El que sería brigadista
internacional, John Murra, había hecho sus pinitos como periodista deportivo
especializado en fútbol en Rumanía y Croacia, antes de su marcha a los Estados
Unidos. Fue en esos años 20 y 30 cuando el fútbol se extendió por Europa y
América, abandonando su feudo británico para convertirse en un fenómeno global.
En España, el buen papel de la selección nacional en las Olimpiadas de Amberes
y la consolidación de la Liga como competición oficial fueron factores que
acrecentaron la popularidad de este deporte. En este contexto surgieron las
primeras estrellas balompédicas. De entre todas ellas brilló con luz propia Ricardo
Zamora. Hasta se hizo una película en 1926 con el título Por fin se casa Zamora. Tras su paso por el Barça y el Espanyol,
este portero mítico fichó por el Real Madrid tras previo pago de 100.000 pta. de
la época. Todo un traspaso histórico que nada tiene que envidiar al del galés
Bale estos días. Con Zamora de portero el Real Madrid se hizo un hueco entre
los grandes, ganando sus dos primeras ligas consecutivas (1931-1933). El club
comenzaba a compartir popularidad con otros equipos con más solera como el
Athletic Club de Bilbao.
La guerra civil empezó poco
después de la final de Copa que ganó el Real Madrid en Mestalla. Ricardo Zamora
fue perseguido y detenido por milicianos. Colaborar en el diario católico YA
como hacía Zamora no era buena idea en el nuevo contexto bélico. Estuvo en la cárcel
y se salvó de ser paseado gracias al buen hacer del escritor Gálvez, que sería
fusilado en 1940, a pesar de haber ayudado a mucha gente de derechas. Zamora
acabó refugiado en la embajada argentina y pasó el resto de la guerra en Niza.
El conflicto supuso la paralización de la liga durante tres años. Con todo, el
poder del opio del pueblo se mantenía incólume. Muchos testimonios orales nos
remiten a las pachangas en la retaguardia y en el frente. Mi abuelo paterno
recordaba con una sonrisa las palizas que les metían a los italianos en
Sevilla, dentro y fuera del campo. Gerardo de Alende, excelente delantero de
Cereixa, aún me habló hace poco de los partidos que vigilantes y presos rojos
jugaban en un campo de concentración de Barcelona, al acabar la guerra. Siempre
ganaban los presos republicanos, aunque volviesen deslomados de trabajar
redimiendo penas.
En el frente del Alto Tajuña, en
donde tuvo lugar la batalla olvidada, el fútbol formaba parte de la vida
cotidiana. El saxofonista catalán Buenaventura Leris menciona en su meticuloso
diario de guerra los partidos jugados en la retaguardia, con actuación musical
incluida en los descansos. Podemos suponer que la mayoría de catalanes que allí combatían eran del Barça o del Espanyol. Uno de estos campos de fútbol republicanos se encontraba en el Barranco del Pozo. En sus inmediaciones los incasables Ismael y Domin encontraron en superficie el mechero que podéis ver en la fotografía. Un
mechero de gasolina con el escudo del Real Madrid de 1920. A tenor de lo que
sabemos de la evolución de la batalla olvidada, existen dos opciones: o que el
mechero se le cayese a un republicano (este espacio no estuvo especialmente activo
tras la ofensiva de 1938) o lo perdió un combatiente
nacional en su huida ante el ataque republicano.
Queda todavía mucho por escribir
sobre la relación entre fútbol y conflicto en el siglo XX. Ahí está el caso de
Zamora, o la selección de Euskadi formada por futbolistas exiliados que fueron
de gira durante la guerra e incluso participaron en la liga mejicana. O el
extraño caso del paracaidista alemán Bernhard Trautmann que acabó siendo el
portero franquicia del Manchester City en los cincuenta. O los grandes
futbolistas húngaros que recalaron en la España de Franco tras la revuelta
contra la URSS de 1956. O la gesta del Dinamo de Kiev que venció a una
selección alemana durante la ocupación nazi de Ucrania y que fueron fusilados a
posteriori. Todavía hoy, aquellos que vieron in situ aquel partido, que ya
quedan pocos, ven gratis los partidos jugados en casa por el Dinamo.
2 comentarios:
Genial el articulo. Solamente un matiz, si el escudo del madrid lleva la franja morada, el escudo es posterior al 31. La franja morada diagonal del escudo se puso en honor a la república (que durante esos años no portaba corona) Si están los dos símbolos (franja y corona) es posterior a la guerra.
Un saludo y seguid haciendo cosas y haciendonos disfrutad a los demas.
Muchísimas gracias Juan, enorme tu aportación. Un abrazo fuerte.
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