domingo, 24 de julio de 2016

Mapa de operaciones


El llamamiento que hicimos hace un mes en este blog para recopilar historias de vida vinculadas a los paisajes de guerra de la Ciudad Universitaria y de la Casa de Campo de Madrid está siendo todo un éxito. Con la colaboración de la antropóloga Lee Douglas, así como los periodistas Álvaro Minguito, Julio Zamarrón y David Fernández (del periódico Diagonal y de la agencia de noticias Diso Press), hemos grabado una serie de entrevistas al pie de las excavaciones arqueológicas que tenemos abiertas durante este mes de julio.
Se han podido recoger testimonios de combatientes contados por sus hijos y nietos; historias de familias de los barrios de Argüelles, Pintor Rosales, Tetuán o Cuatro Caminos que vieron como sus casas quedaban arruinadas por los combates de primera línea o por los impactos de aviación y artillería; recuerdos de protagonistas que vieron como desde su casa se disparaba al Cuartel de la Montaña, que fueron testigos de ataques de pánico de milicianos que corrían por las calles de Argüelles mientras tiraban sus armas y gritaban "¡Que vienen los moros!" o que vieron los campos de combate con brigadistas internacionales muertos y en avanzado estado de descomposición; historias de niños que en la inmediata posguerra jugaban a los soldados en las trincheras de la Dehesa de la Villa y de la Ciudad Universitaria, recogiendo balas, fragmentos de granadas e insignias, y que recorrían unas facultades destrozadas por los combates, en las que no quedaba un sólo vidrio y en donde se amontonaban los libros agujereados.
Aprovechamos para darles las gracias a todos ellos por haberse acercado a contarnos sus recuerdos e historias familiares.

Una de estas historias es la que nos contó esta semana Aurora Bellido, nieta de Gregorio Duque Villarta, un joven manchego que comandó un batallón de la 6ª Brigada Mixta en los combates que comenzaron en la madrugada del 19 de enero de 1937 en el entorno de la facultad de Ingenieros Agrónomos. Gregorio, nacido en Tomelloso (Ciudad Real), murió en los años 90.


Gregorio Duque Villarta, en un retrato con su uniforme del ejército Popular de la República (fotografía de Álvaro Minguito)

Aurora Bellido, sujetando la fotografía de boda de su abuelo Gregorio Duque Villarta en las trincheras de la Ciudad Universitaria (fotografía de Álvaro Minguito) 
Su nieta recuerda emocionada cómo su abuelo contaba algunas historias de la guerra, pero sin dar excesivos detalles. Tras su muerte Aurora recuperó de un cajón sus memorias, mecanografiadas en cuartillas en los años 60, así como abundantes fotografías de su abuelo en la guerra y variada documentación. Pero sin duda el momento más emocionante fue cuando Aurora sacó de un carpeta de plástico el mapa de operaciones del sector Ciudad Universitaria, de la 6ª Brigada Mixta. Mapa que, como el propio Gregorio dejó por escrito, llevaba doblado en su mano izquierda cuando una bala le atravesó la mano y el mapa. La mancha de sangre se desparrama, precisamente, por el sector en el que aquel día se dieron aquellos frustrados combates que intentaban recuperar el terreno perdido un mes y medio atrás.



Detalle del mapa del sector Ciudad Universitaria de la 6ª Brigada Mixta (fotografía de Álvaro Minguito) 

79 años después, el mapa de operaciones de la 6ª Brigada Mixta, con su impacto de bala y con la sangre de un convencido socialista que voluntariamente estaba defendiendo a la II República, volvía a las trincheras de la Ciudad Universitaria:

El mapa desplegado nuevamente, 79 años después, en las trincheras de la Ciudad Universitaria (fotografía de Álvaro Minguito).   

"[...] Así que me vine a Madrid y me traje lo mejor de las Milicias que había habido a mi mando, y con ellos recibí la orden de organizar un Batallón Especial, al cual le uní gente de Extremadura y de Cuenca. Nos albergamos en el colegio de la Paloma a las órdenes del comandante Gayo, con el cual me puse en contacto en presencia del entonces Teniente Coronel Rojo, quien al verme me dijo que de dónde habían sacado aquella criatura. Al contarle ellos mis servicios de guerra, me abrazó y me dijo que del pueblo también salían grandes héroes y que él esperaba que yo fuese uno de ellos. Después hicimos el plan de operaciones para el siguiente día y me entregaron los planos de situación de las fuerzas (que aún conservo con un tiro y manchado con la sangre de mi mano izquierda, en la que lo llevaba en la batalla del Clínico el día siguiente a mi 19 cumpleaños) [….]  
[…] Como queda dicho yo vine a Madrid con lo mejor de las fuerzas que habían estado a mis órdenes, así que con ellas y gente de Las Pedroñeras formé el Batallón Especial de la 6ª Brigada Mixta, que es la que vengo refiriendo en mi párrafo anterior. El día de mi cumpleaños, 18 de enero, en compañía de mi novia, fui por las trincheras de la Dehesa de la Villa y les fui regalando a cada uno de los milicianos un puro, un paquete de tabaco y una botella de cognac que me había regalado mi tío […]  Después de comer y dejar a mi novia en casa, al regresar, recibí la orden de escoger dos compañías del Batallón Especial y prepararlas para salir aquella misma noche para un golpe de mano en una operación conjunta con todas las fuerzas que guarnecían la Ciudad Universitaria. Así que pedí los que quisiesen venir voluntarios y me faltaron unos 30 hombres, ya que las dos compañías que me traje de Guadalajara se presentaron completas. Pero había que agrupar a cada una, un pelotón de zapadores para consolidar los puntos que fuésemos tomando, los cuáles habían de llevar 50 sacos terreros cada uno,  más de su correspondiente dotación. Por ello les pedí a los de Las Pedroñeras que saliesen voluntarios, dejé un Teniente al cargo de que les suministrase y les acoplase mientras yo me marchaba al Estado Mayor de Rojo, con el que ya he referido mi encuentro. Pero con gran disgusto al regresar, vi que no se había presentado ninguno voluntario y que no se había hecho nada de lo dispuesto por mí, así que monté en cólera y me dirigí al dormitorio donde dormían, pegué una patada a la puerta, di la luz y dije: “A FORMAR”.
Se levantaron en calzoncillos y dije: “Los 40 primeros tienen 3 minutos para estar en el patio vestidos y los restantes un mes de haberes de sanción por no haber cumplido mis órdenes. NO SE VIENE A LA GUERRA A SER JORNALEROS DE 2 DUROS; LA GUERRA SE HACE POR UN IDEAL O SE QUEDA UNO EN CASA EN ESPERA DE QUE LE LLAMEN”. Pues todos ellos habían salido voluntarios de sus casas. A los de dentro les tuve formados en el patio en las ropas en que estaban mientras duró el preparativo de marcha de los demás, y después les dije a los que yo había sacado a la fuerza: “SI ALGUNO DE USTEDES TIENE ALGO EN CONTRA MÍA POR CUMPLIR DÉ UN PASO AL FRENTE Y QUE SE QUEDE; PERO QUE TENGAN MUCHO CUIDADO CON LO QUE HACEN UNA VEZ QUE NOS INCORPOREMOS A LAS TRINCHERAS; YA QUE EN ESTAS SERÉ EL RESPONSABLE DE LA VIDA DE TODOS”.
Después, les cogí a cada uno de ellos, les metí en una de las escuadras de los que ya habían luchado a mi lado y con ellos, por Puerta de Hierro, fuimos a Palacete en donde teníamos que entrar en combate. Habíamos puesto los relojes a las 5:35 de la mañana del día 19 de enero de 1937, el Teniente Coronel Rojo, el Comandante Gayo, un ruso Jefe de Tanques, uno de las Brigadas Internacionales y el Comandante Jefe de la Cuarta Brigada Mixta, así como yo en un reloj que me había regalado el día anterior mi tío. […]
[…] Llegamos con el tiempo justo para desplegar las fuerzas por la trinchera en la que teníamos que saltar al campo de experimentaciones de Ingenieros Agrónomos, cuando dieron la señal de atacar. Por cierto, que también había un Jefe de Destrucciones, el cual tenía que haber volado una mina en la pasarela de la Casa de Campo, para guardarnos las espaldas a nosotros en nuestro ataque, pero después de haber tomado los fortines y una trinchera, nos quedamos sin el apoyo suficiente y, ya de día totalmente, hubimos de dejarlas por orden de los mandos teniendo muchas más bajas en la retirada que en la toma de las posiciones, pues era tal el fuego enemigo, que hubo un momento que me tiraban cuatro máquinas distintas y sólo Dios sabe cómo pude salir de aquello, pues en una cazadora de cuero que llevaba puesta me pegaron 47 disparos y 2 en el cuerpo, uno en la mano izquierda, en la que tenía el mapa de las posiciones el cual conservo con la sangre de la mano y el balazo.
Como anécdota he de contar que el día anterior, con ocasión de mi cumpleaños, me había prometido mi novia el primer beso, haciendo ya un año que hablamos como tales novios, lo que da una idea de cómo la quería y cuál era mi respeto por ella. Pero al llegar la hora de marcharme se puso a llorar y, por no violentarla, me tuve que me marchar sin que me lo diese. En mi desesperación le dije: “Ojalá y esta noche cuando vaya a las trincheras me den 40 o 50 tiros”. Y como ven se cumplió mi deseo, sin bien Dios me puso el Ángel de la Guarda para que sólo dos me diesen en la carne.
Fui  evacuado al entonces Hospital Obrero en Cuatro Caminos. Y como había muchas bajas en todas las Brigadas, yo me marché a casa primero para ver a mi familia. He de decir antes que esto fue un fracaso total, ya que ni voló la mina ni vinieron los tanques, ni se movió ninguna de las Brigadas que tenía que coordinar la operación. Sólo se organizó un combate en toda la línea, sin que nadie saliese de sus trincheras, nada más que mis fuerzas, que como queda dicho, cubrieron sus primeros objetivos, con sólo 7 muertos y 12 heridos. Después al retirarme por orden del mando a mis posiciones nos mataron 36 y 78 heridos, así que más no habría valido quedarnos, pues estas bajas suponían un 22 % de las fuerzas que yo mandaba en la operación, pues las compañías eran especiales y cada una contaba con una sección de Máquinas de Acompañamiento más las ya referidas Zapadores Minadores, o sea, casi 250 hombres en cada una.
Después de llegar a mi casa, en donde mi tío no me dejó entrar para que no se asustase mi madre, me fui al Cuartel General del Regimiento de Milicias “El Socialista”, a la calle Alcalá. Subí a la oficina de los Jefes donde estaban todos reunidos, y de una patada abrí la puerta y les dije: “ASÍ SE PUEDEN MANDAR BATALLONES, MIENTRAS LA JUVENTUD ESTÁ EN LAS TRINCHERAS, VOSOTROS ESTÁIS DE COMILONAS”. Ya que así era, pues estaban Eladio Fernández Egocheaga, Pedro de Miguel, Elías Palma y otros tres periodistas del Socialista. Elías Palma se levantó, me cedió un asiento pidiendo flores para el héroe, pero yo me limité a preguntar por el doctor que, por cierto, se apellidaba como yo, Duque, el cual me curó en condiciones. Pasé a intendencia del Regimiento y me dieron ropa nueva. Después el mismo doctor me acompañó a ver a mi novia y me llevó a casa ya arreglado, pues en el hospital sólo me hicieron una cura de urgencia en los brazos que era donde tenía las heridas […]
[…] Después Elías Palma me mandó a casa unos jamones de York y unos chorizos y otras más cosas para reponerme, según él. Pero poco había de durar lo bueno ya que, estando aún curándome de las heridas, le pegaron una ráfaga de ametralladora al Comandante que era el ayudante de Egocheaga, que estaba en el Jarama […] Así que al enterarme que les hacía falta un Jefe de Batallón en el Jarama, sin curarme y en contra de ellos que querían que no me fuese, mandé hacer un Oficio de incorporación en Mayoría y desde allí mismo dejé a mi novia y me marché al Jarama a hacerme cargo del Tercer Batallón de la 6ª Brigada Mixta. [...]"                

1 comentario:

Unknown dijo...

Gregorio Duque Villarta había boxeado.
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1935/01/18/046.html
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1936/01/17/052.html
Éste es el procedimiento judicial incoado tras la guerra:
DUQUE VILLALTA GREGORIO MADRID 102955 7878 /
Era de Tomelloso y en Madrid había vivido en la calle Amor de dios 12 - 1º. Lo llamaron a filas so pena de declararlo rebelde.
http://www.bibliotecavirtualdefensa.es/BVMDefensa/i18n/catalogo_imagenes/imagen.cmd?path=56917&posicion=1
Se presentó:
Aquí se publica la requisitoria.
http://bibliotecavirtualdefensa.es/BVMDefensa/i18n/catalogo_imagenes/imagen.cmd?path=56947&posicion=1