Entrenamos a jóvenes para disparar sobre la gente, pero sus comandantes no
dejan que los muchachos escriban joder
en sus aviones… ¡porque es una obscenidad!, decía el Coronel Kurtz en
Apocalypse Now. A la hora de escribir la historia de la Guerra Civil española
con una aproximación tradicional, a través de la documentación de archivo, esta
se nos aparece como algo depurado, melindroso, un poco cursi. Los oficinistas
de los Estados Mayores de las diversas unidades se cuidaban mucho de plasmar
los acontecimientos con un lenguaje correcto y preciso, pero frío,
desnaturalizado.
A veces, con cuentagotas, algo del barro y las inmundicias de las
trincheras logran salpicar –aunque matizados por la autocensura- a los
documentos oficiales, filtrarse hasta los archivos. Es el caso del insólito
documento que han desenterrado en Crónicas a pie de fosa, que narra el berlanguiano periplo por la línea
enemiga de cinco gudaris en el frente de Valmaseda. Como tantas heroicidades y
tropelías que se perpetran en este país, su aventura comenzó con un “¿a que no
tenéis cojones?”:
Fuente: Archivo Histórico de Euskadi- Archivo Histórico del Gobierno Vasco
Fondo del Departamento de Defensa.
La grosera exaltación de la virilidad que inundaba las líneas de ambos
bandos nos ha dejado, a través de la memoria oral, múltiples menciones a las
gónadas, sin censuras ni camuflajes. Sin demasiado afán de exhaustividad,
podemos citar algunos casos, como el recogido en Blood of Spain, de Ronald Fraser:
[…] -Pero, ¿cómo logran destruir los blindados sin
las armas adecuadas? -insistió el periodista [estadounidense]. –Bueno- dijo el
miliciano-, echando cojones al asunto.
El periodista me preguntó qué había dicho, y lo apuntó cuidadosamente. Una
semana después, me enseñaron una copia de un periódico americano en el que pude
leer que los milicianos de Madrid habían inventado un nuevo dispositivo
antitanque llamado “echando cojones al
asunto” [en castellano en el original].
Si bien la ordinariez y las menciones a los órganos reproductores
masculinos no entendían de bandos, la a menudo mojigata España franquista no se
quedaba atrás en estos asuntos, muy del gusto legionario. El falangista Rafael
García Serrano dedica una de las entradas más extensas de su Diccionario para un macuto a los
cojones. De ahí bebe –con perdón- el académico Pérez Reverte en un famoso
artículo suyo que nunca deja de circular por las redes sociales, sin reconocer
sus influencias.
Si para el Régimen la virilidad y el valor se consideraban sinónimos, la
falta de ellos era propia de invertidos.
Volviendo al mundo de los (nótese el masculino) partes, en nuestra
investigación sobre el Frente Sur del Tajo, nos encontramos con este documento:
Fuente: Archivo de la Academia de Infantería, Toledo.
El mecanógrafo también se inhibió en este caso de ser demasiado explícito,
pero nuevamente los puntos suspensivos no dejan demasiado a la imaginación.
Y, saltando de nuevo al frente de Euskadi, donde en breve comenzaremos a
intervenir, podemos reseñar el caso de la batalla de Sollube. Allí, ante la
superioridad de medios que los franquistas y sus aliados desplegaron contra los
batallones vascos, nos encontramos con la siguiente orden: El batallón Otxandiano atacará y tomará la cumbre por cojones
(Citado por José Manuel Vargas Alonso, Bermeo
y la Guerra Civil. La batalla de Sollube).
Nuevamente, se pretendía suplir la carencia de tanques y aviones a base de
gónadas.
En cualquier caso, lo mencionado hasta ahora no son más que excepciones,
reflejos fugaces de una realidad que se quedaba en las trincheras, la punta de
un iceberg de exabruptos, blasfemias… y realidad.
Al igual que la memoria oral, la Arqueología nos permite hacer un relato
más naturalista, más fiel, de la vida en el frente. Investigamos fortines y
trincheras, pero también letrinas y basureros, que son inherentes a toda
actividad humana, y a la guerra como tal.
En unas horas subiremos al frío Monte San Pedro para leer las historias
humanas que nos cuentan las trincheras, pero también los basureros y las
letrinas.
Con un par de ovarios.
Post by Luis Antonio Ruiz Casero (proyecto monte de San Pedro 1936-1937).
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