Conjunto de estructuras identificado en la avanzadilla de San Pedro.
En el ámbito académico, sobre todo en el marco de la Historia Contemporánea, detectamos continuamente un cierto desdén hacia la Arqueología, concebida como unadisciplina que no aporta nada al conocimiento de lo que pasó en la guerra civil española. Se nos ha dicho que realmente hacemos periodismo, no ciencia. Hace poco, en público, nuestro proyecto arqueológico del monte de San Pedro fue calificado como una excursión, una excursión en la que no merece la pena invertir ni un solo euro. Aquellos y aquellas que defienden estas posturas se olvidan de un pequeño detalle, pequeño pero importante: además de arqueólogos, también somos historiadores. Y somos de esos historiadores que sí respetan e intentan maximizar todas las fuentes disponibles: orales, arqueológicas y documentales.
Nosotros creemos en la Historia pero también en la memoria. El monte de San Pedro no es nuestro yacimiento, nuestro documento, sino que es Patrimonio público, por ello nuestras excavaciones están abiertas a todos, no sólo por ética profesional, sino porque se convierte en una buena ocasión para aprender de vecinos y aficcionados, En sucesivos posts iremos mostrando todas esas microhistorias que hemos ido recabando de las personas que nos visitaron durante las dos semanas que duró la intervención. Gracias a ellos y ellas sabemos incluso quién diseñó esta línea fortificada que estamos excavando. Estas cosas no ocurren cuando excavamos un castro o un dolmen, claro. Gracias a la tradición oral nos aproximamos a la verdad... cuando no existen documentos.
Esta Arqueología en Comunidad en la que creemos contribuye modestamente a visibilizar una historia enterrada, a socializar un patrimonio oculto, a recuperar las cicatrices de la memoria que marcan el paisaje del monte de San Pedro. Ya solo por eso creemos que es pertinente llevar a cabo proyectos como éste. Las juntas administrativas de Aloria y Lezama (propietarias de los terrenos), el ayuntamiento de Amurrio quieren hacer algo con estos restos de la guerra civil, porque no se les pasa por la cabeza destruirlos o silenciarlos. Por otro lado, este tipo de iniciativas generan conocimiento sobre el pasado, sobre todo cuando no se sabe tanto sobre lo que ocurrió en estos parajes. La Arqueología del pasado contemporáneo, con sus herramientas metodológicas, ayuda también a desmitificar relatos sobre la guerra civil y contribuye a criticar abusos en los usos de la historia por vencedores y vencidos. Pero hay más.
El monte de San Pedro también se ha convertido en un campo de experimentación de metodologías y sistemas de registro especialmente adaptados a contextos arqueológicos de la guerra civil española. Por otro lado, es escenario para prácticas de campo de alumnado universitario que se está formando en Arqueología del Conflicto. Que en la laboratorios de la Universidad Complutense y de la Universidad del País Vasco haya alumnos y alumnas trabajando hoy con objetos arqueológicos de la guerra civil ha pillado con el paso cambiado a más de un académico y académica que pensaban que esto era una moda... una moda que lleva ochenta años.
A través de las entrevistas, de la cultura material y del trabajo en archivos (Militar de Ávila, de Madrid, etc...) estamos contribuyendo a generar un relato fundamentado que sirve para dotar de sentido e interpretar este paisaje. Una narrativa que contribuya a la creación y consolidación de un recurso visitable, de un espacio abierto a la ciudadanía que fomente el espíritu crítico y el interés por un pasado traumático que está ahí fuera.
Por todos estos motivos estamos, y seguiremos estando, en las trincheras de la guerra civil en Euskadi. Porque somos arqueólogos e historiadores de una Universidad pública integrada en su entorno social. Aunque algunos y algunas nos vean como los niños alborotadores que se sientan al final del autobús en la excursión de fin curso, mientras el vehículo de la Historia es conducido con mano firme por un científico de verdad.
El señor conductor no adelanta, no adelanta...
Nosotros creemos en la Historia pero también en la memoria. El monte de San Pedro no es nuestro yacimiento, nuestro documento, sino que es Patrimonio público, por ello nuestras excavaciones están abiertas a todos, no sólo por ética profesional, sino porque se convierte en una buena ocasión para aprender de vecinos y aficcionados, En sucesivos posts iremos mostrando todas esas microhistorias que hemos ido recabando de las personas que nos visitaron durante las dos semanas que duró la intervención. Gracias a ellos y ellas sabemos incluso quién diseñó esta línea fortificada que estamos excavando. Estas cosas no ocurren cuando excavamos un castro o un dolmen, claro. Gracias a la tradición oral nos aproximamos a la verdad... cuando no existen documentos.
Modelo fotogramétrico del sector 1 de la excavación.
Esta Arqueología en Comunidad en la que creemos contribuye modestamente a visibilizar una historia enterrada, a socializar un patrimonio oculto, a recuperar las cicatrices de la memoria que marcan el paisaje del monte de San Pedro. Ya solo por eso creemos que es pertinente llevar a cabo proyectos como éste. Las juntas administrativas de Aloria y Lezama (propietarias de los terrenos), el ayuntamiento de Amurrio quieren hacer algo con estos restos de la guerra civil, porque no se les pasa por la cabeza destruirlos o silenciarlos. Por otro lado, este tipo de iniciativas generan conocimiento sobre el pasado, sobre todo cuando no se sabe tanto sobre lo que ocurrió en estos parajes. La Arqueología del pasado contemporáneo, con sus herramientas metodológicas, ayuda también a desmitificar relatos sobre la guerra civil y contribuye a criticar abusos en los usos de la historia por vencedores y vencidos. Pero hay más.
Dispersión de materiales en el sector 1 (Avanzadilla).
Plano de densidades en el sector 1 (Avanzadilla).
Por todos estos motivos estamos, y seguiremos estando, en las trincheras de la guerra civil en Euskadi. Porque somos arqueólogos e historiadores de una Universidad pública integrada en su entorno social. Aunque algunos y algunas nos vean como los niños alborotadores que se sientan al final del autobús en la excursión de fin curso, mientras el vehículo de la Historia es conducido con mano firme por un científico de verdad.
El señor conductor no adelanta, no adelanta...
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