El alcalde de Castura, Paolo
Atalaya, del PP, reconoce que nos es el mejor momento para llegar a la Alcaldía
de una localidad, “el peor momento desde Escipión el Africano hasta nuestros
días”.
El periódico mensual Hoy de Castuera abre su número de agosto
con un optimista titular: “Castuera entra en la nueva Red Española de
Itinerarios Culturales. A su vez el Centro de Desarrollo Rural de la comarca de
la Serena participa con la ruta mozárabe del camino de Santiago”. Los gestores
de la marca Castuera tienen muy claro cuál es el Patrimonio Cultural que vende
una buena imagen de esta tierra de cara al exterior. Evidentemente, los
mozárabes y la rutas jacobeas no tienen nada que ver, en principio, con
patrimonios olvidados, polémicos, traumáticos… Mucha gente está interesada en
romper ese tópico que identifica Castuera con la “cuerda india” que llevaba a
la muerte a los presos republicanos en la bocamina de la Gamonita. Del mismo
modo, estos tecnócratas apuestan decididamente por una idea muy concreta del
desarrollo local en el medio rural. El futuro, para la Adminstración y gran
parte de los vecinos, pasa por inversiones en energías renovables como los
paneles solares. Como la aldea de Astérix y Obelix el campo de concentración de
Castuera está rodeado por todas partes de la materialidad del Progreso. Este
testimonio de terror se ha salvado por la lucha de la sociedad civil, en este
caso la Asociación Memorial del Campo de
Concentración de Castuera. Ellos han conseguido para el campo la máxima
categoría de protección de un sitio arqueológico en el Estado Español, la de
Bien de Interés Cultural.
Si observamos la explanada desde
las ruinas de la casa del jefe de este centro de humillación y de muerte,
podremos contemplar ese manto de paneles solares ciñendo los límites del campo
de concentración. Definitivamente, es evidente que a inicios del siglo XXI el
Cara al Sol ha triunfado.
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