Nuestro colega pastor aparece temprano regalándonos una imagen que podría haber sido tomada en Belchite antes de la guerra. Un rebaño de ovejas busca en el erial algo de sustento, a la sombra del fortín que estamos excavando. Este hombre nos da una lección magistral sobre la estructura social del Campo de Belchite en los dos últimos siglos. Nos encontramos en un paraje conocido como La Dehesa de la Villa. Desde época medieval el ayuntamiento contaba con bienes de propios, y esta dehesa era uno de sus recursos naturales más importantes. En el siglo XIX las deudas del Concejo llevaron a vender la propiedad que acabó en manos de una familia rica, terrateniente. Por un lado, jornaleros y campesinos con amo; por otro, una minoría propietaria y una pequeña burguesía local que comenzaba a desarrollar negocios fabriles (aceites, panaderías, molinos, etc...). La ideología socialista cundió como la pólvora eentre los labriegos de este secano rabioso que tan bien conocía el belchitano Labordeta.
Julio Górriz es descendiente de colonos navarros que llegaron aquí hace siglos. Nació el día de San Miguel de 1937, poco después de que Belchite fuese conquistado por el Ejército Popular. Con año y medio cruzó en brazos de su madre la frontera francesa, en donde vivió en un campo de concentración. Julio se ha acercado a vernos y nos ha regalado una sandía monumental: Es intolerable, lo de los refugiados sirios,p¡ero si nosotros también lo fuimos en su día!. En su familia hubo víctimas de la represión franquista. Las envidias y las rencillas tuvieron mucho que ver. El alcalde socialista, jornalero oriundo de Soria y muy querido en el pueblo, fue fusilado. Su sustituto franquista en agosto del 36 murió manejando una pieza de artillería en el sitio de Belchite. En 1934 y 1935 los altercados entre los miembros del Sindicato católico La Agrícola y los de la UGT eran más que frecuentes. Todo un testimonio de la polarización política en Belchite en la antesala de la guerra.
Balas impactadas, guía de peine, balas y casquillos al pie de la cara E del fortin.
Hoy hemos acabado de excavar el fortín de la Dehesa de la Villa. Tras la guerra, la estructura sufrió actividades antrópicas (amortización de ferralla, armamento, etc...) y procesos postdeposicionales que conllevaron el derrumbe de la cubierta. A su vez, el propietario de la parcela decidió colmatar el interior del fortín con cantos de cuarcita de gran tamaño procedentes del clareo de la finca. La excavación nos permite conocer el infierno vivido por los Almogávares defensores de este reducto. En realidad, este fortín podría encontrarse en pleno Rif central, como un blocao más característico de la defensa a ultranza de posiciones, hasta el último hombre, tan querida por Franco y sus generales africanistas. Y eso hicieron los requetés, rodeados de enemigos por todas partes, como así lo demuestra la distribución de los hallazgos.
Balas y casquillos al pie de la tronera al lado de la entrada (E).
Balas y casquillos al pie de una de las torneras de la cara W del fortín.
Desde el fortín, los carlistas intentaron inicialmente apoyar a sus compañeros que defendían el cementerio cercano, sin mucho éxito. Mientras, el fortín era atacado por la artillería republicana. A los pies de la galería de fusileros hemos encontrado un gran fragmento de metralla y la espiga de un mortero. El cerco se iba estrechando. Las quince troneras del fortin vomitaban fuego. Casquillos de máuser español se reparten al pie de los ventanucos. Los Guardias de Asalto pronto iban a hacer honor a su nombre. Finalmente consiguen entrar. En el segundo escalón de acceso al fortín encontramos una guía de peine checa. En el segundo, una bala de máuser español. Dentro, entre las paredes de cemento y ladrillo, se combatió cuerpo a cuerpo. Encontramos hasta 3 casquillos de bala de pistola. Frente a la entrada, en la pared interior, todavía se conserva la marca de un disparo. Dentro del fortin en forma de T, los asaltantes se dispusieron a acabar con los últimos Almogávares que resistían dentro del extremo absidiado.
Impacto de bala en la pared interior del fortín. El disparo se llevó a cabo desde la entrada.
En el Museo del Carlismo de Lizarra (Estella, Navarra) se puede ver el esfuerzo de guerra protagonizado por hombres y mujeres carlistas. Éstas, las margaritas, cosían vestimentas y atrezzos, como el famoso Detente Bala que llevaban a la altura del corazón estos verdaderos legionarios de Cristo. Tan fanáticos como los yihadistas del Estado islámico actual. La ráfaga que podemos ver en el interior del fortín no deja lugar a dudas. Todavía se conservan dentro las balas deshechas. Por lo que parece, las balas no se detuvieron...
Las balas que no se detuvieron.
2 comentarios:
Gracias por compartir vuestro trabajo con los aficionados y seguidores al tema en este blog. Me alegra personalmente que useís terminología arquitectónica y de fortificación como la que usamos en UGAO-MIRABALLES para clasificar elementos de fortificación del "Cinturón de Hierro de Bilbao": "Fortín", "Galeria de Fusileros", "Abrigos"...etc.
Os seguimos y seguimos aprendiendo... saludos!
Muy interesante su trabajo y digno de elogio, solo puntualizar no estar de acuerdo con comparar a los requetés con los yijadistas, limitémonos al estudio arqueológico. Saludos cordiales.
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