Ayer la Asociación de Mujeres de
Castuera representó en la Posada del Títere La
Casa de Bernarda Alba, del genio Federico García Lorca. El personaje
central de Bernarda resume lo que va a ser la mujer concebida por el fascismo,
materializada en la dama tétrica, Carmen Polo. En un lance de la obra, una Bernarda desatada
declama: Los antiguos hacían muchas cosas
de las que nos hemos olvidado. El tiempo
de los rojos resume esa visión de un
tiempo mítico, de los antiguos y gentiles, de un universo propio de Hesíodo, de
una historia olvidada que quizás no
haya ocurrido nunca. La evolución del cementerio nuevo de Castuera materializa
toda una estrategia de invisibilización consciente de ese pasado traumático.
Nichos y nichos de reciente construcción han destrozado la evidencia material
de los asesinatos. Los muertos dejan espacio a los otros muertos, olvidados bajo un metro de cantos de cuarcita,
sedimento arcilloso y placas de cemento.
Poncia, la criada petrucia de la
casa de Bernarda Alba afirma sin tapujos la suerte de los explotados en la
España de los años 30: Un hoyo en la
tierra de la verdad es la única tierra de los pobres.
En un pazo gallego, en las
tierras de A Mariña lucense, una inscripción recoge el siguiente recordatorio:
Decid a vuestros hijos que el suelo que pisan es la ceniza de sus
abuelos. Respetarán la Tierra si les contáis
que está llena de la vida de sus antepasados.
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