La arqueología nos permite acercarnos a esos otros escenarios siniestros de la represión. Así, en una intervención arqueológica reciente en el castillo de San Felipe (Ferrol), que ha coordinadado Rebeca Blanco Rotea (IEGPS-CSIC), han aparecido trazas de esos otros elementos del calvario por el que pasaron muchos represaliados.
El castillo de San Felipe es un fuerte costero erigido a fines del siglo XVI a la entrada de la Ría de Ferrol. Fue reformado en varias ocasiones y durante la Guerra Civil se transformó en un campo de concentración por el que pasaron miles de prisioneros políticos. Muchos de ellos acabaron sus días allí, ejecutados en el foso de la fortaleza. Entre las personas asesinadas por motivos exclusivamente políticos se encuentran, entre otros, una mujer de 27 años, Amada García Rodríguez, fusilada a los tres meses de dar a luz en cautiverio.
Durante la intervención coordinada por Rebeca Blanco se documentaron múltiples impactos de bala en los muros que flanquean el foso del castillo - conocido como Foso de los Fusilamientos. Es más, al realizar sondeos en el foso se localizaron varios proyectiles y casquillos que dan testimonio del terrible uso al que se destinó este espacio durante la Guerra Civil.
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Los restos de proyectiles e impactos, cuidadosamente documentados, ofrecen un testimonio tangible y escalofriante de la brutal represión franquista en la provincia de A Coruña - una provincia en la que no hubo oposición armada a la sublevación. Sólo en Ferrol se asesinó a 710 personas entre 1936 y 1939.
Además de fosas comunes y campos de batalla, la arqueología de la Guerra Civil debería también analizar las trazas sutiles del horror que se conservan en las tapias de los cementerios y los patios de las cárceles.
Postdata
Al poco de publicar esta entrada, José Ignacio Barrera Maturana, del Laboratorio de Arqueología y Arquitectura de la Ciudad de Granada, nos hizo llegar una interesante página web en la que se describen los impactos de bala de la Guerra Civil en la tapia del cementerio de Granada. Se solicita además en esa web -con toda la razón- que se reconozca la tapia como lugar histórico. El caso de este cementerio resulta especialmente interesante, pues los familiares de los fusilados grabaron pequeñas cruces en la pared junto a los impactos de los proyectiles. Se trata de un testimonio estremecedor de la represión que bien merece ser protegido y divulgado.