lunes, 24 de septiembre de 2012

Bones


Un mes en un cementerio como el de Castuera es tiempo suficiente para calibrar las diferentes percepciones que la gente tiene sobre  una exhumación. En este sentido, la edad es un factor importante. La gente mayor lo identifica de lleno con la brutalidad de la guerra; han sido pocas las personas mayores que se han acercado a las fosas; la mayor parte miraba de reojo mientras se acercaba a los nichos de sus familiares. Las personas de mediana edad manifestaban un claro escepticismo que veían corroborado, aparentemente, por el mal estado de conservación de los restos. Sin embargo, los adolescentes y los niños veían los huesos con una increíble familiaridad y los integraban dentro de un imaginario cientificista marcado por las series CSI (que no CSIC) y Bones.


La fase final de la exhumación coincidió con las últimas novedades del caso Bretón, con ese error garrafal de peritaje que movilizó a los máximos especialistas (Carracedo, Etxeberría…) en antropología forense de España. La presencia continua de este tema en los medios de comunicación tuvo una incidencia notable en el cambio de perspectiva de gran parte de los visitantes a las exhumaciones. Las explicaciones de nuestras arqueólogas-antropólogas Candela y Andrea sobre fracturas peri mortem, sobre el mínimo detalle documentado en los esqueletos, no caían en saco roto sino que cobraban nuevo sentido para mucha gente que alcanzaba a ver la identificación de esos cadáveres como el objetivo final de una investigación científica, aséptica y sin ningún tipo de carga ideológica ni política. Esta imagen tópica de la ciencia es compartida por gran parte de la sociedad que cree en la objetividad, mientras otras personas ven en la ciencia una herramienta más para la dignificación y la justicia. La Arqueología en este país se mueve entre estos dos polos.




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