Nivel de derrumbe de los muros de las cuadras. En primer plano, restos de hoguera.
Como en el anuncio aquel de las cucarachas, las casas nacen, crecen, se reproducen, mueren y desaparecen. La vivienda de Repil, la casa matriz de los Amaro, fue repartida entre los hermanos en 1964. En Galicia hay dos tipos de transmisión de la herencia: la
millora, por la que todo quedaba para el mayorazgo y se preservaba la riqueza y unidad de la casa y la
partixa o reparto equitativo entre los hermanos y hermanas. En un mundo minifundista como el gallego esta segunda opción era la antesala a la emigración. La casa cerrada comenzó a sufrir un deterioro notable. Pasados unos años comenzó el expolio. Un día alguien se llevó el cuadro de la luz. Los inviernos implacables se cebaron con el tejado que se hundió. Las ruinas comenzaron a servir de cobijo temporal a cuadrillas de cazadores en los años 1970 y 1980. No eran los primeros hombres armados que pasaban por allí...
Derrumbe del muro N que sella una hoguera de cazadores de los años 70.
Por debajo del derrumbe: estructura de combustión en la que se amortizan traviesas del tren.
La limpieza y excavación de las antiguas cuadras (
cortes en gallego) nos permiten reconstruir estas ocupaciones cinegéticas episódicas. La estratigrafía no ofrece lugar a duda. En la cota más superficial nos encontramos con el derrumbe de la cara interna de los muros, producido a o largo de las dos últimas décadas. Estos bloques de esquisto cuarcítico están sellando los restos de las hogueras improvisadas por los cazadores a lo largo de los años 70 y 80. Alguna de estas
lareiras se encuadra en los años 80 como así lo delatan las latas de sardinas o las latas de refresco con el cierre típico de la época. Sin embargo, la hoguera más interesante es la que se dispuso contra el muro N probablemente en algún momento de finales de los 70. Una notable estructura de combustión en la que se emplearon para quemar traviesas de la vía del tren. La madera se carbonizó pero ahí quedan los restos metálicos del camino de hierro, los tirafondos de la vía.
Detalle de la acumulación de tirafondos de la vía en la hoguera.
El expolio y reutilización de material ferroviario es una dinámica clásica en el valle de Lemos desde que llegó el Dios de la Modernidad. Aunque al principio los paisanos llegaron a tirar piedras a la primera máquina diábolica que consiguió ascender del río Lor a la Pobra do Brollón enseguida el tren se convirtió en el motor económico de la zona. La nacionalización en 1941 con la creación de la RENFE sirvió también para consolidar el control del Estado franquista en estas comarcas
levantiscas. La vía del tren estaba militarizada en la lucha contra la guerrilla. Algunas familias campesinas intentaron colocar a sus vástagos en la RENFE corrupta (los jamones eran fundamentales para alcanzar un puesto). Todas maximizaban los recursos que la RENFE
ponía a su disposición. La arquitectura vernácula de la zona está plagada de reutilizaciones de materiales ferroviarios en cuadras, hornos, pozos, puertas y ventanas. En la propia casa de Repil encontramos en las contras de madera de la puerta principal clavos de vía de tren.
Aniquilada una partida de bandoleros.
Esta hoguera que excavamos se dispone por debajo del derrumbe del muro y por encima del derrumbe del tejado de las cuadras, formado por tejas planas que cubrían la estancia, fabricadas en la década de 1950 en la vecina fábrica abandonada de O Castelo de Monforte de Lemos. Estamos en los años 70, todavía lejos del año 1949 que estamos buscando, excavando en la tierra. En los años de la transición democrática dos chicos de Cereixa paraban en estas ruinas de Repil en sus jornadas de caza. Es probable incluso que la hoguera que excavamos la hubiesen hecho ellos. Un dia de caza, reconociendo los muros de la casa de Repil (por aquel entonces no se conocían los detectores de metales) se encontraron con algo extraordinario: una bayoneta española. Sin duda, era una evidencia material del sitio al que la Guardia Civil sometió a la casa de los Amaro. La violencia que se esperaba de esta acción se entreve incluso en la propia nota de prensa oficial reproducida en los periódicos locales. Las casas de O Pericallo y do Facha eran un verdadero frente de guerra en el que se actuaba como se actuaba en primera línea. En la refriega, en medio de la confusión, mientras Fermín Segura lograba escapar andando hacia atrás, disparando frenéticamente con su naranjero, con los dientes destrozados por una ráfaga, un guardia civil perdía parte de su ajuar de guerrero.
Pieza original de bayoneta encontrada en la casa de Repil
por cazadores en los años 70.
La bayoneta de Repil es un excelente ejemplo de la vida social de los objetos. Su descubridor decidió aprovechar este útil de muerte y se lo envió a un herrero artesano de la parroquia de O Castelo en las tierras vecinas de O Incio. El herrero en su forja consiguió modelar todo un machete que todavía luce las iniciales del artesano: R. G. El dueño utilizó el machete durante años en sus jornadas de caza para desbrozar tojos y zarzas, así como en la matanza anual del cerdo. Para la jornada de reflexión de Arqueología de la guerrilla decidió regalar al proyecto esta pieza única. En las fotografías del acto, el machete-bayoneta es el soporte simbólico del relato que estamos construyendo. El historiador y recreador Xabi Herrero de
Lubakiokak la incluyó para formar parte del atrezzo de guerrillero de la época.
Fotografía de detalle.
El herrero de O Castelo es Rubén González, artesano nonagenario,
gaiteiro del mítico cuarteto
Os Agarimos y el hombre que hace las mejoras
palletas de mundo. La
palleta es la pieza que hace que suene la gaita. Con una memoria prodigiosa, Rubén nos ha relatado todo lo que sabe de primera mano de la guerrilla, del infiltrado que acabó con todo el destacamento guerrillero asesinando por la espalda al Coronel Benito... Pero nos estamos adelantando. Rubén con su mano y su memoria consigue que la música de la historia de Repil comience a sonar. Ya era hora.
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