Nivel de derrumbe en el interior del salón-comedor, antes de su excavación.
Los guerrilleros habitaron intermitentemente la casa de Repil durante dos años, entre 1947 y abril de 1949. La vivienda de los Amaro era la típica morada de una humilde familia campesina. Las personas convivían con los animales bajo el mismo techo (eso sí, en estancias separadas). La parte noble se correspondía con el salón-comedor, cuyo suelo era de tierra batida, a la manera tradicional. La batalla de Repil cambió la historia familiar y la propia fisonomía de esta arquitectura doméstica. Al retornar de la cárcel de Las Ventas, Teresa López Ayán, a comienzos de los 50, decide acometer reformas en la vivienda.
Nivel de ocupación de los años 50 con el suelo de plaqueta,
una vez retirado el derrumbe.
En este momento podemos datar la introducción de nuevos materiales constructivos como el ladrillo, en principio sólo empleado como elemento ornamental. La teja de la fábrica monfortina O Castelo comienza a sustituir a la típica losa de pizarra como cubierta. La arquitectura vernácula comienza a cambiar. Los campesinos emulan los modelos urbanos, asumiendo nuevos patrones de organización del espacio doméstico. Todo ello lo podemos comprobar con la excavación arqueológica del salón comedor.
En el primer nivel de relleno de la estancia recogemos restos del encalado de la cara interna de las paredes así como algunos ladrillos correspondientes a la medianera levantada entonces para subdividir el espacio común en dos estancias: un salón y una habitación contigua. Por debajo de este estrato superficial exhumamos en planta el suelo habilitado en la década de 1950. El pavimento está formado por plaquetas hidráulicas. Según hemos podido confirmar por testimonios orales, este tipo de material fue de uso común en edificios nuevos de Monforte de Lemos datados en 1946 y 1947. Fueron hechos en los talleres de Construcciones Cadórniga (comentario personal de Dámaso López García). En el reverso de las plaquetas se puede leer
Mosaicos Pérez, Monforte. Hoy en día se cotizan bastante, ya que hay una demanda importante por parte de gente que rehabilita casas de la primera mitad del siglo XX. Suso
O'Corenta, colaborador de nuestro proyecto, no tuvo dudas cuando vio una de esas plaquetas de Repil: él recordaba perfectamente que esa era la plaqueta que se había puesto siendo él muy niño en la sede de Acción Católica en la parroquia de Cereixa. Era
la plaqueta de Acción Católica.
Las dos ornamentaciones documentadas en las plaquetas del salón/habitación.
Tras la derrota de la guerrilla, la ofensiva del Estado franquista para reeducar al campesinado resistente en esta zona fue clara. Por un lado, se aplicó una política de tierra reconquistada. Se construyeron cuarteles de la Guardia Civil a modo de fortalezas, como el de A Pobra do Brollón o el de Ferreira de Pantón. Por otro lado, se echó mano del nacionalcatolicismo como medio para la reeducación de una gente que, como se había visto, no había renegado de la experiencia republicana ni de las ideas socialistas, anarquistas y comunistas. A comienzos de los 50 proliferaron las
Misiones por las parroquias, de las que quedan restos materiales en el interior de las iglesias. Así mismo, se dotó de medios a Acción Católica para encuadrar a los jóvenes campesinos. La casa rectoral de Cereixa y sus aledaños, la misma que sirvió de refugio al guerrillero herido Fermín Segura gracias al cura don Plácido, se convirtió ahora en la sede de Acción Católica. Don Plácido fue represaliado y enviado a Brasil. Le sustituyó su hermano, un cura fiel al régimen franquista.
Proceso de excavación.
La plaqueta del suelo de Repil es toda una metáfora de la paradójica relación del régimen franquista en los años 50 con respecto a la Tradición y la Modernidad. Por un lado, este material remitía al progreso, a conceptos como la higiene y la urbanidad, que comenzaban a entrar en las viviendas campesinas, como la luz eléctrica. Por otro lado, la plaqueta servía también para ornamentar edificios que condensaban el ideal nacionalcatólico, la vertiente más tradicionalista de un régimen que poco después entraría en el desarrollismo.
Detalle de la subdivisión salón-habitación:
restos del arranque de la medianera de ladrillo.
La excavación de este suelo de ocupación de la casa de los Amaro nos ha permitido documentar las diferentes áreas de actividad, exhumar una gran cantidad de objetos arqueológicos y hacernos una idea precisa de cómo vivía una familia campesina en estos momentos de lento cambio en el fin de la autarquía.
Las plaquetas son un buen indicador de la sangre, en este caso de la sangre de los guerrilleros que ocuparon el suelo de tierra batida que se encuentra inmediatamente por debajo. Estamos cerca ya de 1949.
Restos de la ofrenda floral de abril de 2016 y plaquetas [Fot. de Carlos Morais]
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