Esta semana pasada tuvo lugar en Zalamea de la Serena (Badajoz) la cuarta edición del Congreso de Socialización del Patrimonio (SOPA) organizado por Underground Arqueología. La Arqueología del Conflicto tuvo un papel protagonista desde el inicio, como pudimos comprobar en la primera de las barferencias que tuvieron lugar en el emblemático bar Pachu (un verdadero BIC extremeño). El ponente, Carlos J. Morán Sánchez (Instituto de Arqueología de Mérida, CSIC) impartió una clase magistral sobre el uso político de las ruinas romanas de la capital extremeña en el primer tercio del siglo XX.
El teatro y el anfiteatro de Mérida se convirtieron en auténticos repositorios materiales del orgullo del Estado-Nación español y en un recurso turístico de primer orden. Carlos Morán ha examinado pormenorizadamente los libros de visitas de la época (uno de ellos inédito, con firmas hasta 1937) en los que documenta unos 17.000 registros. Este libro estaba a disposición del público en una caseta creada para esa función, y que todavía existe hoy. Este monumental trabajo de investigación forma parte de su tesis doctoral, que será publicada en breve. De todo lo que nos contó en la terraza trufada de gintonics del Pachu cabe destacar el uso que la IIª República hizo de esta arquitectura monumental. El anfiteatro llegó a albergar una Fiesta de la República contando con la presencia de las principales autoridades (Azaña incluido). El ministro socialista Fernando de los Ríos fue uno de los máximos responsables de la promoción cultural y social de este recinto.
El golpe de Estado del 36 y la llegada de las tropas franquistas se va a ver reflejado directamente en el libro de visitas. Hasta 1937 se registra la firma de mandos y soldados italianos de los Flechas Negras. El ejército de Mussolini, base de la reconstrucción del Imperio, se identificaba de pleno con las arquitecturas que los romanos dejaron en Hispania. El fascismo español se insertaría en la misma línea. El Glorioso Movimiento Nacional encontraba en esas fastuosas ruinas un buen precedente. El anfiteatro sirvió de escenario a paradas militares y paramilitares para celebrar la Victoria.
Además de las firmas italianas lo más espectacular es la identificación de un traumático proceso de damnatio memoriae en el libro de visitas. Falangistas y legionarios tachan las firmas de autoridades republicanas y se prodigan en insultos (perro socialista p.e.) y calumnias, acusando a Fernando de los Ríos de comprar bombas para atacar Mérida desde el aire (nunca cayó una bomba en el anfiteatro).
El trabajo de Carlos Morán demuestra la potencialidad de una vertiente más desconocida de la Arqueología del Conflicto, aquélla que no se concreta en excavación de trincheras y fosas, sino en la excavación de papeles.
El teatro y el anfiteatro de Mérida se convirtieron en auténticos repositorios materiales del orgullo del Estado-Nación español y en un recurso turístico de primer orden. Carlos Morán ha examinado pormenorizadamente los libros de visitas de la época (uno de ellos inédito, con firmas hasta 1937) en los que documenta unos 17.000 registros. Este libro estaba a disposición del público en una caseta creada para esa función, y que todavía existe hoy. Este monumental trabajo de investigación forma parte de su tesis doctoral, que será publicada en breve. De todo lo que nos contó en la terraza trufada de gintonics del Pachu cabe destacar el uso que la IIª República hizo de esta arquitectura monumental. El anfiteatro llegó a albergar una Fiesta de la República contando con la presencia de las principales autoridades (Azaña incluido). El ministro socialista Fernando de los Ríos fue uno de los máximos responsables de la promoción cultural y social de este recinto.
Barferencia de Carlos Morán en el bar Pachu.
Además de las firmas italianas lo más espectacular es la identificación de un traumático proceso de damnatio memoriae en el libro de visitas. Falangistas y legionarios tachan las firmas de autoridades republicanas y se prodigan en insultos (perro socialista p.e.) y calumnias, acusando a Fernando de los Ríos de comprar bombas para atacar Mérida desde el aire (nunca cayó una bomba en el anfiteatro).
El trabajo de Carlos Morán demuestra la potencialidad de una vertiente más desconocida de la Arqueología del Conflicto, aquélla que no se concreta en excavación de trincheras y fosas, sino en la excavación de papeles.
Las ruinas de Mérida en el álbum de guerra
del soldado franquista J. Trevisani (archivo familiar).
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