domingo, 8 de marzo de 2009

Arqueología de la guerra... ¡sin excavación!

¡Sorpresa! Ametralladoras Schwarzlose en el fin del mundo.

A veces para estudiar contextos arqueológicos de conflictos contemporáneos no hace falta excavar.

Recientemente, una parte del equipo de este proyecto ha llevado a cabo prospecciones arqueológicas en la región de Gambela, en el oeste de Etiopía. El país fue invadido por Italia en 1935. La inestable ocupación fascista llegó a su fin cuando las tropas de Mussolini fueron derrotadas por los Aliados y los guerrilleros etíopes en noviembre de 1941. Pese a la brevedad de este episodio, se conservan aún en el país numerosos vestigios italianos en forma de edificios, cuarteles, campos de batalla, carreteras, puentes, cementerios y granjas. Todo un campo de estudio para los arqueólogos del siglo XX.

La ciudad de Gambela, en concreto, fue un importante puesto avanzado italiano junto a la frontera de Sudán. De la ocupación fascista se conservan en la actualidad varios edificios administrativos y militares que estudiamos como parte de nuestras prospecciones arqueológicas. A veces en el entorno de las estructuras aparecen algunos objetos de la época: latas, botellas, algunos casquillos...

Pero esta vez encontramos algo más que casquillos: cuál no sería nuestra sorpresa cuando, al abrir la contraventana de uno de los edificios abandonados, nos encontramos todo un arsenal de la Segunda Guerra Mundial cubierto de polvo y telarañas.

Entre las armas identificadas se cuentan docenas de subfusiles Ppsh y ametralladoras DPM soviéticas, fusiles Mannlicher, Mauser Gew. 98 y Mosin Nagant, un subfusil Thompson M1-A1, una ametralladora MG-42 alemana e incluso dos Schwarzlose de la Primera Guerra Mundial. Había además munición de todos los calibres y muchos proyectiles de mortero y RPG.

A parte de lo espectacular del hallazgo en sí, este caso nos ayuda a reflexionar sobre el modo de razonamiento arqueológico. Lo primero que tratamos de hacer los arqueólogos es datar los contextos y tratar de comprender cómo se han formado. Sólo así podemos realizar interpretaciones fiables.

En el caso del arsenal de Gambela nos hallamos con un magnífico ejemplo de depósito cerrado - sólo que en vez de espadas de bronce o cerámicas romanas lo que tenemos son armas automáticas. Si seriamos los materiales nos sale una típica campana de Gauss: tenemos unas pocas armas anteriores a la Segunda Guerra Mundial (Mannlicher y Vetterli), muchas armas de la Segunda Guerra Mundial, especialmente posteriores a 1941, y muy pocas armas fabricadas después del conflicto (dos subfusiles MAT, un fusil G3 y un FN FAL), en ningún caso posterior a los años 60. Éstas últimas nos dan la fecha post quem de la formación del depósito: las armas no se han podido guardar en el almacén antes de los años 50. De hecho, la fecha más probable de formación del conjunto sea inicios de los años 80 ¿Por qué? Es necesario entender cómo se ha formado el depósito.

Las armas fabricadas antes de la Segunda Guerra Mundial son de los tipos regularmente utilizado por el ejército fascista en las colonias (fusiles Mannlicher, Vetterli y Mauser, ametralladoras Schwarzlose), especialmente por las tropas africanas, que recibían las peores armas - y las tropas coloniales defendían los peores sitios, como Gambela. Sin duda, los fusiles y ametralladoras debieron quedarse en la zona tras la derrota de los italianos en 1941. Otras armas pudieron llegar a lo largo de la Segunda Guerra Mundial con los aliados (Bren, Thompson).

Cinco fusiles Mannlicher M95 de 8 mm y un Vetterli Vitali de 10.4 mm

Las armas soviéticas, en cambio, debieron de entrar en el país a partir de finales de los años 70, tras la revolución comunista en Etiopía. Los rusos aprovecharon las revoluciones africanas para desembarazarse de una gran cantidad de armamento anticuado. Es decir, lo mismo que pasó con la Guerra Civil Española 40 años antes y que nosotros hemos podido documentar arqueológicamente con nuestra excavación en la Ciudad Universitaria. Sin embargo, según Etiopía se fue hundiendo en su propia guerra civil (azuzada por la URSS y EEUU), llegaron al país nuevas y más modernas armas, como los famosos Kalashnikov. Esto dejó obsoleto buena parte del armamento previo. En algunos casos, como en Gambela, los materiales bélicos debieron de quedar arrumbados en edificios sin uso, mientras la gente se mataba con fusiles más efectivos.

Respecto al G3 y al FN FAL, estos rifles han sido los protagonistas de las guerras civiles sudanesas que azotaron el país entre 1955 y 2005. Los guerrilleros del sur de Sudán se han movido tradicionalmente de un lado a otro de la frontera y las armas se han trasladado con ellos - especialmente con los nuer, una etnia de pastores trashumantes que no entiende de límites nacionales. Con la extensión de los conflictos armados y el apoyo militar de las grandes potencias, las armas automáticas han pasado a constituir un elemento de gran relevancia en muchas sociedades tradicionales del Cuerno de África.

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En conclusión, con este ejemplo podemos ver como a través de la cultura material abandonada - es decir, del registro arqueológico - podemos seguir los eventos históricos de una determinada región (¡y del mundo entero!) y comprenderlos mejor. Al menos, nos permiten contar la historia de una forma original y diferente.