron en la posguerra para terminar el ferrocarril “Directo Madrid-Burgos” en la Sierra Norte de Madrid, iniciado en los años 20. En ellos se utilizó, además de trabajadores contratados, a presos políticos, como parte del llamado sistema de “Redención de penas por el trabajo”, dirigido, entre otras cosas, desde 1939 a la ejecución de obras públicas con mano de obra gratuita a cambio de la reducción de las condenas (un día de trabajo de unas 10 u 11 horas por uno o dos días de condena en este caso).

El destacamento de Bustarviejo se conserva excepcionalmente bien, gracias a que se enmarca en un paisaje rural tradicional dedicado a la ganadería extensiva: la Dehesa Vieja. Fue utilizado entre 1944 y 1952, y ocupó a una media anual de 100 presos en la construcción de dos túneles (de 395 y 248 metros), un viaducto (de 26 metros de altura, con 11 arcos de 12 metros de luz) y una estación de tren ubicada en las afueras del pueblo, a cargo de la empresa contratista Hermanos Nicolás Gómez. Es uno de los pocos casos en los que hay constancia material de que algunos familiares (mujeres y niños) vivieron junto al destacamento en ciertas épocas, siguiendo y acompañando a sus maridos y a sus padres. Los restos conservados incluyen (1) estructuras relacionadas con la reclusión y la vigilancia, (2) estructuras vinculadas al trabajo y (3) estructuras de habitación de los familiares de los presos.

El estudio de sus restos arqueológicos y de los testimonios orales de algunos familiares no sólo complementa el de las fuentes escritas y gráficas, sino que añade dimensiones y aspectos que no se recogen en éstas, como las condiciones de vida de los presos o la experiencia de sus familiares. Un enfoque multidisciplinar nos permite explorar, en definitiva, la gramática y tecnología de la represión a nivel local y relacionarla con niveles mayores, así como con otros sistemas represivos del mundo contemporáneo.

Este proceso de investigación, sin embargo, lo concebimos en un sentido más amplio que aquel al que nos tienen acostumbrados los proyectos académicos, en tanto que con él buscamos indagar y participar en la complejidad y carácter multidimensional de la realidad histórica que aborda. Fundamentalmente esto supone implicarnos en el estudio arqueográfico de los restos, pero también en un paisaje histórico vivo particular, como es la Dehesa Vieja, en un entorno impregnado por las experiencias de presos y familiares, y en un ámbito local vivido hoy en día por distintos agentes y colectivos. En un sentido más general, el estudio del destacamento de Bustarviejo debe atraer a múltiples personas y grupos, tanto del mundo académico como del de las asociaciones que luchan por la recuperación de la llamada memoria histórica, tanto del mundo educativo como de la gente anónima, incluso aquella que nunca ha pensado “en estas cosas”. Recorriendo los distintos caminos propuestos, todos podemos generar procesos que nos sirvan de distinta manera: conocer el pasado y entender el mundo en el que vivimos, complementar el currículo escolar y sus unidades didácticas, gestionar consciente e informadamente el entorno, ver reconocidos los esfuerzos y padecimientos conscientes e inconscientes de nuestros familiares y de nosotros mismos y, quién sabe, quizás también de nuestros descendientes.

Nuestro proyecto se va a articular a lo largo de dos líneas principales de actuación: los trabajos arqueológicos y la difusión y musealización. La primera incluye una campaña de excavaciones y reconocimiento geográfico y arqueológico del terreno durante la primera mitad del mes de junio. La segunda, por su parte, comprende la realización de visitas guiadas y talleres, por un lado, y el trazado de rutas y la apertura de un aula en el pueblo para la interpretación de la realidad de los destacamentos penales y los sistemas represivos de la posguerra. En entradas posteriores detallaremos las características de estas líneas de trabajo, pero puedes escribirnos, para consultas particulares, a bustarproject@gmail.com y, para concertar visitas en el periodo de los trabajos arqueológicos, a reservas.bustarproject@gmail.com.

Plano general del penal de Bustarviejo


Entrada al edificio principal, conocido en el lugar como “Los Barracones”. Estructura de planta rectangular con patio central, construida con muros de mampostería y sillarejo cogidos con cemento y montados sobre un zócalo de piedra. La techumbre original ha sido sustituida por una de chapa ondulada.
Dormitorios colectivos para los presos en los barracones
Detalle decorativo pintado en una de las habitaciones
(cenefa que imita toscamente el mármol).

Se trata sin duda de la labor de los reclusos, puesto que a éstos les correspondía el mantenimiento y con frecuencia la propia construcción de las instalaciones.
Restos de letrinas. Las letrinas son también un espacio colectivo que impide cualquier forma de intimidad: así como las camas se encuentran situadas unas junto a las otras sin separación de ningún tipo, lo mismo sucede con los inodoros, construidos en una sola hilera.


La ubicación de los vanos en los distintos espacios es significativa, igualmente, de las relaciones de represión. En los edificios administrativos (arriba), el dintel de la ventana coincide con el de la puerta, mientras que en los dormitorios (abajo) es el alféizar de la ventana el que coincide con el dintel de la puerta, lo que hace imposible ver directamente el exterior.
Restos de la casa del teniente de la Policía Armada, aprovechando el afloramiento rocoso, de forma similar a como lo hacen las viviendas de los familiares de los presos. Se advierten las huellas de la techumbre de teja, que marcaría la diferencia con la de aquéllas, de ramaje. Esta casa nos muestra las míseras condiciones de vida incluso de los propios miembros de las fuerzas de seguridad.

Al otro lado del camino, en la ladera del afloramiento, se encuentran restos dispersos de labores de cantería y, entre ellos, las cabañas donde vivían los familiares de los presos
Milagros Montoya, hija de un preso del destacamento, junto a la cabaña en la que vivió de niña, acompañada de periodistas, arqueólogos y el alcalde de Bustarviejo
Un grafitero ha dedicado a su abuelo una pintura mural de un sol naciente flanqueado por dos ¿guerreros? en una de las paredes de los barracones. ¿Simple casualidad y coincidencia? Posiblemente. Pero la historia también son sombras que recorren el presente, aludiendo como fantasmas a presencias connotadas en la ausencia de vida y en el abandono de los restos materiales del pasado...

miércoles, 12 de mayo de 2010

Galicia en guerra




La historiografía tradicional sentó el tópico de Galicia como granero y reserva del Ejército nacional durante la guerra civil, minimizando, de paso, la resistencia al golpe de Estado de julio de 1936. Esta visión de la retaguardia ha impedido reconocer la temprana implantación del régimen fascista y la conformación del paisaje franquista. Desde la Arqueología comenzamos a conocer un poco más este proceso, recuperando un pasado que parece que se ha olvidado. En las fotografías (inéditas) podéis ver unas maniobras de unidades militares del bando nacional adiestrándose en la zona de Monte Faro, en Ferrolterra, en el contexto de salvaguarda del llamado Frente Marítimo, jalonado de baterías de costa y de islas expropiadas por el bando nacional (Ons en la ría de Pontevedra, por ejemplo) Desde aquí los soldados en prácticas eran enviados al frente. Estas fotografías de 1938 forman parte del álbum de J. Garcia Trevisani (el que aparece en el centro de la formación haciendo gimnasia) en donde recoge una secuencia de retratos de estas maniobras en las que se ve a los soldados desfilando por corredoiras en pleno paisaje rural tradicional gallego, haciendo tablas de gimnasia de inspiración fascistoide en la playas o formando parte de procesiones en romerías veraniegas en capillas e iglesias del contorno. Tras la escenografía del terror perpetrada por los escuadrones de la muerte falangistas en las cunetas en 1936 y 1937 en el rural gallego, el protorrégimen comienza a hacerse cargo del nuevo orden a partir de 1938, nostrando su presencia a través de este tipo de estrategias de visibilización que definirán a posteriori el nacionalcatolicismo de postguerra.

Fotografías recogidas en el marco del proyecto de investigación etnoarqueológico sobre la industria del wolfram en Barbanza (Alicerce-CSIC).

viernes, 7 de mayo de 2010

Recuperando la memoria histórica en Argentina


“El Pozo” (Ex Servicio de Informaciones). Un Centro Clandestino de detención, desaparición, tortura y muerte de personas de la ciudad de Rosario, Argentina. Antropología política del pasado reciente. (Ed. Prohistoria, 2008. 2ª edición 2010)
Este libro es el resultado de cinco años de investigación y trabajo colectivo desarrollado por el Equipo de Investigación por la Memoria Político Cultural en el marco del proyecto “Antropología política del pasado reciente: recuperación y análisis de la memoria histórico-política (Rosario, 1955-1983)”. Aquí se analizan testimonios de sobrevivientes, de la comunidad, así como también arqueológicos, sobre el principal ex centro clandestino de detención, desaparición, tortura y muerte de personas que funcionó en la ciudad de Rosario (Santa Fe, Argentina) entre los años 1976 y 1979, durante la última dictadura.
En el marco del actual debate que se está dando en Argentina acerca de la conservación, patrimonialización y uso actual de estos lugares (hay alrededor de 500), aquí se resalta la clave que constituyen no sólo para repensar la represión, sino fundamentalmente para reflexionar acerca del proceso de despolitización profundizado con ellos. Tras casi 30 años de “democracia” es inminentemente necesario recuperar la pregunta por lo político a partir del diálogo generacional e intergeneracional, así como del reencuentro de cada uno de los sujetos con la historia. En este sentido, estas páginas dan cuenta de una experiencia de recuperación de la memoria histórica no sólo desde un abordaje interdisciplinar, sino fundamentalmente desde y por lo colectivo.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Arqueologia en el Frente Norte


Las montañas entre León y Asturias están jalonadas de restos de lo que un día fue uno de los frentes más duros de la Guerra Civil Española. Cientos de parapetos, trincheras, casamatas y centros de mando viven el paso del tiempo, entre la ruina y el abandono, esperando a que en un tiempo puedan ser estudiados y recordados, pues aún desde sus ruinas pueden enseñar muchas lecciones.


El Frente Norte, especialmente entre Asturias y León, supuso un freno al avance fascista hacia el norte, retrasando notablemente el desarrollo de la Guerra Civil. La falta de aprovisionamiento, el aislamiento al que se vio sometido el bando republicano, especialmente tras la caída del País Vasco, fue respondido por los miles de mineros y milicianos que allí lucharon con un incremento del valor. Los puertos de montaña, como Somiedo, Ventana o Pajares, se convirtieron en bastiones republicanos que luchaban por impedir el avance fascista hacia Oviedo, y para ello se construyó lo que algunos autores han denominado el Maginot Cantábrico, toda una red de trincheras y fortificaciones que, apoyados en los duros inviernos, vigilaban desde las montañas al enemigo.


El desgaste de la guerra fue pasando factura a los republicanos del frente, que se veían superados por la ingente maquinaria bélica fascista, apoyada por alemanes e italianos, con el incesante vuelo de la temida Legion Cóndor. Hasta que en 1937, el frente fue roto y el avance fascista por Asturias fue imparable.


Poco se ha estudiado de aquél frente, más allá de los partes oficiales de guerra o alguna que otra referencia a zonas y episodios concretos, pero la potencialidad arqueológica del mismo es evidente. Inventariar toda la red de estructuras y planificar su puesta en valor, contextualizar los restos y completar la información documental con pruebas arqueológicas, reconstruir ese episodio de nuestra historia y hacer honor a la memoria de quienes allí lucharon para defender Asturias del fascismo, son elementos necesarios antes de que el paso del tiempo deteriore aún más los vestigios y la memoria.
Fotografia: Posible centro de mando del conjunto de fortificaciones de Robles de Laciana (León), que defendía uno de los pasos de montaña hacia el Puerto de Somiedo