viernes, 29 de julio de 2016

Suelo de combate

Trinchera de Casa de Vacas los últimos días de la excavación

Los últimos días de una excavación suelen ser frenéticos, da igual que sea un yacimiento romano o una fortificación de la Guerra Civil. El estrés, sin embargo, se compensa con los hallazgos. En las trincheras, al final es cuando quedan al descubierto los suelos que pisaron los soldados y sobre ellos, los materiales que dejaron abandonados o perdidos. En Casa de Vacas es como si todos estos días hubiéramos estado buscando a los brigadistas alemanes y ahora de repente nos encontráramos con ellos en mitad del combate.

Tenemos ante nuestros ojos más de treinta metros de trinchera, con sus abrigos y puestos de tirador. En el suelo reposan docenas de casquillos, cartuchos y guías de peine exactamente en el mismo lugar en que cayeron en el fragor de la batalla. Es en este momento cuando realmente el pasado se hace presente y uno puede sentir la historia. 

Casquillos y guías de peine de Lee Enfield in situ en el fondo de la trinchera

Cuando un contexto se conserva intacto, no hace falta un gran esfuerzo de imaginación para leer el registro arqueológico: en este puesto de tirador podemos ver a un soldado vaciando un cargador tras otro con su Enfield. En el siguiente, a otro brigadista parando con el fuego de su fusil ametrallador un asalto de los legionarios y dejando tras de sí un reguero de vainas percutidas.
 
Cargador de Enfield con sus cinco casquillos percutidos 

Más casquillos de Enfield en un puesto de tirador
 

Algo más allá los atacantes se han acercado tanto a las defensas republicanas que solo se les detiene en el último momento a granadazos y tiros de pistola. No todas las pistolas son reglamentarias. Junto a un puesto de tirador descubrimos un cartucho del calibre 0,25 perteneciente al arma personal de algún soldado. 


Cartucho de pistola de pequeño calibre y puesto de tirador junto al que apareció


La mayor parte de los hallazgos no proceden de los puestos de tiro, sino de la trinchera, que es a donde va a parar la munición gastada. El suelo se va cubriendo de casquillos y peines. Y allí se quedan, sellados por el barro del otoño de 1936.

1 comentario:

Kike dijo...
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