Los objetos son en sí mismos
fuentes imperecederas de información y conocimiento, que junto a los contextos
donde se encuentran nos aportan una visión empírica del pasado basada en
éstos…. que no son más que sus restos materiales.
La materialidad del pasado es
nuestra base de investigación y conocimiento y nos aproxima de la manera más
tangible a saber algo más del proceso al que pertenecieron y la cultura en la
que se desarrollaron.
Desde el estudio del mundo
funerario con sus múltiples variedades, siempre hemos considerado como un
extraordinario registro objeto de estudio, los ajuares como descriptores de la
persona (ser) a la que pertenecieron
y la cultura (materia) en la que
vivieron.
Esos objetos, que acompañan a los
muertos en su trance e unión con la tierra, contienen en sí mismos el lado más
humano y material de sus propietarios y el más sobrenatural de su dogma. Y es
que es, a lo largo de la Historia, una parte esencial de la idiosincrasia de
todas las culturas la tradición y el culto a los muertos.
Este ritual exclusivamente humano
se niega y aleja cuando el propio estado de muerte es fruto de un acto
represivo. Cuando los muertos no son “muertos” sino la materialidad más evidente
de un proceso y régimen represivo donde las personas pasan del estado de vivos
a desaparecidos y olvidados, sin llegar a ser siquiera propietarios de su
propia muerte.
En las fosas comunes que excavamos, los objetos que hallamos acompañando a los cadáveres no son fruto de esa ritualidad, robada, pero aún así nos hablan sutilmente de cómo, cuándo y a quien pertenecieron. Estos objetos son también contenedores de parte de la identidad de sus propietarios y registro las circunstancias que les hicieron llegar a ese fin.
En la mayoría de las ocasiones desconocemos sus identidades y seguramente nunca lleguemos a descifrarla. Es más que probable que sus familiares nunca sepan que los encontramos, ya que la crueldad de la dictadura franquista eliminó su historia y los rastros de su peregrinaje y paradero como presos republicanos. Ellos como tantos miles, nunca llegarán a ver confluir su cuerpo con su identidad.
Tal vez nosotros como
investigadores del pasado podamos aproximarnos a conocer algunos pequeños
detalles de su vida y personalidad hasta que tal vez un día podamos devolverles
su nombre.
Costurero asociado a una mujer represaliada enterrada en la Fosa 2 del Arroyo Romanzal, Llerena (Badajoz).
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