viernes, 27 de noviembre de 2015

Operación Pathfinder (y III)


¿Cómo se desarrolló finalmente la operación Pathfinder Express I? Aquello fue todo un acontecimiento para las jerarquías del Ejército vencedor de la guerra civil española. En la tribuna de invitados los aliados estadounidenses compartían asiento con veteranos luchadores del ejército hitleriano como el capitán general y vicepresidente del Gobierno, Muñoz Grandes, el afamado jefe de la División Azul que lucia orgulloso su Cruz de Hierro, con dos cojones. Tampoco faltaron fieles lacayos de Franco, con experiencia en Marruecos y en la guerrra civil como Camilo Menéndez Tolosa (ministro de Defensa en aquel entonces), Maroto González o el aviador-historiador Salas Larrazabal, también curtido sobre los cielos de Moscú.
El Ejército de Franco lo flipaba en 1967. Por fin se arrimaba a la Premier Class de la milicia mundial. Para hacer un balance de las  maniobras vamos a tomar como guía una delirante carta firmada por los oficiales españoles  del Estado Mayor de Cassidy en la operación Pathfinder y que se publicó en la revista ilustrada de las Armas y Servicios del Ministerio del Ejército (Ejército, junio 1967, nº 329: 3-6). La misiva se contagia de los aparentes aires modernizadores que pululaban por la España different de las suecas y de Manuel Fraga, incluso rezuma un buenrollismo que rompe de lleno con el deje solemne, retórico e imperial tan característico del Ejército de la Victoria:

Mi General, en nuestra opinión, el Ejercicio Pathfinder ha sido un éxito que será muy difícil superar en el futuro. Y tenía que ser así, entre otras cosas por el alto valor militar y humano que poseen todas las fuerzas americanas que formaron parte de la Joint Task, que obligaron a las fuerzas españolas a 'echar el resto', como aquí se dice, para no quedar mal. [...] La llegada exacta cada veinte minutos de los C-130 del General McLaughin a la base de Morón fue verdaderamente impresionante. [...] La fase de espera preparando la ejecución queda definida por la frase sacramental repetida en todos los 'briefings' por su J-4 que tan bien suena al Mando: En el aspecto logístico: 'no problems'.

Ya sabíamos que Franco no había estudiado en West Point. Aún así vemos como se echa por la borda el lastre nazifascista y se abraza la causa estadounidense, dando cera y asimilando inluso terminología del inglispitinglis. A pesar de estos esfuerzos casposos, la verdadera naturaleza del régimen asoma la cabeza a la mínima, como lo demuestra este arranque nacionalcatólico con una velada referencia a la Virgen del Pilar, símbolo de la verdadera España:

[...] Se pudo hacer el lanzamiento, en uno de los días más favorables que han existido en el extremado clima zaragozano. Bueno, en este punto dos sabemos que jugó usted con ventaja, pues hubo ciertas visitas por su parte a una Excelsa Abogada que no le podía abandonar. El espéctáculo en el aire de la totalidad de las fuerzas ya lanzadas, con dos Generales saltando en cabeza, no se olvidará nunca por parte de todos los que lo vieron en aquella maravillosa madrugada del 22. 

Pathfinder generó su propia cultura material: 
zippo sellando la amistad hispano-estadounidense.

El espectáculo hubiera sido ver al General Franco saltando en paracaídas... pero no. El dictador dejó a sus subalternos que se divirtiesen con los soldaditos de plomo y los aparatos de la superpotencia amiga. En la última parte de la carta, el tono de la misiva se acerca muy mucho al guión de La Vaquilla, con arranques carpetovetónicos y etnofolklóricos propios de Ocho apellidos vascos. Aquí van dos joyas castizas:

Los rostros de todos, un poco cansados pero alegres, hablaban bien claramente del éxito de la operación, en la que no hubo el menor incidente, antes bien, parece que el concepto de la paella  y de las judías con chorizo deben ser tenidos en cuenta por el Mando americano para la confección de las raciones C [...] La Prensa creemos que lo vio todo bien, y ya conoce usted la impotancia que han dado al asunto, usted sabe lo listos que son, y desde el primer momento captaron que el Ejercicio iba a ser muy interesante. Ya vió como preguntaban por todo y en cambio nosotros vimos cómo usted respondía; hemos pensado que si tendrá usted algún antepasado gallego.

Olé que olé. Lo que llamaban Prensa eran artículos que no desdecían una coma las recomendaciones enviadas desde arriba. El éxito del ejercicio fue total a pesar de pequeños contratiempos, daños colaterales, que se mencionaban de la siguiente manera: 

El 'más difícil todavía',  a cargo de los heroicos artistas, aunque también soldados, de la caída libre con el cruce de bastones, hombres americanos y españoles, empañó nuestra alegría y en aquellos segundos la oración de todos los que allí estábamos salió de nuestros corazones, preparando la llegada ante el Señor del único caído de la operación Pathfinder, tributo doloroso pero corriente en nuestro quehacer guerrero, pero que sirvió para explicar al mundo la categoría y el riesgo de estas operaciones.


Un paracaidista estadounidense se mató y otro quedó gravemente herido, con fracturas que ni se sabe. La baja española fue un cura que, procedente del reino de  los cielos, se estampó contra una escombrera. El capitán capellán de la Roger de Flor se partió las piernas. Es lo que se llama tributo doloroso.
A esta operación Pathfinder (los ejercicios de aerotransportes más importantes de Europa desde que terminó la segunda guerra mundial) le siguió en septiembre otra en los Pirineos, con el citado simulacro de guerra de guerrillas. El periódico ABC (23 de mayo de 1967, p. 71) mostró claramente las esperanzas franquistas: Se concede gran importancia a las maniobras porque aunque España no es miembro del [sic] O.T.A.N. -se dice-, las mismas acercan a España al sistema de defensa occidental.
La geopolítica define también los paisajes. Aunque España tardaría en entrar en la OTAN diecinueve años, estas tierras de Zaragoza, el frente de Aragón, se convirtieron verdaderamente en campo de maniobras del sistema de defensa occidental. Los tiempos cambian, pero la idea permanece.


En octubre de 2015 tropas de treinta países escenificaron aqui el mayor ejercicio de la OTAN desde la Guerra Fría (El Heraldo de Aragón). Unos 30.000 militares protagonizaron la operación Trident Juncture 2015. En los supuestos tácticos ya no había rojos ni azules, pero sí guerrillas y terroristas malencarados y globales. En la presentación del ejercicio en julio de 2015 el ministro de Defensa, Morenés, dijo lo siguiente: El terrorismo no funciona igual en cada zona, pero sí es importante mostrar al mundo y los que quieren atentar contra nuestro modo de vida que estamos dispuestos a defender nuestras sociedades y valores... le faltó añadir defender sus intereses como comerciante de armas (bombas de racimo y esas cosas).
El presidente del Reino de España, Mariano Rajoy (éste sí que tiene antecedentes gallegos) está encantado de verse de nuevo como el centinela de Occidente, garante de la cristiandad occidental, eso sí, mientras estas maniobras sigan siendo ficticias y no le supongan tener que ir a guerras con castigos electorales. Debajo de su losa en el Valle de los Caídos, Franco (otro con antecedentes gallegos) se debe estar descojonando, satisfecho con su obra. Los aeródromos aragoneses que albergaron a la Legión Cóndor en la Cruzada o guerra justa siguen cumpliendo su cometido. Ya lo advertían los autores de la misiva a Cassidy al final de la carta:

Sólo le pedimos una cosa: Que cuente lo que ha visto y oído en este viejo país que tiene muchos defectos, pero también algunas cualidades, y entre ellas la lealtad y el agradecimiento, y que cuando la causa es justa sabe responder a la voz de 'GO'.

Esto lo podría firmar en 2015 Fernández Díaz, Margallo o el presidente del Reino de España, herederos políticos de aquellos que defendieron una guerra justa.
Let's Go Mariano.
Ready Steady Go.




miércoles, 25 de noviembre de 2015

Operación Pathfinder (II)

 Cena de altos mandos de la VIII División de Infantería 
del Ejército de EEUU en Europa (junio de 1964). Cassidy es el segundo por la izqda.

En un post precedente os presentamos al general Patrick F. Cassidy, dispuesto a viajar desde la RFA para dirigir unas maniobras militares conjuntas con el Ejército de Franco en tierras aragonesas en mayo de 1967. Recordemos al personaje. Cassidy era un veterano de las fuerzas aerotransportadas. Tomó parte en la IIª Guerra Mundial al mando de un batallón de la mítica 101 División Aerotransportada que tanto hizo en la lucha antifascista en Europa. Este hombre se distinguió en las  operaciones de Normandía y Holanda, ganando la Cruz de Servicios Distinguidos, la segunda condecoración que por servicios de guerra se concede en los USA. Pero desde entonces, pasaron muchas cosas. La Guerra de Corea y la Guerra Fría convirtieron al amigo español de Hitler y Mussolini en un aliado silencioso, en baluarte anticomunista del Mundo Libre (sic). El establecimiento de las bases norteamericanas en España fue la moneda de cambio para el reconocimiento internacional del régimen y para olvidar el pasado (condena en la ONU, marginación con respecto al Plan Marshall, etc...). El abrazo con Eisenhower en 1959 aseguraba que Franco moriría en la cama, apoyado por un Ejército fiel que recibía ahora ayuda bélica estadounidense. Así pues, en el Desfile de la Victoria la protagonista indiscutible no fue la hija de Franco sino la batería del Grupo de Lanzacohetes Hawk. Sí amigos, se trataba del mismo ejército nacional que  treinta años antes ganaba la guerra gracias a la ayuda fascista italiana y nazi. El mismo Ejército que se enfrentó a los norteamericanos de la Brigada Lincoln en el frente de Aragón.



Por eso la España tardofranquista era different. Como señala Ángel Viñas, algunas cosas cambiaron en la milicia española, si bien otras permanecieron, como la obsesión por el enemigo interno. Así pues, la operación Pathfinder Express I tenía como objetivo real valorar las posibilidades de acciones de contrainsurgencia en España. El tema fue escandoloso y para maquillarlo ahí estuvo el mago Manuel Fraga Iribarne, el mismo que aportaba una imagen de pseudomodernidad con la promoción turística y una Ley de Prensa que intentaba acercar al régimen a los países occidentales. El mismo que mentía como un bellaco. Gracias a la prensa libre alemana (Frankfurter Allgemeine Zeitung)  y estadounidense (Washington Post) se supo cuál era el supuesto táctico que guiaba esas maniobras: la simulación del aplastamiento de una revolución contra el régimen de Franco, ni más ni menos. Un país aliado con el nombre de Samland (hábil e ingenioso trasunto de EE.UU.) acudía en ayuda de España a fin de deshacer una revuelta interna. Don Manuel Fraga Iribarne calificó de falsos y maliciosos esos informes periodísticos, a pesar de basarse en documentos firmados por los investigadores del Subcomité de Relaciones Exteriores del propio Senado estadoounidense. Claro, la democracia y sus comisiones de investigación despistaban un poco a los jerifaltes franquistas. Y ahí salió Fraga, a lo campeón, dándole la vuelta a la tortilla: Para planear y llevar a cabo el ejercicio «Pathfinder Express» se creó una situación táctica y estratégica en la cual la nación imaginaria de Iberia es invadida por la República Agresora (RA); el Gobierno de Iberia pidió apoyo militar de Iberia occidental, en caso de ataque. Iberia occidental acordó disponer de una limitada fuerza militar para la defensa de Iberia en caso de agresión; a pesar de estas consideraciones la República Agresora invadió Iberia el 31 de marzo de 1967. Como se puede ver fácilmente todo el supuesto táctico estaba montado sobre la base de una invasión exterior y no de una insurrección interna. El Gobierno y el pueblo de España no consentirían nunca la utilización de una fuerza foránea en un asunto interno de nuestro país.



Lo de República agresora se queda pequeño si atendemos al supuesto táctico del ejercicio combinado El Sarrio (realizado con posterioridad a Pathfinder Express I y II), en el que se hablaba de rojos y azules, y a diferencia de la canción de Torrebruno, no todos podían ser los campeones: tras una prolongada situación de tensión entre los países azul y rojo, este último había lanzado un ataque por sorpresa, como consecuencia del cual ha conseguido avanzar hasta el sistema central de la Península, donde ha sido momentáneamente detenido. Las medidas represivas impuestas por el país rojo sobre el territorio ocupado y la hostilidad de los habitantes hacia las fuerzas, rojas han dado lugar a movimientos de resistencia dispersos y no combinados, efectuando acciones de sabotaje, dificultados por la falta de equipo y la ausencia de coordinación.
Al margen de estas polémicas, los USA querían por aquel entonces que España fuese aceptada en la OTAN, ya que consideraban a Franco un fiel aliado. En este proceso, la operación Pathfinder fue un hito en las relaciones hispano-estadounidenses. Un puente aéreo ente Alemania y España permitió traer a la base de Morón de la Frontera las fuerzas aerotransportadas dirigidas por Cassidy. Dos campamentos se establecieron en la base. En el campamento español entrenaban los paracas de la I Bandera Roger de Flor. Algo debían de tener los almogávares para que el Ejército franquista los tuviese tan en cuenta. Treinta años antes el Tercio de Almogávares era exterminado en Belchite, en donde combatió la Brigada Licoln. Ahora, en 1967, paracas españoles serían lanzados al cielo de Zaragoza, honrando al líder almogáver Roger de Flor. 
Continuará...

martes, 24 de noviembre de 2015

Colonias para hombres: la película


Gracias a los servicios multimedia de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea, siempre tan profesionales, ya podés visionar los vídeos de las conferencias y debates que tuvieron lugar en el marco del Seminario Colonias para hombres: Arqueología de la colonización agraria e industrial el franquismo (Vitoria-Gasteiz, 21-28 de octubre de 2016). Un buen elenco de ponencias que nos ofrece una visión panorámica del tema con estudios de caso de Euskadi, el Bierzo, Galicia, Extremadura, Aragón y Catalunya. 
El seminario contó con un ayuda de la Facultad de Letras y otra subvención del Vicerrectorado del Campus de Araba.

http://ehutb.ehu.eus/es/serial/2070.html



Comité organizador: Sonia García, José Mª. Señorán, Xurxo Ayán, Sergio Escribano y Josu Santamarina.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Espacios pequeños, grandes ideas

Refugios unipersonales de las posiciones republicanas de Mediana, fines de 1937.

A lo largo de nuestros proyectos hemos excavado docenas de abrigos de tropa en primera y segunda línea de frente, tanto republicanos como franquistas. En todos los casos, se trata de pequeños refugios excavados o semiexcavados en la tierra o en la roca. En los de dimensiones más reducidas apenas si cabría un soldado. Este es el caso del sitio que denominamos "Little Gallipoli" en Mediana de Aragón: una ladera perforada por casi un centenar de abrigos, la mayor parte de los cuales alojarían a uno o dos combatientes. 

En general, todas las estructuras que hemos documentado tienen menos de 20 m2. En ese espacio máximo se podría refugiar un pelotón (15-25 soldados) en caso de ataque. Lo más habitual, sin embargo, son los abrigos para cuatro o cinco hombres. Pese al pequeño tamaño, a veces están muy arreglados, como este de Abánades, que tenía un hogar de ladrillos macizos y cemento:

Abrigo de la posición franquista de El Castillo, Abánades, fines de 1938-1939.

El sustrato geológico explica en parte el tamaño de los abrigos: picar piedra no es fácil. En la Ciudad Universitaria, los suelos arenosos facilitaron la construcción de abrigos algo más espaciosos. A cambio, el esfuerzo de mantenimiento era más grande.

Abrigo republicano de la Ciudad Universitaria, fines de 1938-1939.

Sin embargo, la geología no es necesariamente el principal motivo por el que los refugios de tropa de la Guerra Civil son de pequeño tamaño. De hecho, tenemos algunos ejemplos de grandes estructuras excavadas en la roca viva con ayuda de explosivos, en los que podría refugiarse una compañía entera en primera línea. Pero no es lo habitual. Otro motivo que explica los abrigos pequeños es que las trincheras tenían por lo general una baja densidad de ocupación, porque el frente en España era extremadamente largo y los mandos no querían destinar gran cantidad de tropas a sectores inactivos. 

Sin embargo, la razón fundamental para construir abrigos pequeños es de tipo táctico y tiene un origen histórico. 

Al comienzo de la Primera Guerra Mundial, eran muy frecuentes las grandes estructuras en las que podían refugiarse cientos de soldados. Llegó a haber auténticas ciudades bajo tierraSin embargo, una serie de desastres obligaron a cambiar de modelo. El 20 de mayo de 1917, un ataque artillero francés cerca de Reims provocó el hundimiento de un abrigo subterráneo alemán: perecieron cerca de 600 soldados. Exactamente tres meses más tarde, los cañones franceses volvieron a destruir un refugio enemigo, esta vez causando la muerte a 170 hombres. Los colegas franceses excavaron hace poco un abrigo en Alsacia en el que recuperaron los cuerpos de 21 combatientes del Káiser: habían quedado sepultados por el fuego artillero en marzo de 1918. A partir de mediados de 1917, aunque los grandes abrigos ya construidos siguieron en uso, se empezaron a generalizar las estructuras de pequeño tamaño. Construir espacios pequeños fue, definitivamente, una gran idea, pues se evitan las muertes en masa.

Los tratados de fortificación españoles usados en la Guerra Civil están basados en los manuales europeos que salieron de la Gran Guerra. La experiencia de este conflicto probablemente salvó de una muerte horrible a muchos soldados españoles.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Arqueología del Carlismo


El Carlismo como fenómeno histórico cuenta ya con unas cuantas monografías enciclopédicas e incluso con un museo específico en la antigua capital legitimista de Lizarra-Estella (Navarra). Sin embargo, este interés apenas se ha visto reflejado en el ámbito de la Arqueología. Fortificaciones y restos materiales de las guerras carlistas del siglo XIX desaparecen sin remisión ante la ausencia de protección legal y el desinterés de la Administración y de la Academia. Como ha ocurrido con la guerra civil española, en sitios como Euskadi se abordaban restos del conflicto de rebote, al ir a excavar castros de la Edad del Hierro, por ejemplo.


Este panorama ha comenzado a cambiar y las guerras carlistas también han llegado a la Arqueología universitaria. Sergio Escribano e Ivan Roldan reivindican toda una Arqueología del carlismo en un trabajo de investigación que verá la luz en breve en el monográfico sobre Arqueología del Conflicto editado por la revista Arkeogazte de la Facultad de Letras de Vitoria-Gasteiz. En su estudio analizan cinco fortificaciones carlistas relacionadas con el cinturón defensivo de Lizarra-Estella levantado entre 1875 y 1876.
Nuestro equipo de trabajo participa de esta Arqueología del Carlismo al abordar arqueológicamente los escenarios en los que combatieron Tercios como el de los Almogávares aragoneses en Belchite. Sin duda, ésta fue la cuarta guerra carlista, la única en la que los legitimistas se encontraron entre los vencedores, aunque fue una victoria pírrica: el carlismo fue canibalizado por el franquismo desde el mismo momento en que el Caudillo firmó el Decreto de Unificación de 1937.


En la Semana de la Ciencia en el BIBAT elegimos por distintos motivos el fortín de la Dehesa de la Villa como estudio de caso y decidimos que Josu y Dani se caracterizasen de requetés. En Vitoria-Gasteiz el carlismo era la ideología predominante en 1936 y cientos de gasteiztarras engrosaron las filas de Tercios como el de la Virgen Blanca y otras unidades militares, muchas de ellas distinguidas en la denominada como campaña de Vizcaya. Los visitantes de más edad, vecinos de la capital alavesa, nos aportaron un sinfín de historias de padres y abuelos requetés que habían combatido en el ejército sublevado. Entre las historias, yo me quedo con la del farmacéutico, hoy nonagenario, que participó de joven en la conquista franquista de Belchite en marzo de 1938. En el avance, el tipo se cayó en un pozo negro... y no se quitó el olor en todo lo que quedaba de guerra. Como decían sus compañeros: Llegamos al Mediterráneo y avanzamos en la batalla del Ebro porque mandábamos a éste por delante y los rojos huían por el hedor que desprendía.  La guerra de Gila.


En el BIBAT hemos tenido la inmensa suerte de compartir sala de máquinas con los compañeros y compañeras de la Escuela de Ingeniería, vecinos del campus de Vitoria-Gasteiz, y que han diseñado una impresora 3D con multitud de aplicaciones. La espontánea colaboración entre los dos equipos ha servido para mostrar a la gente las prácticas comunes que compartimos a pesar de venir de ámbitos científicos y técnicos aparentemente muy alejados. Las planimetrías y reconstrucciones 3D que nosotros realizamos como arqueólogos sirvieron de base para que los ingenieros nos imprimiesen en 3D el fortín de la Dehesa dela Villa. Estoy seguro que los Barbis, los ingenieros militares franquistas que lo construyeron estarían flipando con las nuevas tecnologías al verse reflejados en una plantalla de plasma.




lunes, 9 de noviembre de 2015

Con novedad en el frente


Hace años la dueña (que no madam) de la cafetería de un centro de interpretación arqueológico de Galicia me reveló el secreto para que funcione bien un bar: se trata de poner un buen par de tetas detrás de la barra. Esta fórmula tan efectiva como real nos muestra fehacientemente el tipo de sociedad en la que vivimos, pero también nos habla del marketing chabacano, tanto a la hora de ligar como de vender un producto. La compañera Cristina Mato nos recordaba una frase magistral que escuchó en un episodio de Los Simpson: Todo científico que se precie debe tener alma de feriante. Y efectivamente, allí estuvimos tres días 14 grupos de investigación encerrados en el Museo BIBAT de Vitoria-Gasteiz, echando mano de mil argucias para atraer el público a nuestros stands. Unos iban ataviados de bata blanca, icono del científico de verdad; otros se jugaron la carta tecnológica y se trajeron el artefacto más molón del mercado (un scáner 3D o un holograma que te cagas, por ejemplo); los de más allá apostaban sobre seguro planteando actividades para niños (arqueocampo)...


Nosotros no íbamos a ser menos, y nos plantamos en el BIBAT con la recreación de un puesto de la guerra civil (cortesía de la Asociación Lubakikoak) y un stand vigilado por requetés. Esta combinación de balas, armas, ciencia y niños-adolescentes no deja ser polémica, lo sabemos. El impacto visual de la escenografía ciega a muchos de los visitantes. Papás y mamás hacen posar a sus hijos con cascos y fusiles Mauser; tras la foto ni se molestan en acercarse al stand. Adolescentes con cara de psicópata se limitan a hacer como que disparan a sus compañeros. Evidentemente nuestra misión aquí no es convertir esto en un alegato militarista sino todo lo contrario. A través de la cultura material exhumada en nuestras excavaciones arqueológicas en el frente de Belchite intentamos hacer entender  a la gente cuatro ideas básicas:


1. La ciencia no la hace una persona sola. El trabajo en equipo es fundamental. Un fortín de la guerra civil no lo excava un fulano enajenado a su bola. En esta línea mostramos el enfoque interdisciplinar que permite generar conocimiento. Para identificar víctimas de la guerra contamos con la preciosa ayuda de nuestras compañeras del laboratorio de Genética y que regentan otro stand cercano. Para reconstruir la dieta de los soldados empleamos las mismas herramientas metodológicas que muestran nuestros compañeros de Prehistoria en otro puesto feriante. Los vecinos de al lado hacen impresiones 3D con las planimetrías y reconstrucciones virtuales que nosotros también llevamos a cabo a partir de la documentación arqueológica. Cuando los visitantes vienen de escuchar hablar a nuestros compañeros arqueólogos del Carbono-14 y las cronologías relativas, nosotros les enseñamos cómo trabaja la Arqueología del Pasado Contemporáneo, en donde podemos alcanzar dataciones absolutas.


2. La guerra no es bonita. La crueldad de un conflicto armado se ceba en las personas y genera un trauma que persiste durante generaciones. Como si de un capítulo de CSI se tratase podemos reconstruir la masacre que tuvo lugar el 24 de agosto de 1937 en el fortín de la Dehesa de la Villa de Belchite. Los Guardias de Asalto procedentes de Barcelona aniquilaron toda resistencia requeté en esta posición. A partir de nuestra excavación podemos analizar las armas empleadas, podemos demostrar la existencia de combates cuerpo a cuerpo, podemos reconstruir la vida cotidiana en las trincheras...


3. A través de las balas, los proyectiles de artillería y de las armas intentamos hacer ver a la gente cómo la tecnología se emplea para hacer el mal. Muchas innovaciones se aplican primero al ámbito militar y después a la vida civil. El cable telefónico y la luz eléctrica de que disponía el fortín de la Dehesa de la Villa en 1937 no volvería a Belchite hasta dos décadas más tarde. Asímismo, todos los avances tecnológicos acaban siendo objetos arqueológicos, como se puede apreciar en esta sala del BIBAT en donde convive la última generación de impresoras 3D con las máquinas Minerva de fines del siglo XIX, toda una virguería en su momento.


4. En la guerra civil española se enfrentaron diferentes ideologías que defendían modelos antagónicos de sociedad. Tuvo causas políticas y hubo vencedores y vencidos, por eso sigue pesando en el presente. Antológica fue la reacción de algunas profesoras de colegios religiosos al escucharnos hablar del fanatismo de los tradicionalistas carlistas con su Detente Bala. Su cara lo decía todo: ya están estos rojos mezclando la ciencia con las témporas. Lo que no comprende alguna gente es que ésta es una actividad de educación para la paz, un ejercicio para generar espíritu crítico en la ciudadanía. Nuestro recorrido acababa contando el papel jugado por la empresa Fournier en la guerra al servicio del Ejército franquista. En la guerra, los soldaditos en el frente son carne de cañón al servicio de intereses económicos. En los conflictos siempre hay gente que se forra, y eso se puede colegir perfectamente de los objetos que extraemos, desde una mísera lata de conserva.


Los padres de los niños y niñas que se acercaban al stand aplicaban a sus vástagos el modelo museístico al uso: NO TOCAR. Tampoco entendían muy bien qué hacían estos objetos contemporáneos en un museo. A lo largo de estos tres días hemos cumplido nuestro objetivo inicial: contar historias sobre nuestros abuelos y bisabuelos a través de la pasta de dientes documentada en un refugio republicano en Mediana o de un par de casquillos de pistola en un fortín requeté.

Con novedad en el frente: guerra civil y cultura científica, stand de la Semana de la Ciencia de la UPV/EHU regentado por Sonia García (GPAC), Pedro Rodríguez (IBAP), Xabier Herrero (Lubakioak), Josu Santamarina (UPV/EHU), Xurxo Ayán (GPAC), Dani García (Lubakioak) y Nahia Khiari (UPV/EHU).