sábado, 22 de octubre de 2016

De los cojones y la guerra



Entrenamos a jóvenes para disparar sobre la gente, pero sus comandantes no dejan que los muchachos escriban joder en sus aviones… ¡porque es una obscenidad!, decía el Coronel Kurtz en Apocalypse Now. A la hora de escribir la historia de la Guerra Civil española con una aproximación tradicional, a través de la documentación de archivo, esta se nos aparece como algo depurado, melindroso, un poco cursi. Los oficinistas de los Estados Mayores de las diversas unidades se cuidaban mucho de plasmar los acontecimientos con un lenguaje correcto y preciso, pero frío, desnaturalizado.
A veces, con cuentagotas, algo del barro y las inmundicias de las trincheras logran salpicar –aunque matizados por la autocensura- a los documentos oficiales, filtrarse hasta los archivos. Es el caso del insólito documento que han desenterrado en Crónicas a pie de fosa, que narra el berlanguiano periplo por la línea enemiga de cinco gudaris en el frente de Valmaseda. Como tantas heroicidades y tropelías que se perpetran en este país, su aventura comenzó con un “¿a que no tenéis cojones?”:

Fuente: Archivo Histórico de Euskadi- Archivo Histórico del Gobierno Vasco
 Fondo del Departamento de Defensa.

La grosera exaltación de la virilidad que inundaba las líneas de ambos bandos nos ha dejado, a través de la memoria oral, múltiples menciones a las gónadas, sin censuras ni camuflajes. Sin demasiado afán de exhaustividad, podemos citar algunos casos, como el recogido en Blood of Spain, de Ronald Fraser: 

[…] -Pero, ¿cómo logran destruir los blindados sin las armas adecuadas? -insistió el periodista [estadounidense]. –Bueno- dijo el miliciano-, echando cojones al asunto. El periodista me preguntó qué había dicho, y lo apuntó cuidadosamente. Una semana después, me enseñaron una copia de un periódico americano en el que pude leer que los milicianos de Madrid habían inventado un nuevo dispositivo antitanque llamado “echando cojones al asunto” [en castellano en el original].

Si bien la ordinariez y las menciones a los órganos reproductores masculinos no entendían de bandos, la a menudo mojigata España franquista no se quedaba atrás en estos asuntos, muy del gusto legionario. El falangista Rafael García Serrano dedica una de las entradas más extensas de su Diccionario para un macuto a los cojones. De ahí bebe –con perdón- el académico Pérez Reverte en un famoso artículo suyo que nunca deja de circular por las redes sociales, sin reconocer sus influencias.
Si para el Régimen la virilidad y el valor se consideraban sinónimos, la falta de ellos era propia de invertidos. Volviendo al mundo de los (nótese el masculino) partes, en nuestra investigación sobre el Frente Sur del Tajo, nos encontramos con este documento:

Fuente: Archivo de la Academia de Infantería, Toledo.

El mecanógrafo también se inhibió en este caso de ser demasiado explícito, pero nuevamente los puntos suspensivos no dejan demasiado a la imaginación.
Y, saltando de nuevo al frente de Euskadi, donde en breve comenzaremos a intervenir, podemos reseñar el caso de la batalla de Sollube. Allí, ante la superioridad de medios que los franquistas y sus aliados desplegaron contra los batallones vascos, nos encontramos con la siguiente orden: El batallón Otxandiano atacará y tomará la cumbre por cojones (Citado por José Manuel Vargas Alonso, Bermeo y la Guerra Civil. La batalla de Sollube).
Nuevamente, se pretendía suplir la carencia de tanques y aviones a base de gónadas.
En cualquier caso, lo mencionado hasta ahora no son más que excepciones, reflejos fugaces de una realidad que se quedaba en las trincheras, la punta de un iceberg de exabruptos, blasfemias… y realidad.
Al igual que la memoria oral, la Arqueología nos permite hacer un relato más naturalista, más fiel, de la vida en el frente. Investigamos fortines y trincheras, pero también letrinas y basureros, que son inherentes a toda actividad humana, y a la guerra como tal.
En unas horas subiremos al frío Monte San Pedro para leer las historias humanas que nos cuentan las trincheras, pero también los basureros y las letrinas.
Con un par de ovarios. 

Post by Luis Antonio Ruiz Casero (proyecto monte de San Pedro 1936-1937).

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