Nuestros últimos dos días en La Fatarella los hemos dedicado a excavar un tramo de trinchera bien conservado. Se trata de una trinchera de comunicación, no de resistencia, al contrario de lo que hemos excavado hasta ahora. Al ser una vía de paso, aparece muy poco material arqueológico: frente a las docenas de casquillos disparados, granadas y cartuchos sin usar que hemos descubierto en otras partes, aquí sólo han aparecido un par de proyectiles de Mosin y elementos relacionados con la vida diaria. Entre estos últimos podemos mencionar tres o cuatro latas de atún, un tintero, un par de hebillas, un tubo de pasta de dientes (¡todavía con pasta!) y un frasco de Clavitam, "reconstituyente rico en vitaminas A, B y D" según rezaba la propaganda de la época. La dieta en el frente, escasa en frutas y verduras frescas, requería de complementos vitamínicos para evitar enfermedades.
Los ramales de comunicación se utilizaban para entrar en las posiciones de combate y salir de ellas. La de Raïmats resultó ser de un solo sentido.
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